En el medio minero. «Un día veo en "El País" un anuncio de un puesto de trabajo en Asturias para algo como lo que yo estaba haciendo en Madrid con los centros educativos municipales. Era la dirección del Orfanato Minero, nos presentamos unos cien y me seleccionaron. Allí estuve, desde 1988, durante los últimos 15 años de mi vida profesional e hicimos una gran reforma educativa y de puesta al día, tanto de los internados como de la línea educativa. Estoy legítimamente satisfecho y conmigo todos los equipos con los que trabajé. En sus casi ochenta años de existencia, el Orfanato cumplió una función importantísima, como proyecto que nace del SOMA (Sindicato Obrero de los Mineros de Asturias), impulsado por Manuel Llaneza. Durante esos quince años viví en contacto con un medio que desconocía, el minero, y conocí problemas muy importantes de las familias, además de vivir las reestructuraciones de la minería. Conocí a Víctor Zapico, consejero de Industria, porque lo tuve de primer presidente del Patronato».

Especie única. «Y vino la crisis de Juan Luis Rodríguez-Vigil por el "Petromocho". Zapico tenía una obsesión que le honra: sacar a Asturias adelante, y esa obsesión es la base de su equivocación porque ve un gran recurso para Asturias. Pero ya sabemos la historia: Juan Luis dimite y su comportamiento le ha dado prestigio. Es un hombre muy competente, además de ser también "especie única". Llega Trevín como presidente del Principado, que es un hombre oportuno y discreto, en el sentido clásico de la palabra: sabe estar y sabe decir. Claro, estoy hablando de amigos. Por ejemplo, cuando yo me presente a las elecciones municipales de 1995 en Villaviciosa, Trevín vino a apoyar mi candidatura y abrió la campaña aquí. Durante la etapa de Marqués tuvimos algunos problemas, aunque no por causa de su Gobierno. Fue el momento más duro porque nos acusan a todo el patronato de delitos que no habíamos cometido, tipo cohecho o malversación, aunque nosotros no éramos funcionarios. El juez Azparren lo sobreseyó y la Audiencia le llamó la atención por haber mantenido aquello abierto durante tanto tiempo, y por ello estuvimos unos meses en la picota con campañas de prensa, no de LA NUEVA ESPAÑA. Lo estoy recordando ahora mismo con dolor».

Presidentes del patronato. «Después de Zapico, había sido presidente del patronato Alejandro Rodríguez, un señor muy de derechas y absolutamente encantador. Y el tercer presidente que yo tuve fue Javier Fernández, de quien tengo un concepto altísimo, y finalmente Luis María García. Javier Fernández, ya lo he dicho muchas veces, es un hombre de una gran rectitud, cultísimo (en literatura, historia…) y muy templado y conciliador. Le encuentro un problema: no tiene pasión por el poder, aunque sí una gran convicción política. A lo mejor necesitamos una persona así. Trabajé cuatro años muy cerca de él y contaba que siendo director general de Minas del Principado se le presentó al comienzo en el despacho un señor con boina y le dijo. "Usted es presidente de un patronato". Era yo. Hay también un tiempo en el que Manolo de la Cera me ofrece y me nombra director de la Fundación José Barreiro, del PSOE, y allí estuve diez años».

Bajo el monte Cubera. «Pese a andar por varios sitios nunca perdí el contacto con Villaviciosa y, como es sabido, los de la Villa somos muy fanáticos de la Villa. Y en 1982 aquí hay dos sucesos urbanísticos muy serios: uno, que tiran aquí mismo, en la plaza del Huevo, un edificio modernista, la casa de Conchita Vallina, hija de Norberto de la Vallina, que había sido alcalde y era de la familia de Sidra El Gaitero. Al mismo tiempo derriban una casa para hacer otra y aparece un paño de la muralla medieval que hizo construir Alfonso X el Sabio. Un clamor dice que "esi montón de morrillos hay que tiralos". Fue entonces cuando pensé que había que hacer algo y durante el invierno incubé la idea de crear una asociación. Un llanisco, Félix Rodríguez Madiedo, me pasó los estatutos de la asociación Amigos del Paisaje de Llanes y hablé con amigos sensibles a esto. Junto a tres de ellos convocamos una asamblea y reunimos a veintitantas personas. Cubera es el nombre de este monte totémico que tenemos al lado de la Villa y por lo de "amigos de paisaje" nos achacaban que era un concepto muy burgués, muy superficial. Pero hoy se habla de paisaje en el sentido de la ecología y nosotros también introdujimos el concepto de desarrollo sostenible, que nadie sabía lo que era y hoy ya lo maneja todo el mundo. En cerca de 30 años ha sido una asociación que está cumpliendo un papel importante y que tiene cerca de 600 socios, que para este tipo de entidades es mucho. Entre muchos hemos hecho la revista, publicaciones, investigaciones, y en 1991 recibimos el premio "Pueblo ejemplar" de la Fundación Príncipe».

De la Nestlé al Riera. «Villaviciosa es un sitio ideal para estar jubilado, para veranear, pero podría ser mucho mejor si tuviera resueltos varios problemas importantísimos. El primero es el polígono industrial. Es inexplicable, impensable, impresentable que Villaviciosa, con 15.000 habitantes, no tenga un polígono industrial y haya habido alcaldes con mayorías absolutas que no se han preocupado de ello. Es necesario para el arraigo de la población porque miro alrededor y el fenómeno de la emigración juvenil cualificada fuera de Asturias es gravísimo: no es ni una leyenda ni urbana. Y en conexión con esto pasa lo siguiente: ahora cierra ya lo que quedaba de la Nestlé, que fue un acontecimiento histórico importantísimo. Con la Nestlé sale Villaviciosa de la pobreza, de la gran pobreza de la posguerra, con 300 puestos de trabajo directos y, en épocas, muchos más. Y se va y todavía no hemos visto una pancarta en la calle, que a lo mejor no detiene nada, pero sería un testimonio. Hay otros problemas, como el del edificio del Ateneo Obrero, que se está hundiendo y con el que me temo que haya otros intereses. Ahora hay una nueva directiva de la que espero mucho, porque son gente de mucho valer, pero me temo que se van a encontrar con muros inexpugnables. Otro problema es la Casa de los Hevia, donde aquel chico, Carlos de Borgoña, que en su día sería rey y después emperador, pasó cuatro noches. Ahí está el edificio, muriéndose, no de risa, sino de pánico. Lo más grave es que no se sabe qué meter ahí, pero no estaría mal llevar allí la biblioteca municipal y de paso resolver otro gran problema: que la biblioteca, con 30.000 ejemplares, estaba funcionando muy bien y una alcaldada se la lleva a un sitio a desmano donde la mitad del fondo está empaquetado, es decir, está secuestrado, y secuestrar una biblioteca tiene un significado. Y no tiene capacidad, por ejemplo, para recibir la colección de libros de poesía de Víctor García de la Concha, que es la segunda colección de España después de la de la Biblioteca Nacional. Y finalmente está el problema de seguridad del teatro Riera, que no tiene resuelto la evacuación. En Madrid viví el incendio de la discoteca Alcalá, donde murieron todos aquellos chicos y fue trágico».

Dominicos y Unamuno. «Ahora me dedico a lo que siempre quise hacer: investigar, estudiar, escribir. Tengo suerte porque además de lo que haga en Cubera trabajo en varios temas, por ejemplo, Palacio Valdés. He preparado la edición de su novela "La fe", única en su producción, una obra prohibida por todas las censuras civiles, militares y eclesiásticas. Es un tratado de mística puesto en un cura que está en un lugar llamado Peñascosa, que es Luanco. Tengo mucho contacto con el Archivo Unamuno de Salamanca y he preparado la edición crítica de su "Diario íntimo" por encargo de la Universidad de Salamanca. Y con los Dominicos de Salamanca realizo frecuente publicaciones, también sobre su relación con Unamuno, que iba mucho a San Esteban y allí pasa los famosos días de la crisis, cuando se encierra en una celda».

Bromas con la ceja. «Vivo de mi jubilación estrictamente; no tengo ni quiero más. Mi estado de ánimo es bueno, pero el mundo me tiene desconcertadísimo: veo un mundo que no va a ningún sitio, sin líderes, sin dirigentes. Me dan miedo las tensiones sociales que pueda desencadenar la crisis. Soy creyente y, precisamente por eso, soy terriblemente crítico con la jerarquía de la Iglesia. A la Iglesia la está salvando la Iglesia, es decir, esos millones de creyentes sinceros, laicos, monjas, frailes, curas, gente buena que reza, que confía en Dios y que es solidaria y ayuda. Pero en la jerarquía… Un juicio general sería falso, pero hay cosas de enfoque o de gobierno (y no las más espectaculares y más repugnantes, como la pederastia). Vamos a ver: aquí hay un arzobispo, no me duele decirlo, que se ha alineado con una línea política militantemente y a mí me hirió mucho, porque además tomó a chacota a los "de la ceja", es decir, bromeó con un sector de su diócesis que es mayoritario o por lo menos la mitad».