Entre las lápidas centenarias y las esculturas funerarias del Cementerio del Poblenou de Barcelona parece que no pasa el tiempo. Pero pasa para todos y muestra de ello es que este camposanto fundado en 1775 ha sido el primero de España en introducir el código QR en los paneles informativos.

El cementerio de Poblenou ha situado códigos de este tipo en la entrada del recinto y en los departamentos segundo y tercero para que los visitantes que disponen de teléfono inteligente puedan acceder a la información de la ruta cultural.

El código QR o «código de barras de respuesta rápida» es un sistema para almacenar información mediante una matriz de puntos que se caracteriza por tres cuadrados que se encuentran en las esquinas.

El cementerio barcelonés de Poblenou se ha convertido en el primero de España en la introducción del código QR, siguiendo la estela de Japón, donde es habitual encontrar este código de barras en los camposantos.

"Esta herramienta puede favorecer que las nuevas generaciones se acerquen al cementerio y aprovechen la información que facilita el código QR para conocer como fue la ciudad de los vivos del Siglo XIX a través de un recorrido por la ciudad de los muertos del Siglo XXI", ha dicho a Efe el director de Cementerios de Barcelona, Jordi Valmaña.

El Cementerio de Poblenou cuenta con valiosas muestras de arte funerario, como el ángel de Fabiani o el ángel de la muerte del Cementerio de los Pobres.

Los códigos QR del Cementerio de Poblenou facilitan información sobre estas esculturas y sobre la época en la que fueron levantadas.

En Japón, también se utilizan para facilitar las visitas culturales, pero están tan extendidos que también se pueden encontrar en tumbas sin valor escultórico donde los familiares han querido añadir información sobre los difuntos ahí enterrados.

El cementerio del Poblenou todavía no ha llegado a este punto, pero ya conviven en su interior modernidad y tradición.

Así, comparten espacio los jóvenes que miran alternativamente los panteones y su teléfono móvil, con los familiares que cambian las flores de las tumbas y los supersticiosos que colocan exvotos ante la tumba del Santet, un niño fallecido hace más de un siglo y que tiene fama de hacer milagros.