La Asturcilla se hace con leche, cacao, avellanas y... mucha economía social

«La vivienda es un problema clave para el retorno al medio rural»

ASTURIANOS EN CABRANES: Verónica Sánchez

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Verónica Sánchez, antropóloga, socia de la Cooperativa Kikiricoop y técnica del programa «Volver al pueblo» del centro de desarrollo El Prial (Infiesto). Nacida en Amieva hace 44 años, trabaja en pro del retorno al medio rural y forma parte de la cooperativa que hace Asturcilla –la crema «autóctona» de cacao con avellanas– y que tiene el catering Confusión Comidas. Esta empresa acaba de ser premiada por el Ministerio de Agricultura por sus medidas innovadora para hacer compatible el trabajo con los cuidados familiares

"Desde 2010 se ha producido un cambio a nivel de España en la serie histórica que se venía produciendo desde hacía más de cien años: el número de personas que nacían en el mundo rural y se iban a vivir a la ciudad era mayor que a la inversa. Eso cambió en 2010. Es una dinámica se está dando en toda Europa desde hace 20 años: personas, sobre todo en una edad en la que se fijan los proyectos vitales a medio plazo, entre los 25 y los 40 años, que se trasladan a zonas rurales para realizar un proyecto de vida que muchas veces tiene que ver con actividades más artesanas, con un trabajo menos estresante, con la posibilidad de criar a los hijos en un entorno más saludable, en el caso de que se tengan hijos".

"Es una dinámica que se está dando cada vez más en el ámbito nacional y, sobre todo, en el Norte. Asturias, con la climatología que tiene, antes no era deseable. Pero eso cambió. Por desgracia. Digo por desgracia porque eso significa que en otros sitios lo están pasando mal por el calor. Hace unos años, la lluvia y el frío eran algo desagradable, pero ahora, con el drama de las altas temperaturas que sufre la gente la mitad del año, ya hay muchos que no quieren pasar esos padecimientos. Los emigrantes climáticos no son ningún mito, eso es un hecho. Por ahora de dimensiones limitadas, pero es una tendencia que va creciendo. Y que se percibe".

"Hay una trayectoria de regreso al pueblo que es muy frecuente en toda Europa y que cada vez se está produciendo más en España. De hecho, Asturias es uno de los lugares del Estado donde culminan más procesos migratorios internos de este tipo. Es uno de los lugares más deseados. ¿Y qué pasa con Cabranes? Pues Cabranes fue un receptor de alguna gente que empezaba a venir en un momento que el que había vivienda disponible. Fue de 2006 en adelante. Empezaron a llegar personas y empezó a crearse una pequeña masa crítica. ¿Por qué? En primer lugar, había vivienda disponible. Esto es muy importante, muy importante. Hay muchos concejos muy deseables donde la gente no encuentra vivienda por la orientación turística del territorio, o porque las viviendas se encuentran en manos muertas, no hay posibilidad de alquilar –solo de comprar– y están muy deterioradas… En Cabranes había cierta posibilidad de acceder a viviendas en alquiler. También había un colegio rural, algo muy importante. Y, además, cercanía con Gijón y con determinados núcleos de población que posibilitaban trabajar, dormir aquí y acceder a esos lugares".

"El hecho de que se crease en Cabranes una masa crítica de nuevos pobladores es determinante para algo que es fundamental en el despoblamiento: que venga gente con niños. Los adultos podemos tomar elecciones de vivir en lugares realmente apartados. Pero la mayoría de la gente, cuando tiene niños, busca lugares donde los niños puedan tener una socialización. Ahí, además, es importante la escuela rural, que tiene una ratio de alumnos muy pequeña en relación con las de la ciudad y eso ofrece normalmente la calidad de la atención personalizada, es muy interesante cuando tienes peques. Y además es una escuela pública, donde no hay que pagar. Por tanto, la calidad de la escuela, junto con estas otras cosas, han ido creando una masa crítica y eso va a atraer más población porque ahí se suma otro elemento positivo más: que hay habitantes más jóvenes y el dinamismo social ser mayor. Eso va a hacer de ese territorio un lugar apetecible".

"En Cabranes, algunas personas optamos por emprender con el modelo cooperativo y otras hicieron emprendimientos individuales. Eso tuvo que ver con una crisis económica. A partir de 2010, el mercado laboral no era capaz de absorber nuestra necesidad de trabajar. Entonces, por necesitad vital, nosotros montamos Kikiricoop. Pero también veníamos del ámbito de la economía social y solidaria y por eso creamos una cooperativa, movidos por un interés sociopolítico en cuanto al planteamiento de aprovechar los recursos locales, de generar un mundo rural vivo. Nos parecía más interesante una empresa que trabajase con nuestro modo de ver la economía y la vida".

"Pero yo creo que en Cabranes sigue habiendo mucha carencia empleo. Mucha más carencia que en municipios limítrofes. Nos encontramos en una situación que me parece bastante paradójica. De Infiesto para allá, en Arriondas y Cangas de Onís, cuando hay trabajo no hay vivienda. Y, cuando hay empleo, tienen dificultad para encontrar personas que puedan trabajar en el lugar, porque las personas tendrían que tener dónde vivir y no es tan fácil. En cambio, aquí sigue habiendo un número de personas significativo que no encuentra trabajo o lo encuentran trabajo muy precario y muy estacional".

"Aunque la situación no está como estaba, es verdad que se han generado empleos. Nosotros somos un ejemplo. Somos 7 en la cooperativa y luego tenemos otros que nos ofrecen servicios muy continuados, son muy cercanos a la empresa. A la cena de Navidad vamos 11, si te sirve el dato".

"El modelo de negocio de Asturcilla vino de un trabajo que hizo el centro de desarrollo rural de El Prial a través un grupo de recuperación de la avellana que se llamaba “Gabitu” donde participaban dos compañeros que ahora están en la cooperativa, Sergio y Nico. Y a Sergio de la Hoz, que es cocinero, se le ocurrió hacer crema de cacao con avellanas. Es el producto estrella. Pero es un producto que tiene muy poco margen porque nosotros aplicamos los principios del proyecto empresarial que teníamos. Queríamos hacer un proyecto de autoempleo que también diera beneficios sociales y medioambientales. Te lo explico. Nosotros trabajamos con avellanas asturianas y catalanas porque no estamos consiguiendo toda la avellana asturiana que necesitamos. Porque, por ejemplo, no hay ninguna empresa en Asturias que te ofrezca avellana asturiana en grano. Nosotros somos probablemente la única empresa que trabaja con avellanas asturianas en Asturias. Tuvimos que comprar maquinaria de tamaño artesano para cascar y limpiar y para que te quede el grano que necesitas. Y aquí va el compromiso de nuestra cooperativa: por todo esto nos sale el kilo de avellanas en grano a 18 euros. La avellana catalana ecológica, que la compramos a una cooperativa de allí, nos la mandan limpia ya en un saco a 12 euros. Esos 6 euros de diferencia se llaman ‘compromiso con el territorio’. Ahora estamos trabajando con una colaboradora en un proyecto de avellanas específico".

"Y además de la avellana la leche ecológica viene de la granja La Roza, de Nava, que es una ganadería tradicional reconvertida en granja ecológica, que da empleo a varias personas, son 22 vacas que están todo el día en el prado, un modelo impecable… Luego, el resto ingredientes, el aceite de girasol, el cacao y la panela, son todos ecológicos. Y estos dos últimos de comercio justo. Por eso digo que Asturcilla no sólo hay que valorarla por lo bien que sabe, sino por todo lo que hay detrás".

"Este año nos dieron el primer premio de la Red Rural Nacional del Ministerio de Agricultura a la excelencia en la categoría de diversificación. Y ahora voy a explicar una peculiaridad del proyecto por la que se nos distinguió. Teníamos la economía feminista como uno de nuestros principios y la economía feminista plantea qué pasa con los trabajos reproductivos. Uno de los grandes problemas cuando nos ponemos a trabajar en determinada edad son los cuidados a nuestro cargo. ¿Qué haces con los críos, con los mayores? ¿Los cuidados a dónde van? Cuando empezamos, teníamos críos pequeños todos los socios y socias. No queríamos que esos cuidados acabasen en manos de terceras personas, abuelas o parejas, que ni cobrasen ni tuvieran ningún reconocimiento. Hicimos una cosa que se llama ‘turno de niños’ y cada día de la semana uno de los socios cuidaba todos los guajes, que llegaron a ser seis. Pero esas horas de cuidados contaban dentro de la jornada laboral, se cobraba al mismo salario y eran horas cotizadas. Tomamos más medidas en también en cuanto a bajas por maternidad paternidad y bajas en general".

"Llevamos 6 años haciéndolo. Tomamos muchas decisiones que son contrarias a la lógica empresarial, pero que son economía social y solidaria. Esto es una propuesta que nos costó mucho dinero, pero a nosotros nos valió en tanto que llegamos hasta aquí y nos permite compartir más tiempo con nuestros hijos e hijas".