Un 15 por ciento de los asturianos declara que sufre con frecuencia migrañas o dolores de cabeza. Julio Pascual, director del área de gestión clínica de neurociencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) y destacado investigador en este tipo de dolencias, explica las claves de las mismas.

¿Qué es la migraña? La migraña o jaqueca es la razón principal por el que somos consultados los médicos especialistas de neurología. No sólo porque sea una enfermedad muy frecuente (unos 120.000 afectados en Asturias), sino porque es muy invalidante para la vida diaria. La migraña se inicia en las dos primeras décadas de la vida y es tres veces más frecuente en mujeres que en varones. Cursa en forma de episodios de dolor de cabeza de entre 4 y 72 horas de duración, de localización predominante en medio lado del cráneo, intenso, "a latidos" y acompañado de náuseas, vómitos e intolerancia al ejercicio, luz y ruidos. Un tercio de los pacientes con migraña sufre además "aura": síntomas visuales (borrosidad o lucecitas), sensitivos (adormecimiento en medio cuerpo) o disfasia (dificultad para hablar) durante aproximadamente 30-60 minutos antes de la cefalea.

Diferencias con el dolor de cabeza. El síntoma principal de la migraña es el dolor de cabeza. Aunque la migraña es el dolor de cabeza por el que somos consultados más frecuentemente los especialistas, el dolor de cabeza más frecuente es la cefalea tensional. Este dolor de cabeza se llama así porque se produce a consecuencia de una tensión excesiva de los músculos que rodean la cabeza y el cuello, muchas veces coincidiendo con una época de estrés. Este dolor es muy diferente del de la migraña: es leve, opresivo, da en ambos lados de la cabeza y no empeora con la luz, los ruidos o el ejercicio. No se acompaña de náuseas o vómitos, y sí de una sensación inespecífica de mareo y de dificultad para concentrarse.

¿Curables? La migraña es una enfermedad genéticamente determinada. Por lo tanto, como el resto de las enfermedades que están en los genes, no tiene cura. Sí se puede controlar con los tratamientos y es frecuente que con la edad (tras la menopausia) mejore espontáneamente.

Riesgo de cronificación. Con el paso de los años, aproximadamente el 10 por ciento de los pacientes con migraña puede desarrollar migraña crónica: aquélla en la que el paciente tiene más de 15 días de dolor al mes. Esta cronificación suele ocurrir en dos situaciones: si no se usan tratamientos preventivos cuando hay épocas en las que existe un incremento en la frecuencia de las crisis de migraña, y si se abusa de determinados tratamientos analgésicos, fundamentalmente los combinados, los derivados opiáceos (codeína, tramadol...) o los ergóticos, ya que crean mucha cefalea de rebote (quitan el dolor inicialmente, pero el dolor vuelve y el paciente ha de redosificarse, con lo que entra en un círculo vicioso).

Causas. No conocemos aún todos los genes implicados, pero de lo que sabemos podemos concluir que en la migraña hay cambios (mutaciones) en genes que influyen decisivamente en la excitabilidad de las neuronas que controlan el dolor en el cerebro. Sería como si estas neuronas que hacen de termostato del dolor fueran más excitables de lo normal, lo que explica que determinados estímulos -estrés, cambios atmosféricos, alcohol, cambios en el ritmo del sueño...- sean capaces de desencadenar una crisis de migraña en un cerebro predispuesto por estas mutaciones. La mayoría de los casos de migraña es hereditaria.

Influencia de los estilos de vida. Para tener crisis de migraña hemos de estar predispuestos genéticamente. Además, las crisis se desencadenan por determinados estímulos ambientales. Es importante para su control llevar una vida reglada, respetando el horario del sueño (tanto dormir mucho como dormir poco son importantes desencadenantes), hacer ejercicio regular (no necesariamente intenso), evitar los ayunos prolongados (por ejemplo hacer un desayuno escaso y no tomar nada durante la mañana) y las comidas copiosas y con alcohol, no abusar de la cafeína e intentar evitar determinados fármacos, por ejemplo vasodilatadores o, en ocasiones, la píldora anticonceptiva.

Tratamientos. Hemos avanzado mucho. Los pacientes con pocas crisis de migraña (menos de una a la semana) han de tratarse sólo con fármacos para las crisis. Los fármacos de elección son los triptanes, que son selectivos para el dolor migrañoso (no valen para otros dolores), potentes y bien tolerados. Es muy importante administrarlos lo antes posible dentro de las crisis de migraña, y si hubiera náuseas o vómitos, usar vías alternativas de administración, tales como pulverizador nasal o autoinyección subcutánea. Los pacientes que tienen una o más crisis a la semana tienen que tomar tratamiento preventivo. Estos fármacos se toman en períodos de al menos seis meses y rebajan tanto la intensidad como la frecuencia de las crisis. Los fármacos de elección son los betabloqueantes y el topiramato. Para los pacientes que tienen migraña crónica y que no responden a los fármacos preventivos orales usamos la toxina botulímica en inyecciones alrededor del cráneo, que ha demostrado gran eficacia en el 80 por ciento de estos pacientes con crisis muy frecuentes y severas.

Automedicación. Ya hemos comentado que la principal causa de cronificación de la migraña es el abuso de determinados analgésicos. Tomados en exceso, el paciente se hará dependiente de estos fármacos. Para evitarlo, hemos de usar fármacos como antiinflamatorios o triptanes, que dan poca cefalea de rebote, y pautar tratamiento preventivo en las épocas en las que las crisis empeoran en frecuencia. Los analgésicos habituales no se deberían utilizar en la migraña. Son poco efectivos, lo que hace que se necesiten en dosis crecientes y pueden empeorar la migraña. No se deben tomar más de quince días al mes en ningún caso. Si se necesitan más de la mitad de los días del mes, es obligatorio el tratamiento preventivo. A partir de cuatro episodios al mes es muy aconsejable iniciar tratamiento preventivo.

Dudas habituales. En la inmensa mayoría de los dolores de cabeza no es necesario llevar a cabo un escáner, que sólo aportará una dosis de radiación y contribuirá a engrosar las listas de espera de forma innecesaria. El diagnóstico se basará siempre en los síntomas del paciente. Si tiene un dolor de cabeza que lo incapacita para la vida diaria, el primer diagnóstico por frecuencia es la migraña. No deben emplearse analgésicos combinados, opiáceos ni ergóticos para los dolores de cabeza. Si se tienen que usar fármacos para el dolor dos o más días a la semana es obligatorio iniciar tratamiento preventivo.