El horario, un problema, dificultaba el viaje de vuelta. El cálculo de los que decidieron regresar en el día pasaba por salir pasadas las diez. Habría que hacer al menos un par de paradas para estirar las piernas, llenar el depósito y pasar por el baño. El viaje era duro, pero asumible entre la fiel hinchada azul. Solo había un enemigo añadido: el estado del Huerna. Con nieve desde el sábado, el mal tiempo pronosticado para ayer podría dificultar un regreso en plena madrugada. Pero el oviedismo ha demostrado que no entiende de dificultades cuando se trata de animar a los suyos.

Así lo entendió, por ejemplo, la peña Riosa, que se desplazó a Almendralejo en autobús en un fin de semana con objetivos culturales y deportivos. De sábado, visita y noche en Mérida. De domingo, fútbol. La treintena de seguidores que se desplazó en autobús mantenía el ánimo intacto en la previa. Enrique Perera, Lito Cabal, Choko, Daniel Barja y Pilar Gallego eran optimistas sobre las opciones azules. "2019 nos da buena espina. Mira lo bien que hemos empezado el año", comentaban en la previa en un bar cercano al estadio.

Similar plan fue el que llevaron a cabo Aníbal García de Vega y Marta Cueto, de la peña Juan Manuel. Eran parte del autobús que la peña Juan Manuel fletó para desplazarse con el Oviedo. También con noche en Mérida, que se convirtió en centro de operaciones azules en la previa. La ciudad emeritense también acogió a la familia Asenjo Fernández: Mino y Marisa, y su hijo Iván. "Aprovechamos para visitar Mérida y Badajoz. Y para animar al Oviedo, claro", explicaba Mino.

Otros tenían un plan más cómodo. Eduardo Rodríguez y Prudencio Montes, de Pola de Siero, que quedaron en los días previos en la casa de uno de ellos, en Grimaldo, un coqueto pueblo extremeño, con encanto. "La hora del partido no ayuda al desplazamiento, pero siempre se puede arreglar algo", comentaban.

La jornada para los desplazados (salvo para los seguidores de Symmachiarii a los que se les negó la entrada en las mismas taquillas del estadio) fue redonda con lo que se pudo ver en el terreno de juego. Al celebrado 0-2 le siguió el tradicional paseíllo hasta el fondo donde se situaron los más de cien oviedistas que quisieron apoyar a los suyos.