Verónica tiene muy claro dónde está la buena vida

Verónica Bermúdez

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Verónica Bermúdez, presidenta de la Asociación Forum Boal 3000. Verónica Bermúdez, consultora en recursos humanos, volvió en 2015 con su familia a Boal, el concejo donde nació en 1976. Madre de dos hijos, de 13 y 11 años, trabaja como consultora y como técnico en el programa "Regreso al pueblo" de la Fundación Edes, que trata de facilitar recursos para quien quiera asentarse en el medio rural.

"Me llamo Verónica Bermúdez Pérez, nací aquí en Boal, en la villa, en 1976. Mis padres tenían un comercio familiar que ya era de mis abuelos. Estudié aquí hasta lo que entonces era el COU, cuando bajé a Tapia. Marché a estudiar primero a Oviedo, luego a Santiago. También estuve en Madrid y en Santander. Estudié Pedagogía en Oviedo, y luego me especialicé en el área de educación especial, hice un par de másters sobre logopedia y otro sobre atención temprana. Luego me enfoqué en el área de consultoría y recursos humanos, haciendo formación, ‘coaching’ o consultoría organizacional, sistémica".

"Por el trabajo acabé aterrizando en Huesca. Tenía una hermana que vive allí. Me llamaron para tres meses y me quedé 13 años. Trabajaba en un centro de atención a personas con parálisis cerebral como responsable de diferentes áreas, del área de orientación y logopedia, del área de calidad, del área de formación. Me casé con un chico que es también de aquí de Asturias. Y nos tiraba mucho a los dos volver".

"Allí estábamos muy bien. Huesca es una ciudad con mucha calidad de vida. Pero nos tiraba Asturias. Allí tuvimos la primera nena, Telma, y luego el segundo, Leo, y empezamos a pensar: ‘Ostras, como estos se empiecen a arraigar aquí, a ver quién los mueve después. Así que, nada, con todo el riesgo de lo que esto supone, dejamos los dos nuestros respectivos trabajos y con mucha presión de la familia y de los amigos, que nos decían que a dónde íbamos, nos vinimos a Asturias en el 2015. Yo ahora trabajo de consultora desde Boal, también viajando, y además, desde el año pasado trabajo para la Fundación Edes de facilitadora rural (en el programa ‘Volver al pueblo’, una plataforma de recursos para poner al alcance de quienes quieren asentarse en la aldea, desarrollado por la Confederación de Centros de Desarrollo Rural). También soy presidenta de la asociación Forum Boal 3000, que trabaja para defender el desarrollo del territorio en todos los ámbitos".

El declive

"Cuando yo me fui en 1993 a estudiar a Tapia, ya dejé un consejo que empezaba a estar en declive poblacional. Un declive vinculado a lo demográfico, vinculado a la pérdida del tejido primario. Ya estaban cerrando muchas ganaderías. Ya había cerrado la mina de wolframio en 1986. Ahora voy al colegio a buscar a mis hijos y son 45 alumnos. En mi época éramos 45 alumnos solo en mi curso. Cuando volví en 2015, madre mía, me encontré un concejo todavía más en declive. Ahora mismo en Boal deben de quedar, si quedan, cuatro o cinco ganaderías y con un problema grave de relevo generacional. Y lo mismo con la agricultura. El sector primario está completamente arrasado. Y, obviamente, sector de la transformación tampoco hay. La pirámide poblacional aquí está completamente invertida, mucha gente ya está en edad de jubilación, cobrando sus pensiones, y de la que está todavía en activo sobre todo trabaja en el sector servicios: hostelería, gremios...."

Aún hay esperanza

"Hay otras zonas en los otros concejos del Valle de Navia donde la situación demográfica ya, probablemente, sea irreversible. Hablo de Illano o Pesoz, por el tamaño que tienen. En Grandas de Salime un poco menos. En Boal todavía, probablemente, la situación se puede reflotar. Yo quiero pensar que sí. Hombre, yo creo que el medio rural no va a volver a ser lo que fue a principios del siglo pasado. También eso, a veces, para imaginar el futuro, puede ser un lastre. Porque hay tanta la distancia de aquello a ahora que genera un poco de desánimo. Pero sí que creo que se pueden hacer cosas para paliar la pérdida de habitantes y favorecer que venga gente nueva".

"Los concejos que somos cabecera de comarca nos podemos sostener un poco más, porque también hay otra dinámica socio-cultural. Intentas mantener actividades y hay un cierto movimiento asociativo. En Boal hay una cierta actividad cultural y, bueno, todavía queda. Aunque que va quedando menos porque el relevo en el asociacionismo también es difícil. Pero, bueno, sí se va manteniendo cierto nivel de participación de la sociedad a través de las asociaciones. Es verdad que la gente, cuando organizamos, cosas responde".

Hablemos del abandono

"Sí, aquí hay una sensación de abandono por parte de la administración. También una parte de la población ha tirado la toalla. Y eso también va enlazado con algo nuclear en la situación demográfica de la comarca y de Boal, que es la falta de orgullo de ser de aquí. Esa partida la ganó el urbanocentrismo. Cuando volví a Boal incluso la gente de aquí me decía: ¿pero estás loca?, ¿cómo te vas a venir a vivir aquí, que no hay nada? De hecho, cuando volví, la gente pensaba que venía porque me había pasado algo. Si preguntas aquí a las chavalas y chavales en la ESO y en Bachiller, la mayor parte te hablarán de marcharse en cuando puedan. Yo también me fui y creo que todo el mundo tiene que salir, abrir un poco la neurona por ahí. Pero también tienes que tener siempre esa posibilidad de volver. Aquí sigue habiendo médicos, maestros, empresarios, gente que teletrabaja... Sigue siendo una opción".

"Creo que cuando hablamos del retorno al medio rural, la piedra angular es hablar de la autoestima. Hablar del concepto de la buena vida, de dónde se puede tener una buena vida y cómo encaja eso con la vida urbana y la rural. Va a ser muy difícil si eso no está bien estructurado, ese orgullo, esa autoestima rural. Aquí, en el día a día, tienes dificultades y si tú no lo tienes claro, a la primera de cambio coges y te largas. Tienes que tener muy claro que quieres vivir aquí y valorar muy claramente qué es lo que te aporta vivir en un pueblo y por qué. La gente que viene desplazándose de las ciudades a los pueblos a veces llega con una idea muy bucólica. Como en verano viene y la vecina le da huevos y dos tomates, cree que todo el año a va ser así. Y aquí unos nos llevamos bien, otros nos mal y otros regular, hay de todo. Eso también te pasa en tu ciudad con tu comunidad de vecinos. Forma parte de la convivencia".

Las cosas importantes

"Pero sí creo que hay una tendencia a volver un poco a la vida más tranquila, a conectar más con las cosas importantes. Y que con la pandemia eso se acentuó. Pero luego todo lo que hay alrededor de esos procesos tiene que acompañar. El tema de la vivienda, por ejemplo. Hay mucha vivienda vacía, pero poca disponible. Sobre todo en alquiler, que es lo que necesitan para empezar. Pero no hay. O pueden encontrarse con que no hay internet. En mi caso, en la capital de concejo nunca tuve problema de conexión, pero con la cantidad de horas de formación online que yo hacía si hubiera estado en Doiras no habría podido venir a vivir aquí. Hay que apostar por determinadas estructuras básicas. También por otros temas de legislación, para que la gente pueda darse de alta en sus proyectos, para que las cosas puedan estar dentro de la legalidad sin que te machaque la burocracia. Y falta una política o una iniciativa que aglutine todo lo que necesitan los que quieren volver. Porque ahora mismo tienes que preguntar en un sitio por una cosa y en el otro, por otra".

Carretera para salir y planes para quedarse

"Claramente el valle del Navia está completamente deprimido. Es de las zonas que tienen menos infraestructuras desarrolladas. La carretera que nos vertebra se llama carretera por utilizar alguna etiqueta para nombrarla. Creo que hay que mejorar las infraestructuras, pero también hay que hacer un plan que asiente a la población, ofrecer algo. Si no, la carretera lo que puede traer también se lo puede llevar. Hay que pensar qué incentivos vamos a ofrecer a la gente que trabaja aquí para que les merezca más pena vivir en Boal. Cuando yo era pequeña había muchísima vida de la gente que trabajaba en Boal. Los maestros y profesores, los enfermeros, los de las oficinas bancarias, etcétera. Ahora apenas queda nadie de esos viviendo aquí. Cuando me dicen que Boal no genera puestos de trabajo, empiezo a contar la cantidad de gente que trabaja en el ayuntamiento, en el centro de salud, en el cole de primaria, en secundaria, en las oficinas bancarias, en las oficinas de la Consejería de Medio Rural... Hay en Boal hay como unas 35 personas que van y vienen todos los días a hacer aquí su trabajo y luego se van a sus casas. Eso, por ejemplo, lo favoreció la autovía".

Dignificar y comunicar

"Y también es importante dignificar y comunicar lo que tenemos. Cuando la gente me dice que no hay nada y yo empiezo a contar todo lo que hay, y ¡madre mía! Tenemos un aula de música, talleres de lectura, un centro de fisioterapia, clases de yoga, de pilates bueno, un coro, hay tres clubes deportivos… Para ser un sitio pequeño hay cosas que hacer. Me pasa con las amigas que tengo aquí. Me dicen: cuando te escucho hablar a ti me entran ganas de vivir en Boal. A mí aquí no me falta nada a pesar de que hay algunas incomodidades en el día a día, pero me compensan con la calidad de vida que tengo".

"Es importante dignificar el medio rural y conectar con el orgullo. Por ejemplo, en el ámbito educativo. Yo estoy muy próximo a él porque tengo una cría de 13 y un crío de 11 años y veo que el currículum está completamente alejado de nuestro contexto. Es esporádico que un día les digan: vamos a dar un paseo y traer cuatro hojas de un árbol. Con el entorno que tenemos y con las posibilidades de ver en directo muchos procesos de la vida diaria con los que podrían enganchar multitud de aprendizajes… Es que coges el libro de texto que tienen y es todo urbanocentrista a tope".