Tito Aramendi, presidente de la asociación «Candás Marinero». Trabajó como comercial de productos siderúrgicos, pero es hijo de un secretario de la cofradía de pescadores y nieto y bisnieto de pescadores. Al frente de «Candás Marinero» está desarrollando una intensa labor de digitalización y recopilación de documentos históricos de la villa candasina y su concejo.

Tito Aramendi encabeza la asociación "Candás Marinero", fundada en 2014 y cuyo objetivo es recuperar la historia candasina, tan vinculada a la actividad pesquera. Están desarrollando una intensa labor de digitalización del archivo histórico municipal, uno de los más completos de Asturias. El documento más antiguo hasta la fecha que han procesado data del año 1500. Ya han digitalizado 41.000 archivos y, además, cuentan con una recopilación de otras tantas imágenes cedidas por familias de la villa, junto con un importantísimo archivo fotográfico del resto del concejo. Así ve Tito Aramendi la vida y la historia más reciente de su municipio natal:

Puerto de acogida

"Mi apellido Aramendi es originario del País Vasco. Nuestro bisabuelo vino de Fuenterrabía a la pesca del bocarte y del bonito. El bocarte viene por el golfo de Vizcaya en dirección a Asturias. Los barcos tanto de aquí como del País Vasco venían pescando y hacían la ruta que llamaban ‘La candasera’. Empezaban a primeros de marzo y estaban hasta junio, cuando se acababa la costera del bocarte y empezaba la del bonito. Entonces cogían las cañas para pescar bonito. Estaban aquí en Candás unos seis meses aproximadamente. En uno de esos viajes mi bisabuelo se casó con mi bisabuela en Candás. Y de ahí vinimos nosotros. Mi abuelo fue pescador también y tuvo varios hermanos pescadores".

"Mi padre se llamaba Cipriano Aramendi Cuervo, lo conocían por Panín. Fue el secretario de la cofradía de pescadores en la época en que mejor estaba la pesca en Candás. Entró en la cofradía después de la guerra, eran momentos duros. Estuvo 40 años trabajando allí hasta que se jubiló. Yo ya estoy jubilado también, tengo 71 años y trabajé 42 años de comercial de venta de productos siderúrgicos en un almacén que se llama Laminados Asturias, pero todo este mundo de la pesca me interesa por todo lo que me contaba mi padre".

Viviendo del mar

"Los candasinos vivían y subsistían de la pesca. De los años 1930 a 1950, Candás contaba con 30 vapores, con una tripulación de 400 hombres, además de 24 traineras de motor y remo tripuladas por 200 hombres y 40 embarcaciones menores que ocupaban a otros 100 marineros. O sea, un total de 94 embarcaciones con una dotación de 700 hombres. Durante esta época, Candás ocupaba el quinto lugar de los 24 puertos del Cantábrico, entre Hondarribia y Cabo de Peñas, después de los de Bermeo, Ondarroa, Santoña y Laredo".

Capital conservera

"Históricamente, Candás fue una de las capitales cantábricas de la industria conservera de pescados. Durante décadas, la pesca y su industria transformadora, me refiero a las fábricas de conserva, fueron el motor principal del desarrollo económico del concejo. En Candás llegaron a coexistir ocho fábricas de conservas y varias bodegas de salazones. Hoy no existe ninguna, pero queda algo muy importante, que es la memoria de un pueblo y el recuerdo vivo de sus gentes. Entre las fábricas de conservas y salazones había una plantilla algo superior a las 500 personas de ambos sexos. En todo ello tuvo una importancia capital que las conservas tenían salida a la Meseta por medio del Ferrocarril del Norte, desde Veriña, a 8 kilómetros de Candás".

"Tal era la oferta de trabajo en la industria conservera que muchas personas de pueblos próximos a Candás, principalmente mujeres, acudieron a trabajar en estas fábricas. En esta época no solamente se demandaban trabajos relacionados con las conservas, también otras labores como cesteros, barrileros, carpinteros de ribera, lateros...".

Cobrar cada mes

"A principios de los años 50 del pasado siglo XX las capturas empezaron a flaquear. Principalmente la sardina, el bonito y el bocarte, especies que constituyen las bases de la conserva asturiana. La subida de los precios del aceite y de la hojalata fueron la puntilla para este sector, que hizo que solo sobrevivieran las empresas más fuertes. Si a todo esto sumamos las empresas de nueva creación, como Ensidesa y Asturiana de Zinc, en Avilés, o Uninsa, en Gijón, esto hizo recapacitar a más de un marinero que el jornal que se ganaba mensualmente en la industria era fijo y no tenían que depender de los vaivenes de la pesca, donde cobrabas en proporción a lo que pescabas. Por tanto, la economía familiar se resentía, salvo los meses de las campañas más importantes, bocarte y bonito. Entonces, al final de las costeras, coincidiendo en las fiestas del Cristo, era cuando la famosa libreta que te daban en las tiendas para comprar fiado adelgazaba al abonar lo que se debía".

"A grandes rasgos, esto era lo que ocurría en nuestra villa. La mujer jugaba y juega un papel fundamental en la economía doméstica, pues en tiempos de escasez aplicaba una ‘economía de hierro’ por falta de recursos. Ellas son las verdaderas artífices de nuestro éxito, en lo que a Candás y Carreño se refiere".

"Los barcos de pesca se fueron quedando sin tripulación y los dueños de los barcos acabaron vendiéndolos por falta de mano de obra. Y así fue como pasamos de ser un pueblo de pescadores a un pueblo de siderúrgicos; de trabajar en mar a trabajar a trabajar en tierra".

Impacto ambiental

"El impacto de la industria sí se ha notado en el entorno natural de algunas parroquias del concejo. Eso es lo que trae el desarrollo industrial. Por un lado, económicamente, es bueno. Pero por otro lado hubo parroquias que lo sufrieron. Como digo yo: o queremos los huevos o los pitinos, hay que elegir. A cambio, Carreño está entre los concejos asturianos con más renta per cápita".

Ecos marineros

"Hoy en Candás, en pesca de bajura, que es la que predomina, habrá cuatro barcos. No hay más. Son los que van al trasmallo, a echar las nasas, algún palangre. Salen por la mañana temprano, regresan al mediodía y lo venden al día. El pasado marinero ahora queda en las tradiciones. En esencia, la forma de vivir y convivir, la forma de ser de los candasinos y carreñenses ha cambiado muy poco. Sigue conservando ese gen marinero que sacan a relucir en cuanto escarbas un poco en su interior. Nunca olvidaron lo importante: la Misa de Náufragos, en recuerdo de los 94 náufragos del año 1840; la Semana Santa con su salve marinera y su encuentro, y, por último, la fiesta del Cristo, el 14 de septiembre, que se celebra en la fecha en que unos marineros candasinos, pescando la ballena en los mares de Irlanda durante el siglo XVI, localizaron la imagen flotando del Cristo. Desde aquellas latitudes a remo y vela lo trajeron a la villa marinera".

La villa cantarina

"Hay una canción que me gusta mucho que cantan los canarios, que dice que para cantar no hace falta más que garganta y oído. Pues ese ejemplo puede aplicarse a Candás, es una villa de garganta y oído porque la gente canta muy bien. Hay un escrito del conde de Las Navas que hace referencia a eso. Cuando estaba allí escuchando la salve, uno de los escuchantes decía: ‘¡Qué bien canta este coro!’. Y el citado escritor le respondió: ‘¡No es que cantan bien, sino que Candás es todo un coro!’".

Gijón y el botón

"Para que veas la unión que tenemos con Gijón, hay un refrán que dice: ‘Los de Candás para comprar un botón vamos a Gijón’. Cuando se produjo aquel naufragio en el siglo XIX con 94 muertos, fueron 94 familias que se vieron afectadas y todas aquellas viudas, o la mayoría, se las llevó a Gijón para trabajar en la Fábrica de Tabacos. Por eso, cuando vino el periodista Francisco Carantoña a dar el pregón del Cristo dijo que como aquellas mujeres habían ido a trabajar a Cimadevilla, donde estaba la Fábrica de Tabacos, y como Cimadevilla era el lugar más antiguo de Gijón, podía decirse que Gijón era en realidad un barrio de Candás. Y yo creo que esa relación se sigue manteniendo. Recuerdo una época en que había actuaciones en el parque Santarúa y veníen los trenes cargados hasta arriba. Hay mucha gente de Gijón casada en Candás. Y del Sporting somos a muerte, todos somos rojiblancos".

Gente abierta

"Candás está en una zona privilegiada de Asturias. Muy centrada y muy bien comunicada. Mucha gente vino a vivir aquí por eso y porque les resultó más barato encontrar vivienda. Y, además, los candasinos somos gente muy abierta. Aquí nadie se siente extraño. Creo que esa forma de ser es herencia de la gente marinera. Aquí venían pescadores del País Vasco, de Cantabria, de Galicia, de los puertos de Asturias... y siempre hubo con todos ellos muy buena sintonía. Yo creo que influyó muchísimo para que Candás sea como es ahora".

"Y luego tiene una actividad cultural grandísima y hay infinidad de asociaciones: una banda de música, una banda de gaites, una escuela de música, grupos corales... Y sin contar con las actividades deportivas, claro. De cara al futuro, todo lo que sea invertir en los jóvenes es fundamental. Antes, cuando yo estudiaba, decían que había muy poca gente preparada y ahora que tenemos la generación mejor preparada de toda la historia, ¿no hay puestos de trabajo para toda esa gente que tiene un nivel altísimo? Es una pena que tengan que salir a Madrid, a Barcelona, o irse fuera de España. Es una pena que no se sepa aprovechar todo eso que se ha invertido en su educación".

"Espero no morirme antes de ver una solución viable para Perlora"

Tito Aramendi recuerda bien lo que fue la Ciudad Residencial de Perlora. "No solo los candasinos, sino toda España se volcó en ese destino vacacional que ofrecía Carreño. Perlora está situada en un lugar privilegiado y la gente acudía, no sin gran sorpresa, para ver esa joya del Cantábrico. El entorno que tiene la residencia de Perlora no creo que lo haya en todo el norte de España. Era una ciudad vacacional que tenía todo lo que le pidieras".

"Aquello era un jolgorio constante. Venía mucha gente de mayo hasta septiembre y cada 15 días cambiaban. Y eso claro que se notaba en la villa. Por las tardes siempre estaba la gente por Candás, venían a los bares a comer sardinas o a tomar un helado de Los Helios de acompañamiento de regreso. Al final de la quincena se ofrecía un baile en la inolvidable Nozaleda. Entraban en todos los comercios y eso redundaba indudablemente en la gente y en los negocios. Pero todo eso fue yendo a menos, a menos, y a menos, y ahora está la cosa así, medio abandonado. Muchas veces, dando un paseo por el puerto, coincido con alguna persona que pasó sus años de infancia en la Ciudad Residencial de Perlora. Escucho sus charlas y se cuentan que allí conocieron a su mujer, a sus cuñados... Era formidable esa etapa. ¿Qué hay que hacer para devolver su antiguo esplendor a Perlora? Es una solución política y de gran calado, pero nadie le quiere poner el cascabel al gato. Espero no morirme antes de que Perlora y su residencia tengan una solución viable. Lo deseo fervientemente".