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Felices en la casita de papel de Shigeru Ban

La arquitectura del último premio "Pritzker" se caracteriza por el empleo de materiales ligeros y por el afán de fusión con el entorno

El mundo da muchas vueltas. Recuerdo que nuestro querido Gerardo Quirós, el ingeniero, nos invitó a unas jornadas en La Campana por los 25 años del restaurante en las que trajeron a un cocinero excelente, divertidísimo, Marcelo Tejedor, de Santiago de Compostela, que nos daba caldos de pescado en tubos de ensayo y salsa de huevos fritos con chorizo en ampollas médicas. Yo bromeaba con aquel chef porque era Mar, Cielo y Tejedor de Sueños. Lo interesante es que a través de su ingenio conseguía significados inusitados a partir de elementos muy vulgares.

Después estuve en los Encontros de 2007, un festival arquitectónico de primer orden que se celebraba en el magnífico palacio de congresos de Noguerol en la capital gallega y que aquel año ante más de dos mil participantes tenían como platos fuertes a Álvaro Siza ("Pritzker" 1992), Zaha Hadid ("Pritzker" 2004) y Shigeru Ban (que ahora recoge su Nobel). Para mi sorpresa, aquel cocinero que conocí en Pruvia fue quien presentó a Shigeru Ban. El arquitecto japonés, ya bien famoso, iba a hacerle un restaurante al gallego, proyecto que al final no cuajó. Eran tiempos de estrellas. Zaha parecía una diva y hablaba y se movía como tal. A Carme Pinos, que venía de México, ni se la entendía, pero Shigeru fue más bien un hombre tranquilo, que se molestaba en proyectar aquel barecito pequeño en el Finis Terrae.

Pues bien, lo de Shigeru es, también desde hace muchos años, ensayar con tubos, pero de cartón, y obtener también de su modestia resultados asombrosos, y, sobre todo, como yo bromeaba entonces, tejer sueños arquitectónicos. Si la función del arte es buscar en lo que nadie ve esa parcela que nos lleva a lo alto, Shigeru ha encontrado lo sublime utilizando elementos muy básicos y generando arquitecturas muy sencillas que nos conmueven. Si Perret pasó a la historia por el hormigón o Buckminster Fuller por las cúpulas geodésicas, sin duda Shigeru Ban pasará como el arquitecto de los paper tubes, pero no es eso sólo. También recordar aquí, para ensalzar al nipón, las palabras del mismo Fuller, que asociaba el grado de modernidad de la arquitectura a su ligereza.

Como pasa siempre, las primeras obras más sencillas, más abarcables son las más intensas. Los proyectos de ahora resultan más ambiciosos, pero casi siempre subyace en ellos esa voluntad de crear desde lo amable del cartón o la madera, buscando a lo mejor ese Japón perdido. Por otro lado, perdido para él hace mucho, pues su formación es completamente norteamericana.

Pero si algo distingue a este arquitecto es la continua investigación. La Casa Cortina (1995) en Tokio es un manifiesto en el que utiliza los textiles al viento como contraste de la firmeza de la geometría y como voluntad de mostrar una arquitectura que varía a lo largo del día. También como incorporación del espacio de la calle al doméstico de manera muy diferente a lo que Tadao Ando "había hecho en su famosa Casa Azuma, que negaba con un paredón de concreto la calle. Ban busca fundirse con la ciudad, hay quien ve en la cortina las mamparas de papel prebélicas, pero yo las veo más en otras muestras. Como en la Casa Nacked (2000).

Es curioso, si en la anterior, urbana, se abre a la calle, a continuación nos sorprendió con esta de mirada interior que poco tenía que ver con la suya, creando una claridad opalina con la doble fachada traslúcida y dejando los elementos cerrados como cajas con ruedas que se pueden mover en el interior del espacio, refulgiendo en la noche sobre las huertas, éstas, sí, como los shoji que gustaba Tanizaki.

En la Casa Mueble (2006) son los propios armarios -elementos prefabricados, montados en seco- los que definen los espacios, arman la estructura de esta obra miesiana que resalta de nuevo la madera en estanterías y vigas que dejan pasar la luz en su interior, la sencillez amable, y mete con las correderas de cristal de nuevo el espacio de afuera.

O en ejemplos de casas de paper tubes que plantea para numerosos enclaves. Más reciente, la Villa Crescent 2007 en Shizouaka Japón, en la que vuelve, con las ventanas correderas, a generar esa comunión total, esta vez con el paisaje y desde una arquitectura más protagonista.

En España nos ha hecho un pabellón en la Universidad IE de Segovia. Tendría que hablar del Museo de Metz, que a mí me parece también alambicado. O los edificios más ambiciosos en Suiza (eso sí, en madera) o Swatch en Tokio... Luego tendríamos que comentar ese museo flotante, como aquel teatro de Rossi para Venecia (¿dónde estará?), pero hecho con contenedores que va aparcando en los puertos del mundo, o de todas esas intervenciones en lugares devastados con rollos de cartón con los que hace también puentes y hasta iglesias...

Me van a permitir que hoy, un día de fiesta, el día que el "Pritzker" celebra la arquitectura, no profundice en los desastres. Para eso ya están los telediarios, y yo, sinceramente, estoy cansado de que los actores tengan que ser políticos, los arquitectos solidarios, los cantantes comprometidos... ¿No creen que con estas casas que les muestro ya merece el premio? ¿No queda demostrado que Shigeru ya es el "Big Ban"? Pues déjenme de pañuelos y disfrutemos pura y simplemente, al menos hoy, de su gran arquitectura. ¡Qué felices seremos los dos viviendo en mi casita de papel!

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