El saludable efecto que genera el polo industrial naviego sobre la economía y el sostenimiento demográfico de la comarca occidental costera parece que corre en sentido este-oeste, de más a menos. Valdés, el vecino al este de Navia, ha perdido casi el 25% por ciento de su población en este siglo. En cambio, en Navia la caída se ha limitado a un 9,5% y, siguiendo en dirección al oeste, a medida que nos alejamos del núcleo naviego, la pérdida demográfica se acrecienta. En Coaña ha sido del 9,3%, en El Franco del 9%, en Tapia del 14,2% y en Castropol del 22,3%.

Coaña es, por tanto, el municipio que más directamente se ha beneficiado de la pujanza industrial de Navia que, no obstante, no ha conseguido revertir la tendencia al despoblamiento de toda la comarca, sólo amortiguarla. Pero Coaña no es un mero satélite de la isla naviega de la prosperidad. También cuenta con dos motores propios que sostienen la economía yla demografía local. Uno de ellos es el Hospital de Jarrio -el primer equipamiento que empezó a atenuar la aguda sensación de olvido y lejanía que sufría la comarca-. El otro es el polígono de Río Pinto, la mayor mancha empresarial hasta la ría del Eo. De hecho, aunque en Coaña se produjo una pérdida total de empleos –en gran parte por el desplome del campo, que pasó de aportar 445 puestos de trabajo a 156 empleos– el sector industrial creció de manera muy notable durante estos años, de 111 a 198 puestos de trabajo. También los servicios crecieron, aunque más levemente. Así que Coaña no solo es un satélite, es un pequeño planeta con vida propia.