Noventa y tres años después de su creación, la marca Hidroeléctrica del Cantábrico, su contracción (Hidrocantábrico) y su acrónimo (HC) han dejado de figurar desde hace una semana en los recibos de la luz de la generalidad de los asturianos. La histórica y casi centenaria denominación persistirá como razón social de la compañía asturiana, filial de la portuguesa EDP, y como enseña en el ámbito de las redes de distribución del grupo, pero no ya en la relación con los clientes. La marca portuguesa EDP ocupará su lugar tras haber convivido ambas referencias desde julio de 2011.

La marca Hidroeléctrica del Cantábrico, íntimamente vinculada a la memoria colectiva de los asturianos desde hace cuatro generaciones y dominante en la región durante el último siglo, sigue así los pasos de la enseña astur-cántabra y antaño vasca Electra de Viesgo, la referencia en las comarcas mineras y zonas del oriente de Asturias y que en 2008 fue sustituida por la marca E.On, denominación de uno de los grandes grupos energéticos alemanes, que se hizo con el control de Viesgo tras su adquisición a la italiana Enel, que a su vez la había adquirido a la española Endesa.

Las marcas HC y Viesgo se repliegan en un proceso de creciente globalización de la economía, en el que los fenómenos transfronterizos y de integración de los mercados son cada vez más generalizados en la búsqueda de economías de escala. Esta dinámica, tendente a la reducción de costes operacionales, acaba abocando a la simplificación del manejo de marcas diversas, bien unificándolas (caso de Viesgo y E.on) o especializándolas por segmentos de mercado o por áreas de negocio, caso de EDP y HC: la primera pasa a ser la marca comercial única en todos los países (en España tiene dos millones de clientes) mientras que las denominaciones HC y Naturgás se perpetuarán como denominaciones para las redes de distribución (de electricidad la primera y de gas la segunda) en el mercado español.

La norma europea que obliga a diferenciar la nomenclatura de las actividades de comercialización y distribución de cada grupo energético acabó por decidir al operador lisboeta, dueño hegemónico de HC Energía desde 2001. Lo dijo este miércoles Miguel Stilwell, consejero delegado de HC y ejecutivo del grupo portugués: «Estamos obligados a la diferenciación de la imagen de nuestras actividades reguladas de la de las liberalizadas. Así que hemos decidido optar por una sola marca para actuar en el mercado liberalizado y mantener las marcas históricas en el negocio de la distribución».

Pero esta suerte de «selección de las especies», en la que unos operadores se imponen a otros y unas marcas sobreviven al resto está en el mismo origen de la marca HC y en su posterior expansión.

La marca HC surgió y acrecentó su implantación entre el 1 de enero de 1920 y el 4 de marzo de 2013 merced a la anexión, absorción y asimilación de otras enseñas, muchas de ellas mucho más antiguas, incluida aquélla que la antecedió (Sociedad Civil Privada Saltos de Agua de Somiedo) y de la que es heredera directa. Tanto ésta como aquellas otras que fueron deglutidas por HC en los últimos noventa y tres años acabaron desapareciendo a medida que la sociedad Hidroeléctrica del Cantábrico ampliaba sus posiciones y sus dominios.

Este origen y trayectoria explican que una empresa como HC Energía, con un marcado carácter termoeléctrico desde los años sesenta, haya operado hasta ahora mismo con una marca y una razón social contradictoriamente hidroeléctrica.

Esta paradoja no existió en el inicio. HC es heredera de la Sociedad Civil Privada Saltos de Agua de Somiedo, constituida en marzo de 1913, y concebida para el aprovechamiento hidráulico.

La electricidad, la denominada hulla blanca, fue la referencia energética en el arranque del siglo XX, como antaño lo había sido el carbón y luego también el gas y el petróleo. Desde los últimos años del XIX el suministro eléctrico pasó a ser factor crucial de las sociedades modernas y la hidráulica se convirtió en la novedosa fuerte primaria de energía.

El cambio de denominación de Saltos de Agua de Somiedo a Hidroeléctrica del Cantábrico obedeció a la propia expansión del negocio y a la necesidad de reclutar capitales para sostener su progresión y expansión. Más que el cambio de denominación (en origen se denominó Hidroeléctrica del Cantábrico-Saltos de Agua de Somiedo), lo relevante fue el cambio de naturaleza societaria con el fin de mutar su personalidad jurídica en sociedad anónima, una modalidad con más capacidad para aglutinar a nuevos inversores. Que esta transformación se produjera el 31 de diciembre de 1919 (al día siguiente surgió la actual empresa HC) fue consecuencia de la anexión de un competidor, la Sociedad Electra Asturiana, fundada en 1899, y cuyos activos se repartieron Saltos de Agua de Somiedo y la Sociedad Popular Ovetense, fundada en 1898 para el suministro de agua potable y electricidad a la capital asturiana. Los banqueros Policarpo Herrero Vázquez e Ignacio Herrero Collantes eran accionistas de las dos sociedades compradoras y un yerno y cuñado de los anteriores, Martín González del Valle, era fundador de la adquirida y cofundador de la empresa somedana, una de las adquirentes.

Desde su origen en 1913 y de nuevo con su transformación en HC en 1919, los Herrero lideraron la compañía, que desde su arranque aglutinó a diversos promotores capitalistas, como José Tartiere Lenegre (Banco Asturiano), Narciso Hernández-Vaquero y otros, varios de los cuales (Benito Collera y Celestino García) también eran accionistas del Banco Herrero, la entidad creada en 1912 a partir de una casa de banca preexistente, también propiedad de la dinastía Herrero.

La electricidad vino a sustituir en iluminación al gas de hulla, las grasas animales y vegetales y los aceites minerales. Además supuso un factor crucial de modernización y de desarrollo industrial por su versatilidad, capacidad de transporte y flexibilidad. Pero también por su menor carestía que el carbón autóctono, cuyo alto coste comparativo había sido un factor penalizador para el desarrollo fabril español.

Si en el primer año del siglo XX la potencia instalada en España era de 85 kilovatios, en 1913, cuando surge la sociedad Saltos de Agua de Somiedo, eran ya 260 y cuando, a fines de 1919 se disuelve para transformarse en HC, se había llegado a 487. Por tanto, la actual HC y su antecesora somedana se constituyeron en unas circunstancias propicias y en un período de clara apuesta por esta fuente energética. País Vasco, Madrid y, a más distancia, Navarra, Asturias y Cataluña (en suma, la España industrial) fueron las regiones que primero y más se electrificaron, según Carles Sudrià.

Electra Asturiana no fue la única marca y empresa engullida por HC. A fines de 1939 (poco después del fin de la guerra y en una ciudad muy devastada como Oviedo) HC absorbió a la Sociedad Popular Ovetense (fundada por los Herrero, Tartiere, González-Olivares, Masaveu, García San Miguel, Aramburu, Sela Sampil, San Román y otros), que en 1899 ya había engullido a su vez a González Alegre, Polo y Cía., con fábricas de gas, electricidad y yeso. Y en agosto de 1944 (en plena autarquía y en un período crítico de la economía nacional) HC se hizo con el dominio de la Compañía Popular del Gas y Electricidad de Gijón, fundada en 1901 por Alvargonzález, Ruiz Gómez, Innerarity, Sánchez Llano, Menéndez y otros. Con anterioridad, esta sociedad ya había absorbido a su vez la a Electra Industrial de Gijón en 1906, a la Compañía Popular de Avilés en 1913, a la Fábrica de Electricidad de Illas y a la Fábrica de Electricidad de Candás.

Fue así, con unas y otras tomas de control, como HC ganó mercado y capacidad instalada, en una expansión regional que la erigió en líder indiscutida del sector en el mercado asturiano. Hidrocantábrico aún acrecentó más sus dominios cuando, en 1957, absorbió a La Belmontina, que databa de 1899, y cuando en 1962 se quedó con ERCOA (Eléctricas Reunidas del Centro y Oriente de Asturias), constituida en 1931 por transformación de la antigua Electricista de Langreo, con origen en 1904.

En todo ese proceso de expansión, Hidroeléctrica del Cantábrico siguió realizando inversiones en nuevas centrales hidráulicas entre 1942 y 1975; en 1962 se introdujo -en alianza con Electra de Viesgo y la Compañía Eléctrica de Langreo (actual Iberdrola)- en centrales termoeléctricas clásicas (carbón) y desde 1967 amplió su apuesta por este tipo de generación, pero ahora ya en solitario. En 1986 protagonizó su primera y por ahora incursión en energía nuclear, con la toma de una participación en la central de Trillo; en 1987 creó Gas de Asturias (actual Naturgás) para la implantación del gas natural en el Principado y en 2000 inició en Castejón (Navarra) la era del ciclo combinado (plantas térmicas alimentadas con gas natural), que en 2007 también empezó a implantar en Asturias.

En este proceso la compañía no estuvo exenta de ataques hostiles por parte de otros operadores. Unión Fenosa (resultado de la fusión de una eléctrica madrileña con algún accionista asturiano relevante y de otra gallega) intentó varias veces hacerse con el dominio de Cantábrico. Entre 1992 y 1993, la energética galaico-madrileña (que en 2008 acabó engullida por la catalana Gas Natural) llegó a adquirir de forma subrepticia el 7,5% de Cantábrico.

El sector eléctrico se había desenvuelto hasta entonces como un negocio oligopolístico, en el que existían pactos tácitos de mutua no agresión. En este contexto, la intromisión de Fenosa en Cantábrico supuso una convulsión y una ruptura del modelo de relaciones entre operadores. La reacción de HC fue fulminante y contundente, con cambios estatutarios y adopción de blindajes. El enojo en la compañía asturiana fue aún mayor porque aquella maniobra se produjo sólo seis años después de que Cantábrico hubiese acudido en auxilio de Fenosa, fuertemente endeudada. En el marco del llamado Acuerdo de Intercambio de Activos del Sector Eléctrico, HC adquirió a Fenosa el 7% de la central nuclear de Trillo y el mercado de Unión Eléctrica Fenosa en Asturias.

La venta del Banco Herrero a la Caixa en 1995 y la posterior reventa de la entidad financiera asturiana en agosto de 2000 al Banco Sabadell (un grupo bancario sin participaciones industriales) colocó a HC en un contexto inédito. Si antaño había llegado a tener el respaldo de hasta cuatro entidades financieras de referencia (Banco Herrero, Banca Masaveu, Banco Asturiano -y luego el sucesor de éste, el Banco de Bilbao- y Cajastur), el arranque del siglo XXI sorprendió a la eléctrica regional con la caja asturiana como único accionista financiero.

La debilidad accionarial fue olfateada en el mercado por otros competidores nacionales e internacionales, pero quien precipitó el acoso y cerco a la compañía fue un accionista desde dentro: el grupo energético estadounidense Texas Utilities (TXU), accionista de HC desde 1998, fue el que dio el primer paso y desencadenó los ataques sucesivos.

A la oferta pública de adquisición (opa) lanzada por TXU se sumaron entre 2001 y 2011 otras cuatro ofertas. Los intentos de compra inmediatos los protagonizaron la española Unión Fenosa, la alemana Energie Baden-Württemberg (EnBW) en alianza con la española Ferroatlántica (Grupo Villar Mir), la también germana Rheinisch-Westfälisches Elektrizitätswerk (RWE) y Cajastur con el apoyo de la lusa Electricidade de Portugal (EDP), actual Energías de Portugal. A tales operaciones se sumaron los amagos e intentonas frustrados de la belga Electrabel (que llegó a adquirir acciones de HC en el mercado para tomar posiciones) y de la gala Eléctricité de France (EDF), que finalmente intervino de modo indirecto a través de su participada alemana EnBW.

La opa la ganaron el pacto de EnBW y Ferroatlántica (su oferta fue la más alta), pero el blindaje estatutario que existía en HC le dio todo el poder al tándem minoritario: Cajastur-EDP. Esta evidencia y las posteriores dificultades de EnBW dejaron el camino expedito para que los socios astur-portugueses, que ya tenían el dominio del consejo, se hicieran con el control accionarial tras un acuerdo con EnBW.

Instaurado el nuevo poder bicéfalo, EDP y Cajastur suscribieron un pacto de accionistas en 2004 con vigencia hasta 2010. EDP pasó a ser el accionista hegemónico en la eléctrica asturiana y Cajastur se convirtió en socio minoritario en HC y de referencia en EDP.

Desde 2010 el acuerdo es tácito, basado en el entendimiento. Pero el contexto ha cambiado. Entonces el Estado portugués tenía el control de EDP. Desde diciembre de 2011 quien controla el 21,35% es el Estado chino a través de una compañía pública (CTG). Entonces Cajastur era el dueño del 5,01% de la portuguesa, pero desde 2011 ese paquete pasó a Liberbank, un banco bajo control mayoritario de Cajastur, pero sometido a un proceso de recapitalización.

Esta semana, la marca HC pasó a operar sólo en el ámbito de la distribución y Liberbank llegó a un acuerdo con el grupo asturiano Masaveu (inversor en EDP y ex accionista de HC y de la Sociedad Popular Ovetense) por el que ambos integraron sus participaciones en EDP (6,18%) en una sociedad conjunta, Oppidum Capital, bajo mayoría de Masaveu. Comienza una nueva etapa.

La compañía asturiana HC Energía no dejó de crecer durante el decenio largo que lleva bajo control luso (2001-2013). La portuguesa EDP (entonces Electricidade de Portugal y ahora Energías de Portugal) ha utilizado Cantábrico, según los compromisos pactados, como principal vehículo inversor en España. Asturias también fue el origen de su actual negocio mundial en energías renovables. Ésta es la razón por la que su filial especializada mantiene también su sede en Oviedo. EDP Renovables tiene más de 2.200 megavatios instalados en España y el 25 por ciento de los titulados superiores que trabajan en la compañía son asturianos. Y en gas, la compra de la vasca Naturcorp y su fusión con Gas de Asturias consolidó una nueva sociedad, Naturgás, con sede social en el País Vasco y centros operativos en ambas regiones. El conjunto del grupo HC-EDP emplea en Asturias a más de 1.100 personas.

En este último decenio el grupo ha invertido a través de HC cerca de 2.000 millones en nuevas instalaciones de generación (segundo ciclo combinado en Navarra y dos en Asturias) y en la compra de la gasista vasca Naturcorp y de redes de suministro y distribución de gas en Cantabria, Extremadura y Murcia.

Otras inversiones, como la entrada en la regasificadora de Gijón y el proyecto de un ciclo combinado en El Musel, están aparcadas por la caída de la demanda a causa de la crisis económica y en el segundo caso también por el proceso de autorización.

En los últimos doce años, la potencia instalada (sin renovables) pasó de 2.500 a 3.800 megavatios, los kilómetros de redes eléctricas se ampliaron de más de 18.000 a 22.800, los puntos de suministros de gas crecieron de más de 500.000 a más de un millón y los de suministro eléctrico, de cerca de 550.000 a más de 650.000. La compañía, que opera en diversas regiones españolas en el mercado libre, anunció el miércoles su intención de impulsar su expansión comercial por España, sobre todo en territorios, fuera de sus feudos históricos, que es en los que tiene mayor potencial de crecimiento. Es la respuesta a la creciente penetración de competidores españoles en el mercado portugués. HC, que es la cuarta eléctrica tradicional española en tamaño, con una cuota de generación eléctrica del 5% o 6% en España, controla el 11% del mercado liberalizado. En gas domina el 8%.