Sonia y Julio, cuando la miel pega a la gente a la tierra

"El Occidente es el gran olvidado, pero aún tenemos mucho que decir"

ASTURIANOS EN BOAL: Julio y Sonia Fernández

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Sonia y Julio Fernández, apicultores. Son hermanos y ambos han continuado con la tradición apícola que heredaron de sus padres. Julio, además, es el presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Miel de Asturias, que echó a andar a finales del año pasado y que dará un impulso a un producto que en Boal es la referencia.

Julio y Sonia Fernández López son hijos de Julio Fernández, el apicultor que impulsó la Feria de la Miel de Boal. Ellos, desde la jubilación de su padre, han tomado el relevo en la actividad apícola familiar. Es un momento, además, clave para el sector mielero asturiano, que acaba de estrenar etiqueta de calidad con una Indicación Geográfica Protegida (IGP). Julio Fernández, hijo, es el presidente del consejo regulador de esta IGP Miel de Asturias, donde se integran 60 productores y 32 envasadores.

Julio: "La IGP Miel de Asturias va a ser un paso muy importante para el sector apícola en el Principado. Llevamos muchos años luchando por conseguir esta marca de calidad y estamos certificando desde principios de noviembre. Permitirá a los apicultores dar un plus de calidad a un gran producto que tenemos en Asturias. Es una etiqueta que certifica que toda esa miel está producida en el territorio asturiano y está envasada en las condiciones óptimas. Además de ser importante para el apicultor, es mucho más importante para el consumidor. Es una garantía para de él de que consume miel de Asturias y de que además el colabora con un sector que supone una apuesta por la fijación de población en el medio rural y por la labor que hacen las abejas de polinización. Al final, consumir un tarro de miel asturiana tiene muchos aspectos positivos, no solo lo bueno y rica que está".

"La verdad es que el cambio climático se está notando mucho en la apicultura. Estamos teniendo grandes complicaciones. A lo largo de un año apícola es muy difícil hacer ningún tipo de pronóstico con el trabajo, porque estamos teniendo unas modificaciones en las estaciones a pasos agigantados. La apicultura necesitaría unas estaciones muy marcadas: un invierno frío, una primavera lluviosa, un verano con calor y buenas temperaturas y un otoño también con buenas temperaturas para que las abejas puedan adquirir reservas. Y ahora lo que estamos teniendo son temperaturas de 20 grados en diciembre y de 5 en julio. Eso está causando estragos. En 2021 y en 2022 tuvimos grandes problemas de producción por la sequía en agosto. Estamos viendo cosas impensables. Se nota en la producción y en el mantenimiento de la colmenas".

Sonia: "Yo soy la pequeña de los tres hermanos, aunque solo por 5 minutos de mi hermana mayor, que es mi gemela. Estudie Gestión Administrativa en Gijón. Allí viví cuatro años de lunes a viernes, los fines de semana eran para volver a casa. Después estuve trabajando 5 años en la recepción de un hotel de Boal, en El Zángano. En 2016 solicité una primera incorporación al campo. Quería quedarme aquí y, con el apoyo de mi familia, aposté por vivir en el campo y del campo. Estoy muy contenta. Es un trabajo que me gusta; un trabajo que desconocía pero que, poco a poco, voy aprendiendo".

"Desde muy pequeños nosotros siempre tuvimos muy presente la apicultura, aunque mis padres se dedicaban a otros trabajos. Mi madre, ganadera y ama de casa y mi padre en el ayuntamiento de Boal. Ellos empezaron con las abejas por hobby. Eran unos apasionados de este mundo de la apicultura. Al jubilarse mi padre, mi hermano tomó el relevo con las abejas y años más tarde me incorporé yo. Mi padre y cinco socios más decidieron apostar por un producto de gran calidad como es la miel de Boal y formaron ya hace más de 25 años la sociedad Boal Apícola S.L.".

"Sabía que en el mundo rural, y más en la zona occidental, las dificultades son mayores que en otros lugares, como las grandes ciudades. Pero yo apuesto por la calidad de vida a nivel personal y profesional que me ofrece vivir en mi pueblo. Mi oficina es la montaña donde tenemos los colmenares. Te aseguro que tiene las mejores vistas que se pueden tener. Acabo de aterrizar, como quien dice, en esta profesión, pero tengo grandes maestros en la familia".

"La situación de nuestros colmenares, en una zona de gran reconocimiento apícola por sus condiciones geográficas y por la tradición mielera de Boal, dan a nuestro producto unas condiciones particulares, muy valoradas en el mercado. La miel es el producto más representativo de Boal y lleva su nombre fuera de nuestras fronteras. Además, es muy importante la labor de conservación del medio ambiente que hacen los apicultores".

"Sin embargo tenemos varias amenazas. Una de las más importantes son lo problemas sanitarios como la Varroa, ácaro que daña y merma la población de las colmenas; la Vespa Velutina, un insecto que ataca a las colmenas; y las condiciones climatológicas que en los últimos años están causando mermas de producción, como decía mi hermano. En cuanto a la venta del productos, la amenaza más importante es la entrada de mieles de otros países a precios mucho más bajos. Nosotros, en ese sentido, apostamos por un producto de calidad para diferenciarnos".

"Yo estudié en el colegio de Boal y después en el instituto. Por aquellos años éramos unos cuantos en clase. Pero de mi generación creo que en Boal, a día de hoy, con una mano me sobra para contarlos. Era lo normal: teníamos que salir a estudiar y una cosa lleva a la otra. Acabas de estudiar, encuentras trabajo, formas familia y, al final, apostar por vivir en el pueblo no se quería o no se podía, por muchas circunstancias".

"Día a día vamos viendo cómo Boal va apagándose poco a poco. Se van quitando servicios, cerrando negocios, la población cada vez es más envejecida y cuesta que los jóvenes se vengan al mundo rural. Quizás con mejores oportunidades, mejores infraestructuras, mejores comunicaciones, un internet de calidad, que hoy en día es tan fundamental, unos buenos servicios básicos y un poco de ayuda por parte de las administraciones facilitando un poco las cosas quizás habría más gente que apuesta por vivir y trabajar en el campo, o por lo menos la que está decida quedarse. Boal cuenta con un gran movimiento asociativo que con esfuerzo y un trabajo desinteresado hacen todo lo posible porque sus pueblos tengan actividades. ¿Y por qué no un futuro donde los productos agroalimentarios puedan dinamizar nuestro territorio? El Occidente es el gran olvidado, quizás ya es un poco tarde en muchos aspectos , pero aún tenemos muchos que decir, hacer y aportar desde el mundo rural. ¿Por qué no apostar por un modelo de vida de gran calidad en los pueblos?"