Para percibir el mundo tal cual es necesitaríamos un cerebro del tamaño de un edificio, así que casi toda nuestra experiencia es ilusoria. El cerebro humano sólo alcanza a simular la realidad, explica Susana Martínez-Conde (La Coruña, 1969) que, con su marido, Stephen Macknik (Ohio, EE UU, 1968), también neurocientífico, ha recurrido al mundo de la magia para desvelar el funcionamiento del cerebro. Este matrimonio de científicos, directores del Neurological Institute de Phoenix, Arizona (EE UU), considerados los primeros neuromagos, da cuenta en «Los engaños de la mente» (Destino) de cómo los trucos de los ilusionistas sirven para adentrarse en los límites de la percepción.

-¿Los magos están a años luz de los neurocientíficos en conocimiento del comportamiento y de la percepción?

Llevan cientos de años explotando conceptos que son novedosos para la neurociencia cognitiva, como la ceguera al cambio y la ceguera por desatención -ser ciegos a las cosas que cambian o a las que no prestamos atención-. Los neurocientíficos hemos estado mucho tiempo reinventando la rueda; si nos hubiéramos fijado en ellos, nos hubiéramos ahorrado mucho.

-¿Vivimos en una ilusión?

Sí, la mayor parte de lo que experimentamos es parcialmente ilusorio. No tenemos una correspondencia perfecta con la realidad. El mundo no es ni como lo vemos, ni como lo oímos ni como lo recordamos.

-¿Todo es una construcción?

Nuestro cerebro construye una simulación de la realidad que muchas veces es muy cercana a ella, pero no es una reconstrucción, es una simulación.

-¿Vemos lo que queremos?

No tanto lo que queremos ver como lo que esperamos ver. Nuestras expectativas determinan en gran manera nuestra percepción, pero no somos conscientes.

-¿Esas expectativas tienen que ver con nuestro pasado?

Con nuestra experiencia, nuestros recuerdos y con el cableado del cerebro. El engaño es inherente al cerebro. Lo difícil es no engañarlo. Nos estamos engañando constantemente unos a otros y a nosotros mismos inconscientemente.

-¿Por qué nos engañamos?

Porque para percibir la realidad tal como es nos haría falta un cerebro del tamaño de un edificio. Nuestro cerebro puede registrar sólo detalles de la realidad, el resto lo inventa, rellena huecos mediante algoritmos y atajos. Ese rellenado de huecos abre muchas vías para que tanto magos como artistas o científicos puedan manipular nuestra percepción de la realidad.

-¿Tomamos muchos atajos?

Muchísimos. Las primeras áreas del cerebro que se encargan de procesar información visual no ven el interior de los objetos, sólo ven los bordes y, basándose en ellos, las áreas superiores inventan o rellenan el interior.

-¿Los magos lo intuían?

Los magos no tenían forma de saber el proceso de rellenado, dónde ocurre en el cerebro, a qué nivel de la corteza cerebral se dan estos procesos ni el cableado neuronal que los soporta. Lo que sí sabían es que hay muchos huecos en nuestra percepción y que el cerebro -o la mente- toma atajos.

-Dominan el funcionamiento de la atención.

Los magos utilizan la misma metáfora que utilizamos en neurociencia, el foco de la atención: donde ponemos la atención es más visible que el resto, lo realzamos.

-¿Desechamos el 95% de lo que ocurre a nuestro alrededor?

Si nos miramos la uña del dedo pulgar a la distancia del brazo, el único lugar donde tenemos visión de alta resolución es en esa uña, en el resto del campo visual somos legalmente ciegos. La información visual es muy limitada.

-«Los magos saben que la multitarea es un mito», repite.

Si hacemos varias cosas a la vez, las haremos mal porque no podemos repartir la atención y mantener la eficacia, y esto es algo que se aprovecha en muchos trucos de magia. La cuestión es dividir la atención y evitar focalizarla en un único lugar. Divide y vencerás.

-Un truco de carterista le ha sido muy útil, al parecer.

Colaboramos con Apollo Robbins, que se hizo famoso cuando robó carteras, placas de identificación y documentos del servicio secreto de Jimmy Carter. Es buenísimo. Nos dijo que cuando sustraía la cartera de un voluntario en el escenario la atención variaba si hacía un movimiento curvo o en línea recta. Eso nos dio que pensar que podía haber una relación entre la atención y cómo movemos los ojos. Analizamos en el laboratorio vídeos suyos y grabamos el movimiento ocular de los observadores. Efectivamente, vimos que el movimiento curvo es más efectivo porque la mirada del espectador se desplaza de la trayectoria y se queda en el final del movimiento, mientras que en el recto se centra tanto en el principio como en el final del movimiento e ignora la trayectoria. Gracias a un mago descubrimos que hay dos tipos de movimientos oculares diferentes que desconocíamos en neurociencia.

-¿Qué otros hallazgos hizo?

Estamos colaborando con magos para investigar la influencia del humor y otras emociones en la atención. Registramos en el laboratorio el movimiento de los ojos de personas a las que inducimos un estado emocional mientras ven unos videoclips. Nuestra hipótesis es que la persona que experimenta una emoción es menos capaz de advertir cambios.

-El estado emocional es susceptible de restar atención.

Claro, y es algo que los magos consiguen a través del humor. Utilizan el humor para generar una buena relación con el público y que desee que tenga éxito, y no intente descubrir el truco de magia. También usan el humor como herramienta de distracción en momentos clave.

-Recomienda aprender de los magos para mejorar la vida.

Las enseñanzas de los magos son muy valiosas para la vida cotidiana: eso de que la multitarea es un mito y que no podemos mandar mensajes mientras estamos al volante, ni siquiera hablar por teléfono con el manos libres porque nos puede distraer la atención. O cuando se equivocan y siguen adelante porque saben que el público ni se enteró. En la vida cotidiana nos ocurre lo mismo, pero no solemos tener presente la limitación de la capacidad del cerebro de los demás, pensamos que todos se dan cuenta del error, cuando la mayoría de las veces no es así. Si somos conscientes de esa limitación, tendremos muchas más posibilidades de salir airosos.

-Dice que también es útil para el autismo o el alzheimer.

Los magos utilizan las claves sociales de la atención. El público mira donde mira el mago, es un acto reflejo que llamamos atención conjunta. Como cuando alguien mira en la calle a un punto y al rato tiene un corrillo de gente mirando hacia el mismo lugar. Esa atención conjunta falla en los autistas, por eso la magia puede ayudar a su diagnóstico y terapia. También en el alzheimer se pueden desarrollar terapias basadas en la manipulación de la atención. Se trata de aprovechar al máximo los recursos cognitivos que le quedan al paciente para mejorar su calidad de vida. Y se puede llevar al ámbito educativo: el maestro podría gestionar la atención de los alumnos como los magos la del público.

-Y son útiles para la publicidad o la política.

No sólo los magos saben utilizar el engaño del cerebro. También se aplican sus herramientas en la publicidad, la política, el mundo del crimen, en las estafas...

-Otro de sus hallazgos son los movimientos microsacádicos.

Son movimientos muy pequeños de los ojos que hacemos de manera inconsciente al fijar la mirada. Se había concluido que no servían para nada y nosotros llegamos a demostrar que son fundamentales para mantener la visión, porque, si dejamos de mover los ojos al fijar la vista, el mundo desaparece. Sólo podemos ver cosas que cambian y cuando algo no cambia y permanece estático, el cambio lo introduce el movimiento de los ojos.

-Estudió Psicología Experimental y luego se doctoró en Neurociencia por la Universidad de Santiago. Entonces su ídolo era el Nobel David Hubel.

Era mi ídolo porque es un gigante de la neurociencia, premio Nobel por sus descubrimientos en el sistema visual. Fui a un congreso en Soria para verlo y me ofreció, de forma inesperada, trabajar con él en su laboratorio.

-¿Cómo empezó la colaboración con su marido?

Nos conocimos en 1997 cuando ambos éramos investigadores de posdoctorado en el laboratorio de Hubel en Harward. Empezamos a colaborar allí y nos hicimos pareja luego, en 2002, cuando coincidimos en el University College of London, y desde entonces trabajamos juntos.

-¿Cómo se les ocurrió recurrir a los magos?

En un congreso de la asociación para el estudio científico de la conciencia, en 2007, en Las Vegas. Queríamos darle una mayor proyección social combinando arte y ciencia y, viendo los carteles que anunciaban los espectáculos de grandes magos, nos dimos cuenta de que ellos eran los artistas de la consciencia. Invitamos a cinco grandes magos para que nos contasen cómo funciona la magia en la mente del espectador y tuvo gran éxito, fue portada del «New York Times», y ése fue el comienzo de nuestra colaboración. Fue una suerte porque estos magos no sólo son maestros de la magia, sino que son también teóricos de la magia y están interesados en por qué funciona y en la percepción del comportamiento humano.

-¿Ha suscitado recelos en la comunidad científica?

No. La primera reacción fue de sorpresa, y luego dijeron «esto puede ser una mina, cómo no se nos ocurrió antes». El primer artículo conjunto fue portada del «Nature Reviews Neuroscience» y al congreso anual de la sociedad internacional de neurociencia de 2008, en el que participaron varios magos, acudieron 7.000 neurocientíficos.

-Usted y su marido tienen un espectáculo de magia.

Tras estas investigaciones, decidimos introducirnos más en lo que significa ser mago y nos sometimos al examen de la Academia de Artes Mágicas. Hicimos un espectáculo, y nos aceptaron, en esa y en las más importantes sociedades mágicas, pero somos mejores neurocientíficos que magos. No cambiaremos de profesión.