El rock de Nicomedes es metal puro

Avilés necesita industria, no puede ser una ciudad de jubilados

ASTURIANOS EN AVILÉS: Nicomedes Sánchez

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Nicomedes Sánchez, sindicalista jubilado de CC OO. Fue durante años un respetado y querido líder sindical de la industria auxiliar del metal. Es historia viva de la reconversión del acero en Asturias. Ahora, tras su jubilación, con 70 años, toca la guitarra en el grupo "Argayu"

"De joven tuve dos grupos musicales y una Fender Stratocaster americana que me había costado un pastón, la compré en Comercial Arango. Luego, cuando empecé en el sindicato, la vendí y estuve 32 años sin tocar. Pero cuando me jubilé, pues coge la mujer y me regala otra Fender igual que aquella y ahora tenemos un grupo en el que cogemos canciones asturianas y las vamos adaptando. Tenemos una versión de ‘El cobarde’ de Víctor Manuel que suena de cine. El grupo se llama ‘Argayu’ porque estamos todos desarmados y cualquier día nos caemos".

Habla Nicomedes Sánchez Izquierdo, de 71 años, sindicalista jubilado. Durante décadas fue secretario general de la industria auxiliar en la Federación de Industria de CC OO.

"Nací en un pueblecito muy pequeño de Salamanca que se llama Salmoral. A los 12 años vine para Avilés con mi familia. Mi padre era albañil. Vino él primero a trabajar en la construcción de Ensidesa con Entrecanales. Una vez en Avilés toda la familia, solicitamos una vivienda social de La Carriona y allí viví hasta que me casé".

"Era muy difícil la vida en el pueblo. Éramos siete hermanos, yo era el mayor. Éramos diez en casa porque estaba mi abuela con nosotros. Mi padre tenía que trabajar de día y de noche. No nos faltaba de comer porque en el pueblo se tenía de todo menos dinero. Nací en el 51 y me acuerdo desde que tengo uso de razón que comíamos garbanzos todos los días; garbanzos de los que se sembraban por allí, por Castilla. Íbamos a la recolecta. Siempre quedaban en las tierras restos que luego la gente del pueblo los aprovechábamos. Hasta que vine para Asturias, en mi casa se comía todos los días garbanzos, con su compango y su sopa. Todos los días".

"Nací en Salmoral pero me crie en un pueblo de al lado, Peñaranda de Bracamonte. Salía de la escuela e iba una zapatería a limpiar zapatos todos los días. Me daban 6 pesetas a la semana y se las daba mi madre. Como me daban alguna propina, iba al cine. En la escuela era buen estudiante, no era malo. Cuando me tocaba entrar en el instituto ya nos vinimos para aquí y no fuimos no fui más a la escuela".

"Llegamos en 1962. Tengo el recuerdo además. No se me quita de la cabeza. Veníamos en tren bajando el Pajares, estaba todo nublado, lloviznaba y empezamos a entrar por la cuenca minera, por Mieres y por ahí, y mirábamos para el río y veíamos el carbón que corría por el río. ‘¿Pero dónde nos ha traído mi padre?, pensábamos. Era pleno verano, a últimos de junio, y veníamos de aquellas tierras llenas de trigo y cebada. ¿Pero dónde nos ha traído mi padre? Luego Asturias me enamoró. En cuanto empecé a trabajar en Avilés y empecé a tener amigos, quedé encantado. Para mí Asturias es lo máximo. Aquí tenemos el clima ideal, en invierno y en verano. En noviembre, en Salamanca, ya nos poníamos el abrigo. Aquí el primer año no nos pusimos abrigo. No sentíamos el frío".

"Nosotros llegamos aquí y lo que había era mucho trabajo. Ya no era como en el pueblo. Aquí ya dejamos de comer garbanzos, ya empezamos a comer las fabas, pescado... Empezamos otra vida. Nos llamaban los coreanos, pero yo creo que lo decían sin maldad. Yo no me sentí nunca discriminado. A los 14 años entré en la zapatería de Novoa del Carbayedo, buen gallego y un buen maestro. Estuve hasta los 16 allí. Luego pasé para otra zapatería, enfrente del instituto, las zapatillas Begoña. En casa ya la situación cambió porque mis hermanas empezaron a trabajar también. Iban a casas de los ingenieros a cuidar niños, a hacer cosas. La cosa empezó a ir mejor".

"Al cumplir los 18 años mi padre, que se movía bien por Ensidesa, habló con un encargado de la empresa Reimosa y ahí empecé. Con una pala recogía las bolas de mineral que quedaban por el suelo. Ahí me mandaron para La Coruña, a los seis meses, con unos ajustadores. No sé si aguanté dos meses o tres. Me subí a un banco un día por la mañana y me puse a reivindicar que la hora extraordinaria había que pagarla más cara que la normal. Me mandaron para Avilés y cuando llegué –esta anécdota ya la he contado muchas veces– estaba Tomás Casado esperándome en la puerta. Me miró y me dijo: ‘Tú vas a la puta calle y no trabajas más conmigo’. Fíjate, ahora tengo una muy buena relación con Tomás. Nos hemos respetado los dos mucho, hemos negociado convenios y acuerdos sociales, los Acuerdos de Oviedo, y siempre nos hemos dado la mano. Yo le contaba que me había despedido y él me decía que igual había metido la pata. La verdad es que no porque yo así rehice la vida de otra manera. Desde los 18 años hasta que me he jubilado he estado trabajando en la industria auxiliar, he liderado del sector, he convocado un montón de huelgas, de movilizaciones. Siempre hemos salido para adelante, hicimos cosas muy buenas. Era un sector que estaba destrozado del todo".

"El sector ha sido competitivo y la siderurgia en Asturias ha sido competitiva porque ha tenido muy buenos profesionales. Es verdad es que Mittal puede cerrar mañana. Nosotros lo hemos valorado muchas veces y sabemos que puede pasar porque este negocio es una chincheta entre todos los negocios que tiene por el mundo. Y esa chincheta en cualquier momento la puede quitar. Pero si se habla de inversiones y si habla de proyectos que al final se hacen, entiendo que nadie se va a gastar el dinero en hacer inversiones para luego irse. No se puede permitir que la siderurgia desaparezca. Asturias, sin la siderurgia, sería un auténtico desastre porque el resto de los negocios, el resto de la industria que hay, toda, pivota alrededor".

"A Avilés lo que le ahora falta es la industria. Avilés estaba guapa cuando había 22.000 trabajadores en la siderurgia. Pueden decir lo que quieran, que vienen turistas, que vienen los madrileños los fines de semana, pero no es lo mismo que cuando la gente llegaba, cobraba y cobraba bien, y se gastaba dinero y se compraba de todo. Ahora hay mucha gente que no lo puede hacer y ese es el drama de Avilés, que pasó de ser una zona industrial muy grande y prácticamente ahora mismo si quitas de Windar, lo de Daniel Alonso, y quitas cuatro cosas por ahí, ¿qué queda? Avilés no puede ser una ciudad de jubilados porque los jubilados nos morimos, dejamos a los hijos y a los nietos aquí y si no tienen actividad para trabajar, ¿qué?".

Tracking Pixel Contents