Entrevista | Antonio Masip Abogado y ex político, asesora al comité de Saint-Gobain en su lucha para evitar el cierre de Sekurit

Antonio Masip, asesor sindical: "El cierre de la línea de Sekurit es indigno de una empresa socialmente responsable"

"Tras las elecciones del 9 de junio habrá que estar a lo que salga, pero Europa está siendo demasiado blanda en la protección de su industria"

Antonio Masip. | Irma Collín

Antonio Masip. | Irma Collín / Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

Francisco L. Jiménez

El abogado Antonio Masip (Oviedo, 1946) consiguió reputación de "solucionador" de graves crisis laborales cuando medió en 2014 en el conflicto de la planta gijonesa de la compañía Tenneco, fabricante de piezas de recambio para el sector del automóvil. Aún guarda como oro en paño el bolígrafo con el que se firmó el convenio transaccional que permitió la continuidad de la actividad y evitó el despido de 230 empleados; se lo regaló el comité de empresa. Pese a que aquella victoria se celebró por todo lo alto por lo que supuso de dique de contención a las deslocalizaciones, Tenneco volvió a las andadas en 2016 y ahora se encuentra en proceso de liquidación dentro de un concurso de acreedores.

Una década más tarde de aquella sonada incursión en el sector industrial, Masip ha vuelto a ser reclamado por los sindicatos, esta vez para que asesore al comité de empresa de Saint-Gobain, que trata de evitar el cierre de la división de parabrisas (Sekurit) de la fábrica avilesina de la multinacional francesa. El expolítico (fue alcalde de Oviedo y eurodiputado del PSOE) ha aceptado la invitación y, tras un somero análisis de los argumentos de unos y otros –de la empresa y del comité–, ya tiene claro de qué lado está la razón: del de los trabajadores. Otra cosa es que tenerla sirva para revertir el cierre.

–¿Cómo se gestó su participación en el proceso de consultas abierto en Saint-Gobain a raíz del anuncio de un ERE de extinción de empleo para 120 trabajadores?

–Estoy en el dique seco como abogado, si bien sigo estando colegiado y trato de estar al día de la actualidad. Parece que en el comité de empresa de Saint-Gobain conocían el papel que desempeñé en Tenneco y por eso me llamaron. Acepté encantado para colaborar en todo lo que pueda. He de admitir que no estoy a la última en materia jurídica, aunque para eso están otros abogados que también colaboran con el comité; lo que sí creo que tengo claro es el contexto económico y europeo.

–No tuvo mucho tiempo para analizar el informe con que la empresa justifica el cierre, pero, al parecer, extrajo conclusiones pronto, o eso dio a entender tras su participación en la reunión celebrada el pasado lunes.

–Pues me leí el informe en un fin de semana. Considerando que la empresa lleva tres años madurando cómo abordar este asunto, he de admitir que me lleva ventaja.

–¿Qué puede aportar en concreto Antonio Masip de cara a una solución de la crisis de Saint-Gobain que implique la continuidad productiva?

–Ya le digo, sin ánimo de presunción, que tengo una visión clara del panorama internacional y de la coyuntura económica española. Además, a Saint-Gobain le tengo un especial afecto.

–Explíqueme eso.

–Por mi condición francófona, en tiempos trabé amistad con Jean Tracewski, que fue director de la fábrica de La Maruca; ambos participamos de la fundación de la Alianza Francesa en Oviedo junto a otras personas como Juan Cueto, Pedro Caravia o Juan Benito Argüelles, entre otros. Recuerdo que este hombre, ya fallecido, contaba que en su primer viaje a Asturias desde Francia, a bordo de un Peugeot, se cruzó con apenas cinco coches en el tramo Bilbao-Santander. Cualquier otro hubiera pensado que montar en Asturias una fábrica de parabrisas en aquellos años era una misión suicida, pero Tracewski, que tenía luces, vio el nicho de mercado. Y no se equivocó. Es mucho el tiempo que lleva Saint-Gobain –o Cristalería Española, como se llamó antes– entre los asturianos, y por eso es especialmente doloroso el anuncio de un cierre parcial de sus actividades.

–Hablemos de eso. ¿Qué conclusiones extrae de la lectura del informe con el que Saint-Gobain justifica ante los sindicatos el cierre de Sekurit?

–Según lo que he visto saco en conclusión que es absurdo, que no se puede presentar a las autoridades españolas porque contradice todo lo que el Gobierno y los entendidos en macroeconomía defienden. Frente a la descripción que hace la empresa de una situación económica que la lastra, lo cierto es que la economía española no solo es que va bien, mejor desde luego que en otros países europeos, sino que hay perspectivas de que puede ir mejor. Saint-Gobain niega la mayor, y así mal empezamos. No, no hay razones macroeconómicas que justifiquen el cierre.

–El informe también incide en que los costes laborales son inasumibles y que el Sekurit de Avilés ha dejado de ser competitivo.

–¿Ha dejado de ser competitivo frente a quién? ¿Frente a los propios centros de trabajo de Saint-Gobain? Ha de admitirse que, efectivamente, el coste de la mano de obra en Avilés es superior al de Kénitra, la fábrica de Marruecos. Pero para poner en marcha Kénitra y mejorar su competitividad tecnológica se usó el "know-how" (saber hacer) de Avilés. Y lo mismo se puede decir de las fábricas de Rumanía o Polonia. Y, una vez que esas fábricas han logrado ponerse a velocidad de crucero, las pusieron a competir internamente con la de Avilés, a la que ahora quieren desahuciar. Es algo inconcebible, indigno de una empresa seria y socialmente responsable como dice ser Saint-Gobain.

–¿Encaja este modus operandi con una deslocalización?

–Totalmente, como lo era en su día la de Tenneco. En este caso veo la agravante de que parece haberse urdido una trama para ahora anunciar el cierre del Sekurit de Avilés basándose en criterios económicos. Además, se quiere ejecutar la decisión deprisa y corriendo, cuando todos sabemos que las prisas son malas consejeras.

–¿Cabría esperar algún auxilio europeo a la causa de los trabajadores?

–En este momento estamos en la antesala de unas elecciones al Parlamento Europeo, un tiempo de transición en el que es complicado que nadie tome decisiones. Tras las elecciones, habrá que estar a lo que salga. Pero lo que está claro es que Europa está siendo demasiado blanda en la protección de su industria.

–¿Qué puede hacer la sociedad civil asturiana ante este paulatino adelgazamiento del tejido industrial de la región?

–Por lo pronto, movilizarse e ir a la manifestación convocada para el próximo día 16.

–¿Siguió la agonía de Alcoa, otra industria que ha pasado a ser historia?

–Pues sí, y, de hecho, recibí una visita de sindicalistas que vinieron a hablar conmigo, pero finalmente no quedamos en nada concreto y no participé en el proceso. Era de cajón de madera de pino que bajo ningún concepto podíamos perder la industria del aluminio, pero inconcebible y tristemente ocurrió. En ambos casos, ya sea el aluminio o el vidrio, los trabajadores tienen la razón, pero...

–Pero, si tienes la razón y no te la dan, para poco vale.

–Eso es.

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