Caravia es una pequeña joya que empieza a brillar en la costa oriental. El concejo más pequeño del Oriente (el tercero de Asturias con menos territorio) y también el menos poblado de la comarca (el noveno con menos habitantes de toda la región) ha dejado aquel pasado minero (extracción de espato flúor) que deterioró gravemente su medio ambiente, con vertidos constantes a sus ríos y su costa y con problemas de hundimiento de viviendas a consecuencia de un subsuelo horadado. Hoy cuenta con poco más de quinientos vecinos (ha perdido desde que comenzó este siglo XXI casi el 20% de su población), pero desde que se desató la pandemia de coronavirus ha registrado un repunte demográfico no desdeñable para sus pequeñas dimensiones. Ha pasado de 469 vecinos en 2020 a los que 507 que se registraron el año pasado 2001. Nuevas familias que acuden en busca de la calidad de vida que ofrece el municipio. Habrá que ver si se consolida esta tendencia que corre a favor de un concejo que , con el cierre de las minas, la visto cómo su entorno natural vuelve a lucir y cómo la autovía, además, lo ha puesto a tiro de piedra del centro de Asturias; un territorio idóneo para el turismo de segunda residencia (hay 195 viviendas unifamiliares principales y 250 secundarias) y que además ha logrado consolidar en el polígono de Carrales un núcleo de pequeñas actividades industriales que, por ejemplo, su "hermano mayor", Colunga, aún no ha logrado poner en marcha.