Antepasados de cuchillo. "El más ilustre de mis antepasados es Jovellanos, aunque no es propiamente ancestro mío porque no tuvo descendencia directa. Los que llevarán el apellido Jovellanos son los hijos de su hermana, Benita Antonia. Jovellanos ruega en su testamento que su sobrino, José María Ignacio, una su apellido paterno, González de Cienfuegos, al de su madre Benita. Se lo pide porque Jovellanos era un apellido con fundación ilustre y con su casa natal en Gijón, en uno de los edificios más antiguos de la villa. El apellido González de Cienfuegos es también ilustre porque pertenecía a señores que llamaban de "horca y cuchillo" o, dicho más técnicamente, de "mero y mixto imperio", porque no sólo administraban justicia, sino que tenían incluso potestad para ajusticiar. Esos señoríos de "mero y mixto imperio" fueron desapareciendo: protestaban los lugareños y normalmente les daban la razón. En el caso de los González de Cienfuegos se prolongó mucho esa potestad. El palacio representativo de esa familia es el palacio de los Cienfuegos, en Pola de Allande, en un lugar inaccesible, y que es más bien un castillo porque tiene patio de armas".

Apellido en desaparición. "Total, que este apellido González de Cienfuegos, que lleva anejo el condado de Marcel de Peñalba, se fusiona con el de Jovellanos, que es también apellido compuesto, con lo que fue desapareciendo el González y quedó en Cienfuegos-Jovellanos. Pero más que de Cienfuegos yo hablaría ahora de "cienniñas", porque la mayoría de los Cienfuegos-Jovellanos han traído hijas al mundo, con lo que el apellido va quedando en segundo lugar y está en proceso de extinción como primer apellido. Actualmente, el mayorazgo lo lleva mi prima Marieta Cienfuegos-Jovellanos, pero como los señoríos y los mayorazgos se suprimieron, se podría decir que hoy un mayorazgo se reduce a un baúl de cosas antiguas o a un archivo. Mi madre fue Amparo Cienfuegos-Jovellanos Cotarelo y nació en el palacio de Mohías, de los Trelles. Así que todos los apellidos ilustres andan entremezclados en Asturias. Una de las cosas que hago ya de viejo es dedicarme a la genealogía. Cuando era joven no me interesaba nada, pero ahora me divierte y quiero dejar el árbol genealógico a mis sobrinos y a las futuras generaciones".

Hidalgos de San Claudio. "Por la parte de González del Valle, el apellido proviene de San Claudio, aunque mi bisabuelo Anselmo nació en Oviedo. Los González del Valle no están especialmente cualificados, pero sí son hidalgos. Hay un antepasado que lleva el título de marqués y que fue virrey del Perú, Alonso González del Valle y Álvarez-Buylla. Fernando VI le concede el título de marqués de Campo Ameno (separado), porque hay un Campoameno junto. Y ya en el siglo XIX es cuando mi bisabuelo, Anselmo González del Valle y Fernández-Roces, se va a Cuba hacia 1940 de mano de su primo Pedro María Fernández Villaverde y González del Valle, que desempeña funciones políticas en el Gobierno de la isla. Aunque son primos, tiene más edad Pedro, que fue profesor y catedrático de la Universidad de Oviedo en Derecho".

Matrimonio de conveniencia. "Mi bisabuelo llega a Cuba con veintitantos o 30 años y pronto se casa con una mujer muy rica que tiene 13 años, María Jesús González Carvajal y Álvarez de las Cabañas. En el Derecho Canónico de ese tiempo no había el impedimento de la edad, que los fijará el Código de 1917 en 14 y 16 años. Entonces era la pubertad lo que marcaba la edad de casamiento, y si además los padres tenían ganas de casar a los hijos, los acababan casando cuando querían. Ya dice la copla que "me casó mi padre chiquita y bonita con un muchachito que yo no quería". Se casan y me da la impresión de que es un matrimonio de conveniencia. Él representa alguien próximo al poder político, por su primo, y ella representa el poder del dinero, ya que su familia, originaria de Soto del Barco, se dedica a la producción de tabaco. Pero el matrimonio va mal y se separan, y al cabo de unos años deciden enviar a Oviedo a sus dos hijos, Anselmo y Emilio Martín. Este último recibirá con el tiempo el título de marqués de la Vega de Anzo. El segundo marqués de la Vega de Anzo, Martín González del Valle y Fernández Miranda, se casa con la hija de don Policarpo Herrero, "don Poli", Pilar Herrero y Collantes. Tienen bastantes hijos y uno de ellos es Martín González del Valle, el actual barón de Grado, título que le viene por su madre. Somos primos segundos, es decir, que nuestros abuelos eran hermanos".

Veintidós embarazos. "Y el mayor de esos dos hermanos era Anselmo González del Valle y González Carvajal, que había nacido en 1852. Se casa con María Dolores Sarandeses y García-Santamarina, de Oviedo, aunque Sarandeses es apellido gallego y el nombre de aldea que está donde confluyen las cuatro provincias gallegas. Creo que es su abuelo el que viene a Oviedo a visitar las santas reliquias de El Salvador, pero, además de conocer las reliquias, se enamora, se casa y se queda aquí. Mis abuelos se conocen en las clases de piano que recibían de Víctor Sáenz, un profesor muy conocido en la época y que tenía una especie de academia de música. Se casan pronto y tienen muchos hijos. Según un primo de mi abuela que era médico, ella llegó a estar embarazada la friolera de veintidós veces y de esos partos sobrevivieron muchos menos, algo así como trece hijos. El más pequeño de ellos fue mi padre, José María, que nació en 1893, y al que el hermano mayor le llevaba 25 años. Ahora yo tengo cara de viejo, pero cuando era joven me decían que era imposible que yo fuera nieto de Anselmo González del Valle. Claro, yo soy el hijo pequeño de un padre que se casa tarde y que, además, es el hijo pequeño de los trece que tuvo don Anselmo. Así que, desde el punto de vista generacional, yo soy equivalente a un bisnieto".

Folclore asturiano. "Mi abuelo se licenció en Oviedo en Derecho y Derecho Canónico, pero no se dedica al ejercicio de la profesión porque en aquella época estaba fuera de mentalidad que una persona con heredad familiar se dedicara al trabajo. Él administraba su patrimonio, que era abundante, y se dedicaba al piano y a la música, a la composición y al estudio del folclore asturiano. Y llega a ser una figura local. Fidela Uría Líbano ha escrito sobre su vida y la de Baldomero Fernández, otro músico conocido de Oviedo. Mi abuelo publica sus composiciones, la mayor parte de ellas en Alemania, y se dedica a difundir la música. Por ello en 1883 impulsa que la Academia de las Bellas Artes de San Salvador de Oviedo ponga en marcha la Escuela Provincial de Música, antecedente del actual Conservatorio de Oviedo. Es además mecenas de la música y también financia una cátedra de violín. Más tarde será socio fundador de la Sociedad Filarmónica de Oviedo, en 1907, de la que fue presidente honorario. Como pianista y compositor se le clasifica entre los músicos nacionalistas, por su dedicación al folclore asturiano, que recoge y adapta al piano. Compone además cuatro o cinco rapsodias asturianas, de las cuales la más bonita es la segunda, y seis españolas, de las que la más escuchada es la primera. La pianista Purita de la Riva se ha dedicado mucho a ellas. Y como en aquella época no había fonógrafos ni cosas parecidas, y como mi abuelo viajaba mucho, por ejemplo, a París, escuchaba una ópera y realizaba su transcripción para difundirla aquí. Era una práctica muy frecuente, que, por ejemplo, utilizaba mucho Liszt".

20.000 partituras. "Y entre otras cosas crea una biblioteca musical estupenda porque se suscribe a todas las publicaciones de Alemania y Francia, de tal modo que recibe todo lo que se publica hasta 1911, año de su fallecimiento. Llegó a tener más de 20.000 partituras. Esa biblioteca se conserva hasta los años cincuenta del pasado siglo, que es cuando se repartió entre sus hijos. Mi padre se quedó con la parte de piano, y aún la conservamos. En cambio, todo lo que no era piano se vendió y la adquirió el Instituto Español de Musicología de Barcelona, donde hay una sección llamada Biblioteca González del Valle. Y la parte que conserva la familia está reproducida en el Conservatorio de Oviedo. Aparte de dedicarse a la música, tuvo una gran colección de arte, de pintura y escultura, como su hermano Martín. Pero más que coleccionista que comerciara con cuadros era mecenas. Por ejemplo, becó a Piñole para que fuera a Roma y también al escultor Martín, de Oviedo. Y otra faceta suya interesante es todavía hoy muy estimada en Cangas del Narcea, antes Cangas de Tineo, porque se dedicó a promocionar el vino y se trajo enólogos de Burdeos para elevar el nivel de aquellos vinos. Y lo hace un poco románticamente, es decir, sin perseguir el negocio del vino. Era su talante, y por eso él y sus hijos, en ese sentido, eran un poco derrochadores. A Tineo iba con su mujer, y cuando ella fallece en 1903 se deshace de todo aquello y del palacio de Omaña, que había comprado años atrás. Falleció en 1911, joven, con 59 años".

Jefe de Obras Públicas. "Mi padre, José María González del Valle y Sarandeses, nace en 1893. Estudia primero Filosofía y Letras en Oviedo, también ruso. Hasta que un día un cuñado suyo le dice que por qué no se hace ingeniero de caminos. Se traslada a Madrid e ingresa a la primera en la Escuela de Ingeniería. Él comentaba que le habían puesto cinco problemas y los había sacado todos. La verdad es que tenía una buena cabeza. Se jubiló como ingeniero jefe de Obras Públicas en León. Antes lo había sido en Oviedo, y también fue durante mucho tiempo director del puerto de San Esteban de Pravia, que tenía mucho tráfico, aunque ya no se movía carbón. Fue un ingeniero estimado, y, por ejemplo, Ignacio García-Arango Cienfuegos-Jovellanos, primo tercero mío, lo admira mucho y de vez en cuando me trae cosas del currículum de mi padre. Aunque eran de generaciones distintas, a Nacho le caía muy bien, y, además, entre los ingenieros siempre ha habido mucho espíritu de cuerpo".

Pelotón de fortificaciones. "Nací en Oviedo el 27 de noviembre de 1939, con lo que tengo 74 años. La ciudad estaba en ruinas y mi convivencia con esas ruinas y con los vestigios de la guerra es, por ejemplo, que en la cama donde duermo hay un tiro de bala y las contraventanas estaban todas agujereadas. La casa de mi familia estaba en la calle Leopoldo Alas esquina Campomanes, en un edificio construido por mi bisabuelo. Durante la guerra y la defensa de Oviedo lo que hacen por estrategia es quemar todas las casas que hay en el Campillín y a un lado de la calle Arzobispo Guisasola. Después, los militares tomaron nuestra casa e instalaron ametralladoras. Aquello era uno de los frentes de Oviedo y delante de mi casa había un letrero que decía: "Hasta aquí llegó el enemigo". Lo retiraron tiempo después y recuerdo que mi madre dijo: "Ya era hora de que lo quitaran". En la guerra habían muerto un tío mío, Santiago, y un primo, y a mi padre lo metieron en la cárcel en San Esteban de las Cruces. Lo habían apresado los republicanos y lo llevaron al pelotón de fortificaciones. Llegó el momento de la caída del frente republicano en Asturias y lo liberaron. Alguna vez le pregunté cómo se había librado de que hicieran tierra quemada y los matasen y me explicó que los presos tenían guardadas algunas granadas con las que pretendían defender. Los carceleros lo sabían y no hicieron nada contra ellos. A todo esto, mi madre andaba huyendo de un sitio para otro. Como tantos".

Un poco anticlericales. "Nacimos cuatro hijos: María Dolores, Amparo, Santiago y yo. Con 8 años voy a la preparatoria del Instituto Alfonso II, donde don Ramón nos daba todas las asignaturas. En el instituto repetí un curso. Había poco control por parte de los profesores y yo a lo mejor dejaba de ir a un examen o lo que fuera. Entonces mis padres me mandaron al Colegio de los Dominicos, donde si uno faltaba a clase o pasaba algo llamaban a la familia. Empecé a sacar buenas notas porque simplemente antes de las clases nos hacían estudiar tres cuartos de hora. Estabas allí y tenías que estudiar. Y de los Dominicos de nuevo me mandan al instituto, porque a mi padre le parecía que era más parecido a la Universidad, más profesional. Tanto mi padre como mi madre eran de comunión diaria, pero eran un poco anticlericales en ese sentido y preferían que estudiásemos en centros civiles. Sin embargo, recuerdo que en el instituto rezábamos una oración antes de empezar la clase, por ejemplo, con la profesora Carmen Guerra".

Libro de texto de Torcuato. "En 1957 empecé Derecho en la Universidad de Oviedo y recuerdo que don Benjamín Ortiz, el canónigo, me dio Derecho Canónico, aunque era profesor de Romano. En realidad, el profesor de Canónico era Miguel Iglesias Cubría, catedrático de Derecho Civil, pero a medio curso fue imputado por un jaleo legal y sacaron del Coro de la Catedral a don Benjamín. Era un tío muy salado que en realidad sabía de Romano, pero esa materia estaba muy emparentada con el Canónico. En Político teníamos a Zulaica, pero con el libro de texto de Torcuato Fernández-Miranda, al que nunca vimos. Era un libro que me gustaría volver a leer y debía de ser su tesis doctoral sobre el concepto de Estado empezando por Aristóteles y terminando en Julián Marías. Prieto Bances daba Historia del Derecho y Teodoro López-Cuesta, Economía. También tuve a Fuertes, marido de Eloína Suárez, la que fue la primera alcaldesa de Oviedo. Teníamos de vecinos a los químicos, en el piso de arriba, con sus matraces y cosas así. Paco Ballesteros llevaba el SEU (Sindicato de Estudiantes Universitarios), pero nunca participé de ello por razones de mi familia, a la que no le gustaba nada la Falange".

Filosofía Escolástica. "En 1959 ingreso como numerario del Opus Dei. Mi contacto se había producido a través de un amigo, Fernando Grande, que también estudiaba Derecho. Él es quien me encauza y me anima a ir a los círculos y a los medios de formación. Al frente de aquello estaba Alfonso Nieto, y recuerdo a Javier Ayesta, que era periodista de "Región". Después me mandan dos años a Barcelona, donde sigo cursando la carrera y también comienzo a estudiar más o menos lo que estudiaban los futuros sacerdotes del Opus: dos cursos de Filosofía Escolástica y cuatro de Teología. Luego pasé a Valencia y a continuación hice la licenciatura en la Universidad de Navarra. Hago simultáneamente la licenciatura en Derecho Canónico, que era una titulación propia. En realidad, eran estudios para curas, en una Facultad de estudios eclesiásticos. En el Opus tenías que hacer un doctorado civil y otro eclesiástico. De allí me mandaron a Roma. Lo de mandar a uno para Roma era sospechoso de que querían hacerle cura. Seguí estudiando más Teología y estuve allí cinco años con diferentes encargos. No existía todavía la Universidad del Opus, la Santa Cruz, y la gente estudiaba en la Universidad Lateranense o en el Angelicum, de los Dominicos. Y, por supuesto, no en la Universidad Gregoriana, de los Jesuitas".

Segunda entrega, mañana, lunes: Cátedra en Barcelona y Oviedo