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Pintadas

Contra los que insultan llenando las paredes de improperios con sus sprays

Aunque alguna, en su día, y hoy también, me hiciera gracia (luego, si me siguen leyendo, se lo contaré), no soy partidario de las pintadas. Me parecen cobardes, como las dianas que ponían en el País Vasco, o como, en el colmo de la idiocia ultra, y perdón por el pleonasmo, algún iletrado puso en El Molinón cuando aquí tuvimos a un delantero llamado Congo: "Vete pa África, Congo". Así rezaba, donde las taquillas... y resulta que el ariete era colombiano.

Esto viene a cuento de que el pasado sábado en Mareo, algunos energúmenos hicieron de las suyas con los sprays. Cuándo coño se darán cuenta de que el Sporting es de unos propietarios que en su derecho están de hacer y deshacer a su antojo ¡Ay de los colores y de los sentimientos! Servidor, que ya no va al Molinón (aprovecho para reiterar que tan ancestral estadio se llama así, a secas, y además es propiedad municipal, osease, nuestru) por razones obvias, de intelecto futbolístico, no comulga con nada de lo que allí se plasma. Me encanta eso sí que la hinchada con sus colores se engolosine con lo poco o nada que se les ofrece. Al fin y al cabo, pues, llevan los aficionados inoculado el gen sportinguista.

Dicho todo esto, este menda, que fue socio durante cuarenta y cuatro hermosos años y que aún sigue enganchado al equipo de sus amores, inexplicablemente, no me identifico con ese disparate, consentido por la propiedad, que es el Sporting. En fin, detesto, como dije ya, las pintadas, y como les prometí, por llegar al final de este billete, aquí va la que allá por los felices años de finales de 1975 apareció en la rojales, vívida y reivindicativa Facultad de Medicina de Oviedo: "No te fies ni de Dios, que Franco está en el cielo"...

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