"Un naufragio es como un accidente: o tienes suerte o no la tienes. No hay que buscar más explicación. ¿De quién depende la suerte?".

"Recuerdo pocos días con tanta niebla como aquél. No se veía ni a dos metros de distancia. Hacía frío. Fue el 17 de julio de 2006. Iba solo en mi lancha. Se llamaba "Jocarán" y era muy pequeñina. Salimos de Cudillero varios barcos a la vez para comenzar la jornada. Pasaban pocos minutos de las siete de la mañana. Apenas llevábamos recorridas unas seis o siete millas cuando ocurrió algo extraño: se paró el motor de mi lancha. Yo iba a proa y el barco estaba entonces a unas dos mil y pico revoluciones. En cuestión de segundos empezó a entrar agua y yo corrí para proa, pero en un momento desapareció. Se la había tragado".

"Tuve que tirarme directamente al agua. De repente me vi allí, totalmente solo, a las siete de la mañana, en medio de la nada. Al principio no lo asimilas porque pasa todo muy rápido. Pero luego piensas: "Y ahora ¿qué?"".

"Tuve la suerte de que la mar estaba en calma y no había muchas olas. Y que a pocos metros de mí vi flotar una nevera de esas de playa que llevaba conmigo. Nadé hacia ella y la hice mi compañera. Así tenía un punto de apoyo y podía descansar. Me agarré a ella y empecé a gritar, pero nadie me oía. Pasaron lanchas a mi lado y yo daba voces, pero nada, ninguna me escuchó. El agua estaba muy fría. Me pasé tres horas agarrado a la nevera esperando un milagro".

"Como fue por la mañana, siempre tuve la esperanza de que me vinieran a rescatar. Pero a medida que pasan las horas te vas dando cuenta de que se te agota el tiempo. Empecé a pensar en la noche, a ver que ahí se te acaba la vida. Estás ahí esperando una casualidad. Mi vida dependía de eso".

"Y la casualidad llegó. Los compañeros con los que había salido se dieron cuenta de que faltaba. Pusieron sus barcos en fila, en forma de abanico, y avanzaron a mi encuentro. La lancha que iba en el extremo me encontró. La corriente me había desplazado mucho y fue por poco. Cuando los vi llegar se me abrió el mundo. Salí con hipotermia y muy cansado. Fue un milagro. El miedo, eso sí, no me lo quita nadie".