Foucault define la medicina a finales del siglo XVIII en el “Nacimiento de la clínica” como “la modestia eficaz de lo percibido”.

La Organización Mundial de la Salud define esta en el preámbulo de su constitución como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.”

En España, dos hitos han marcado la salud en el siglo XX: la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad y la fundación de la Atención Primaria de salud, que es “la asistencia sanitaria esencial basada en métodos y tecnologías prácticos, científicamente fundados y socialmente aceptables, y a un costo que la comunidad y el país puedan soportar”.

Durante el último tercio del siglo XX y lo que llevamos del XXI se ha producido un gran desarrollo hospitalario y de atención primaria en nombre, entre otras cosas, de la accesibilidad, pero esta es más que disponer de edificios actualizados y cercanos, también se requieren recursos humanos formados y actualizados en número suficiente para cubrir la cartera de servicios ofertada, así como recursos materiales y financiación adecuada para sostenerlos.

En el mundo desarrollado los esfuerzos principales han estado dirigidos a la medicina centrada en la persona individual logrando una mejora innegable de la calidad de vida de muchas con enfermedades crónicas y resolviendo muchos problemas de los enfermos agudos, pero también multiplicando las pruebas diagnósticas y los procedimientos terapéuticos, algunos innecesarios, que conducen a una medicalización de la sociedad inaceptable por la potencial carga iatrogénica que la puede estar acompañando y la falta de valor añadido en términos de salud de muchos de los actos.

Por otro lado, la repercusión de estas actividades en la esperanza de vida de la población es escasa. Los mayores avances en la esperanza de vida se han producido garantizando la potabilidad de las aguas, la eliminación de excretas y los avances en la alimentación y la vacunación. Algunas de estas medidas ya estaban implementadas durante el Imperio romano.

También son relevantes otras intervenciones de salud pública basadas en pruebas científicas que prevengan la enfermedad, promocionen y eduquen en salud a los ciudadanos, sobre todo si van acompañadas de actuaciones sobre los determinantes sociales de la salud.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) dentro de “The Global Strategy fot Women’s, Children and Adolescent’s Health 2018-2030” pretende en palabras de Ban Ki-moon “forjar de aquí a 2030 un mundo en el que el conjunto de las mujeres, los niños y los adolescentes realicen sus derechos a la salud y bienestar físicos y mentales, tengan oportunidades sociales y económicas y puedan participar plenamente en la configuración de unas sociedades prósperas y sostenibles”. Para afrontar el desafío deberíase:

  1. Modificar los estudios de las profesiones sanitarias adecuándolos a las necesidades de la comunidad.
  2. Modificar la formación de los médicos residentes y de las enfermeras residentes para acomodarlas a las necesidades comunitarias.
  3. 3. Hacer un desarrollo sanitario sostenible.
  4. Realizar políticas correctoras de las multirresistencias a los antibióticos generadas por el uso inadecuado de los mismos en el ser humano, pero también en veterinaria o en su eliminación en el medio ambiente de forma incontrolada con alteración de los microsistemas.
  5. Impulsar en el sector sanitario la identificación de los determinantes sociales de la salud, a saber: pobreza, enfermedad mental, inequidad, violencia... porque es ineludible la confluencia sociosanitaria.
  6. Potenciar el papel de las trabajadoras sociales.
  7. Promocionar entre los profesionales de la política la necesidad de la corrección de los determinantes sociales de la salud.
  8. Implementar políticas con avales de pruebas científicas.
  9. Formar al sector sanitario sobre los efectos del cambio climático por las catástrofes naturales que acarreará, la emergencia de nuevas enfermedades o el traslado de viejas enfermedades a otros territorios, así como los problemas de nutrición, la escasez de agua potable o las consecuencias para la salud del aumento de las temperaturas en el planeta.
  10. Promocionar el compromiso de todos los sectores sociales con la sostenibilidad.
  11. Promocionar un desarrollo industrial, tecnológico y científico con respeto medioambiental y de los ecosistemas.

Todos debemos contribuir a hacer del planeta un lugar habitable: en ello nos va la supervivencia de la especie humana.