Purificación Zapico Maroto, "Purina", está considerada una de las pioneras del balonmano en España, deporte que introdujo en Asturias, concretamente en Laviana, donde se guarda un recuerdo imborrable de ella. Hija de un militar lavianés, Mariano Zapico Menéndez-Valdés, el último gobernador civil de la República en Cádiz, fusilado por los sublevados al inicio de la Guerra Civil, se mantuvo firme en sus convicciones republicanas, abandonó España en 1939 con el que poco después sería su marido, Antonio Stuyck, y no regresó hasta la muerte de Franco. Su vida fue apasionada y apasionante. No sólo fue una mujer adelantada a su tiempo, deportista y estudiosa, merced a las convicciones liberales de su padre, sino también altruista. En Londres, por ejemplo, cuidó de los "niños de la guerra", junto a Luis Gabriel Portillo, padre del político conservador británico Michael Portillo. Y en Caracas, donde se estableció en 1947, enseñó en un colegio para niñas invidentes. A mediados de los cincuenta se embarcó, además, en dos expediciones al Amazonas. Aunque nacida en Valladolid, cuando se le preguntaba aseguraba sin dudar: "Soy asturiana". Falleció en Venezuela el pasado 15 de agosto, a los 96 años.

Pero si Purina Zapico se hizo conocida fue por practicar y divulgar deportes poco comunes en España, como el balonmano o el hockey sobre hierba, de cuya selección nacional formó parte en un torneo preolímpico celebrado en el Berlín de 1936, como señala su hija Ana María, "Mamby", Stuyck, afincada en Venezuela. "Fue la única vez que estuvo en Alemania", asegura. No consiguieron clasificarse para las Olimpiadas, aquellas en las que Jessie Owens humilló al orgullo nazi.

El balonmano en España empezó a introducirse en los años veinte, con los Boy Scouts, pero su mayor impulso fue en los años de la II República, con el desarrollo del deporte femenino universitario. Por alguna razón se consideraba que el balonmano era un deporte "muy apto" para mujeres. Lo cierto es que era una modalidad deportiva muy distinta del balonmano actual. Para empezar, se jugaba en un campo de fútbol, con equipos de once jugadores y con un balón más grande. El área, que ahora es de siete metros, tenía entonces diez. Las pioneras del balonmano a once, como Purina Zapico, tenían, además, otras limitaciones, las que establecía el decoro de entonces, que las obligaba a jugar con unos grandes faldones que casi les llegaban a los tobillos. Entre septiembre y octubre de 1932 se realizaron algunos partidos de exhibición de "hand-ball" a cargo de la Federación Universitaria Escolar (FUE). Y ese mismo año se crearon equipos en centros como el Instituto-Escuela, el Liceo Francés, el Colegio Akademos, el Instituto Cervantes, el Instituto Lope de Vega, el Instituto Cardenal Cisneros y el Instituto Velázquez, en el que estaba Purina Zapico.

El primer torneo castellano se celebró en 1934, con la colaboración del Deutsche Turnverein o círculo deportivo de la colonia alemana en España, que prestó su asesoramiento técnico. El segundo torneo se celebró en 1935. Purina Zapico ya se había convertido en una de las mayores animadoras de este deporte en Madrid, como lo prueba un artículo publicado en 1936 en la revista "Aviación y Deportes", en el que se auguraba una excelente temporada para el balonmano femenino.

Pero 1936 iba a cambiar las vidas de todas aquellas deportistas universitarias. El 18 de julio Purina Zapico estaba en Cádiz, junto a su familia. Tras el golpe de Estado y la detención de su padre, que sería fusilado poco después, la familia fue confinada y sometida a especial vigilancia por las tropas sublevadas en Medina Sidonia. Más tarde, destrozados por el trágico final del cabeza de familia, se trasladarían a Valladolid. La hija de Purina Zapico asegura que su madre "no hablaba mucho de este período, porque lo pasó muy mal". Mamby Stuyck asegura que su madre acudió a Pola de Laviana en 1938 como miembro del Auxilio Social, "para que le dieran el pasaporte y poder salir de España". Allí estaba su abuela, Luisa Menéndez Valdés, viuda de Zapico. Apenas estuvo en Laviana nueve meses, pero el poso que dejaron ella y su hermana Carmina ha perdurado más de setenta años.

Una prueba de ello es la admiración que aún transmite una de sus pupilas, Luisa Álvarez, capitana de la selección asturiana que en 1944 ganó el Campeonato de España frente al combinado de Madrid, un hito en la historia del balonmano asturiano. "No teníamos gran cosa que hacer y nuestros padres estaban contentos de que saliésemos de casa, donde no había mucho para comer", asegura esta veterana de casi 85 años, que aún reside en Pola de Laviana. "Íbamos a misa de ocho todos los días y a continuación entrenábamos en el campo de deportes de Fontoria, donde el frontón. Hacíamos una rueda y nos pasábamos el balón", rememora. No recuerda a Purina Zapico como una entrenadora dura, pero sí plena de encanto. "Era muy salada. La que nos enseñó fue ella, aunque también hay que acordarse de Carmina, que jugaba con nosotras", asegura. "Jugábamos con un balón de fútbol y con las porterías del Titánico. Teníamos que comprar los calcetines y las alpargatas, pero fueron los mejores años de nuestra vida", reconoce esta mujer. La primera salida que hicieron fue a La Coruña. "Lo llevamos de calle", señala con orgullo. En Laviana llegó a haber unas cuarenta chicas practicando el balonmano. Posteriormente se extendería a las universitarias. Una de las jugadoras pioneras fue "China" Santamaría, madre de la profesora de Derecho Internacional de la Universidad de Oviedo Paz de Andrés. "En Pola de Laviana llegamos a tener dos equipos, las azules y las blancas, y las familias se dividían. Luego se extendió al resto de Asturias", añade Luisa Álvarez. Años después, el Ayuntamiento de Laviana rindió un homenaje y les entregó unas medallas. Hicieron llegar una a Purina Zapico, que entonces ya residía en Venezuela. Su hija relata que la enseñaba con orgullo a cualquiera que la visitaba.

Purina Zapico salió de España a principios de 1939, al filo del final de la guerra. Se casó en París con Antonio Stuyck (un republicano convencido que había luchado en la guerra, descendiente de un médico de Alfonso XIII), pero poco después partieron hacia Londres. Ya sonaban los tambores de la II Guerra Mundial. "Estaban a punto de salir en un barco hacía México cuando estalló la guerra y no pudieron partir", señala Ana María Stuyck, que nació en Londres en 1942, dos después que su hermano José Miguel, que vio la luz cerca de Oxford, adonde la habían evacuado en plena batalla de Inglaterra. "Fueron tiempos de guerra, pero mis padres tenían un recuerdo fabuloso. Los que ayudaban a los republicanos les facilitaron una casa nada más llegar, con la nevera llena. Mi madre estuvo ayudando a los "niños de la guerra" vascos, asturianos y catalanes que estaban en Inglaterra. Incluso trabajó de traductora para la BBC", señala su hija.

No se quedaron en Inglaterra por el clima, que hacía mucho daño a la salud de su padre. En el 47 se marcharon a Venezuela. "Mi madre estuvo trabajando hasta 1959 para la naviera Alcoa Steamship Company, y luego estuvo dando clases de inglés durante quince años en un colegio para niñas invidentes. Estaba muy orgullosa, porque muchas de ellas se labraron una carrera", indica Mamby Stuyck.

La hija de Purina Zapico también revela la faceta más aventurera de esta lavianesa de adopción. "A mediados de los cincuenta hizo con la madrina de mi hermano, una británica, dos expediciones al Amazonas, siguiendo la ruta de Humboldt. Era una mujer muy vital, sumamente deportista. Nunca dejó el deporte. Cuando se fue haciendo mayor, practicaba tenis y golf", añade la hija de Purina Zapico. "Sentía nostalgia de España, pero también quería mucho a Venezuela, que nos acogió y donde había una mentalidad diferente de la que había dejado. Mis padres podían regresar a España sin problema, porque no se les acusaba de delitos de sangre, pero por principios no volvieron hasta la muerte de Franco", indica la hija. Con el fallecimiento de Purina Zapico se perdió una página heroica del deporte español.