Patricia vive en el concejo donde otro mundo rural ya es posible

Patricia Pardo

Patricia Pardo / Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Patricia Pardo, propietaria del bar tienda Casa Suárez, en Santolaya de Cabranes. Tiene 46 años, estudió Pedagogía en la Universidad de Oviedo y después decidió seguir adelante con el negocio familiar, que reformó y reabrió en 2007. Casa Suárez, fundado por sus abuelos, es un bar tienda donde lo mismo se toma un vermú con la receta original del desaparecido bar Logos de Oviedo que se pueden comprar las delicatessen de la comarca. Por allí pasa buena parte de la vida social de un concejo que se ha convertido en ejemplo de que el renacimiento del medio rural es posible.

Lo primero que sorprende al entrar en Casa Suárez, en Santolaya de Cabranes, un bar tienda regentado por Patricia Pardo Suárez, es que hay un amplio surtido de chuches. Y donde hay chuches hay guajes. Y hay guajes porque en Cabranes, que hace dos décadas era un territorio sin futuro, uno de los concejos más envejecidos, se produjo, sobre todo a partir de 2010, un fenómeno digno de estudio para quien busque nuevos horizontes para el medio rural. Varios centenares de nuevos pobladores, españoles y extranjeros, llegaron a Cabranes y le dieron la vuelta a la tortilla. Pusieron en marcha un puñado de iniciativas empresariales, rejuvenecieron la pirámide poblacional y nutrieron un colegio que parecía condenado a cerrar. Cabranes, un municipio que hoy tiene 1.111 habitantes, ganó más de 450 nuevos residentes foráneos (una cuarta parte de ellos extranjeros) a lo largo del siglo XXI. Patricia Pardo, cabranesa de las de siempre, vio y vivió todo ese cambio. Y así lo cuenta desde un negocio que es uno de los lugares donde late, hoy con brío, la vida social cabranesa:

"Creo que esto que está pasando en Cabranes no pasa en ningún concejo rural de Asturias. Entre 1995 y el 2000 en esti colegio de Santolaya llegó a haber solo cinco críos y ahora hay más de 40. De todos los que hay ahora en la escuela, si te pones a mirar, quizá ninguno sea de padres que hayan nacido en Cabranes. Quizá ahora mismo casi el 100% de los alumnos sean de gente que vino a vivir desde hace 20 años para acá". 

Generación perdida

"Cabranes cambió mucho. Fue un concejo muy envejecido, pero desde 2010 empezó a venir gente nueva. La gente que vivía aquí, la gente mayor, se fue yendo. Yo tengo 46 años, soy de 1976, y, como siempre digo, mi generación desapareció toda de Cabranes. Marcharon todos para Oviedo, para Gijón, para la Pola. De mi generación, que éramos muchos, quedamos aquí muy pocos. Se pueden contar con los dedos de una mano. Toda la gente de mi edad marchó. También más mayores y más jóvenes se fueron. Si ese fenómeno de gente que está viniendo no se hubiera producido, quizá ahora mismo el bar lo tendría cerrado. Porque, claro, si te pones a mirar, es muy poca la gente que era ‘de antes’ y que aún vive en Cabranes. Creo que dentro de unos años va a haber más vecinos nuevos que los que eran de aquí de siempre. Hay mucha gente que tiene muchos vínculos, que sigue viniendo los fines de semana y que se sienten de aquí porque siempre lo fueron, pero día a día no están en Cabranes".

Patricia Pardo, en su bar tienda.

Patricia Pardo, en su bar tienda. / Julián Rus

Las claves

"Creo que la clave de este fenómeno es que ye un concejo que está en el centro de Asturias, rural pero muy bien comunicado. Estamos a 10 minutos de la autopista, a 20-25 minutos de Gijón y a 40 de Oviedo. Estás en el mundo rural, porque esto es rural-rural. No hay mucha industria, porque Cabranes como que se quedó un poco dormido durante muchos años. No tien ningún impacto de nada, tien bosque autóctono y, después, tien la autopista y los servicios muy cerca".

"La capital del concejo, con el Ayuntamiento, tien banco, médico, farmacia, bares, tiendes, colegio. Tienes muchos servicios muy accesibles, quizá más accesibles que en cualquier ciudad. Aquí una gestión puedes hacela mucho más fácil que si vas a una ciudad. Ye mucho más fácil vivir aquí que en una ciudad. También los precios de las viviendas también son más bajos. O lo fueron, que quizás ahora ya están subiendo un poco. Pero no ye lo mismo pagar un alquiler en cualquier ciudad que en un pueblu. Y después también hay un buen acceso a internet, que eso también es importante. Ya antes de que llegase la banda ancha a Santolaya el Ayuntamiento ofrecía internet (por wifi)".

Alternativos y no

-El tópico dice que Cabranes es el paraíso de los hippies.

-Ha venido todo tipo de gente. Sí que hay gente alternativa. Lo de hippie no me parece que sea la palabra apropiada. Prefiero la palabra alternativo. Pero sí hay gente bastante alternativa que busca la naturaleza, que busca vivir un poco de otra manera, que escapa de la ciudad, gente con la mente abierta. Hay gente así, pero van incorporándose todo tipo de personas. Por ejemplo, tras la pandemia vinieron personas ya jubiladas, de Oviedo o Gijón, y que se encontraron a gusto aquí y se quedaron. Hace poco estuve hablando con unos chavales que llegaron de Madrid después de la pandemia, lo conocieron por medio de una amistad. Les gustó Cabranes porque ahora hay vida. Ye un concejo que tien mucha vida, mucha gente joven y muchos críos. Y uno llama a otro. Entonces sí, hay gente más alternativa y gente menos.

El Tenderete

"Yo creo que en este cambio que vivió Cabranes ayudó también mucho ‘El Tenderete’, el mercado mensual que empezó a hacerse hará pronto diez años. De ahí van saliendo iniciativas económicas. Surgió, por ejemplo, la cooperativa Kikiricoop (premio a la excelencia a la innovación en diversificación en el medio rural del Ministerio de Agricultura), que son los que fabrican la Asturcilla y los que tienen el catering que se llama Confusión Comidas; también salió otro negocio de cultivo de setas shitake, Fungi Natur... O unos chavales que no son de aquí, los de Pachamama (horno de pan), pero que están vinculados. Empezaron un poco a ver cómo funcionaba y salieron para arriba". 

"El mercado empezó siendo un mercado de segunda mano, de fruta y verdura. Va evolucionando, está cada vez más asentado. Al principio venían cuatro puestos, pero esto va creciendo y se va conociendo. Empieza venir de cada vez más gente, todo tipo de gente. Y el día de Tenderete ye día de fiesta. Aparte, la mayoría de los puestos son locales o de muy cerca. También ye una manera de tener un poco de economía. Tien muy buen ambiente, siempre hay alguien tocando y ye un mercado muy social, de verse unos a otros, de relacionarse. Eso crea mucha red social en el concejo".

Un pueblo mundial

"Yo en el bar conozco a la mayoría de los vecinos por los nombres y ahora cada vez viene más gente nueva buscando casas. Así que empiezo a ver que conozco muchas caras pero que el nombre es que ya no sé. Ya está difícil para alquilar en Santolaya. Pero, bueno, en el resto del concejo, el que pregunta y el que busca acaba encontrando. Toda la gente que se empeñó en vivir aquí, en buscar una vivienda aquí, acabó encontrando vivienda. Si me llegan a decir esto en 2007 no me lo creo. Ahora mismo en Cabranes te pones a buscar nacionalidades y hay de todos los sitios. De España, por supuesto, de muchos sitios: Castilla y León, Madrid, Cataluña... Pero después hay franceses, belgas, holandeses, alemanes, ingleses, brasileños, mexicanos, argentinos, italianos... Hay de todos los sitios".

"Eso crea una forma de vivir diferente. Hay mucha ayuda mutua, mucha cooperación. Y mucha diversidad. A veces estás en el bar, y hay uno hablando en flamenco, otros en inglés, otros en alemán... Lo dices por ahí fuera y no te creen. ¿Cómo puede ser que en un pueblo haya gente de tantos sitios distintos? Y, claro, la gente viene y encuéntrase cómoda y hacen amistades. La mayoría ye gente joven, entre 20, 45 o 50 años hay mucha población, entonces, unos por otros, al final va aumentando".

-¿Hay roces entre la población "autóctona" y los nuevos pobladores?

-Siempre hay gente que no está a gusto, pero yo siempre digo que lo bueno es conocerse. No conocer al grupo, conocer a la gente individualmente. Si conoces a la gente individualmente, la gente sí se lleva bien. Por ejemplo, con los ganaderos, con la gente que está todo el día para atrás y para adelante, sí hay vínculo. Con los críos de la escuela, unos padres con otros, también. Sí hay quien está un poco más a disgusto porque chocan un poco las culturas, las maneras de vivir, las tradiciones. Hay quien ye muy de tradiciones y los que llegan nuevos no las conocen, o no son de ese tipo de tradiciones. Pero en el día a día la gente que se conoce sí que se lleven bien entre ellos.

"Esto que ocurrió en Cabranes fue un cúmulo de varias cosas que se juntaron. Ahora hay que ir caminando. Porque de todo el mundo que vien, no se queda. Hay gente que va y viene. Pero hay quien se queda. De todos los críos que están ahora en el colegio pues tampoco van a quedar todos, pero alguno quedará. Y de toda la gente que vive alquilada pues ya hay gente que compró casa y ahí tienes otro tipo de vínculo. Desde luego, esto no tiene nada que ver con lo que yo conocí. Yo vivía en un lugar con les tradiciones de un pueblu rural. Yo siempre digo que la mi cría está viviendo en el mismu sitiu donde yo viví, pero lo que ella está viviendo no tiene nada que ver con lo que yo viví. Claro, ella convive con gente de muchas procedencias. Y además aquí hay mucha actividad. Mira, por ejemplo, ayer mismo había un taller de flamenco, otro taller de taichí y otro taller de baile asturiano y bailes de salón. Otru día hacen meditación, otru día hacen hipopresivos, otru día pilates... Qué te quiero decir, que vives en un pueblu pero tienes muches actividades. O sea, que hay vida".

[object Object]

Patricia Pardo regenta en Santolaya un bar tienda que mantiene con vida uno de los productos estrella de la hostelería ovetense de los 80 y 90, el legendario vermú de la cafetería Logos, hoy cerrada. Así lo cuenta Patricia:

"Casa Suárez era de mi familia, de mis abuelos y de mis padres. Yo estudié Pedagogía en la Universidad de Oviedo y, en un principio, preparé oposiciones. Cuando se jubiló mi madre, la alternativa era cerrar o seguir yo con el negocio. Entonces lo pusimos a mi nombre, pero seguí intentando hacer oposiciones por mi cuenta. Luego tuve pareja y entonces decidimos quedar a vivir aquí y pensamos que si íbamos a tener hijos mejor era mantener el negocio y poder criar los hijos en Cabranes, que iba a ser más fácil. Hicimos obra entre 2006 y 2007. Abrimos en marzo de 2007. Tuvimos el respaldo de Tino Monestina, primo de mi madre y camarero de Logos de toda la vida, que nos enseñó cómo hacer el vermú y la compuesta que hacía él. Y tiramos por ahí, porque el vermú es bastante famoso. Ahora viene mucha gente a tomarlo, la verdad.

"Mi marido estuvo un tiempo ayudándome y ahora ye el taxista del pueblo. Él es de Gijón, pero su familia es de aquí, siempre venía a Cabranes los fines de semana, sí que tenía vínculo con esto".

"No me arrepiento de la decisión que tomé. Tengo mucho trabajo. Trabajo también los fines de semana, pero trabajo para mí. Hubo un tiempo, en 2012, cuando la crisis aquella tan gorda, que estuvieron les coses complicaes, pero bueno, aguantamos y tiramos para delante. Estoy contenta por haberme quedado aquí".

"En la tienda tengo muchísimos productos que son de Cabranes, locales. Tengo el arroz con leche que se hace aquí y los embutidos Naveda, que son del concejo. También tengo Asturcilla, que se hace aquí y los productos de Fungi Natur, que son también de Cabranes. Y productos de cosmética de Ablana, que también se hacen en Cabranes. Como digo yo, no puedo competir con un supermercado, pero yo doy calidad".