Julia y los Vitorones, unos perros de fama mundial

"Vivo como me gusta, esto me da calidad de vida. Yo nunca tuve jefes. No tengo horarios. Pero eso tien su peaje, lógicamente"

ASTURIANOS EN CARREÑO: Julia Bango

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Julia Bango, criadora de perros de raza setter inglés. Tiene en El Valle la residencia canina "Los Vitorones", donde también se dedica a la cría y selección de setter ingleses. Con esta actividad se ha convertido en una referencia internacional para esta raza, la predilecta por muchos cazadores, sobre todo en el norte de España. Julia es hija de Víctor Bango, "Vitorón", hostelero gijonés fallecido en 2013, dueño de un sentido del humor legendario en la ciudad y que su hija heredó.

Para contar esta historia, para contar cómo se ha convertido en una referencia internacional en la cría de perros setter ingleses, Julia Bango tiene que hablar de su padre, Víctor Bango, "Vitorón", uno de los grandes de la hostelería gijonesa con su restaurante Casa Víctor, en El Carmen. Vitorón, genio y figura, falleció en 2013, a los 77 años.

"Oye, no ye porque sea mi padre, pero ye muy difícil de igualar. Cómo sería que, cuando murió, fue a vernos el cura de San José al tanatorio, que lu conocía mucho, y me dijo: ‘Acabáronseme los libros de firmes’. En el funeral, lo mismo estaba Álvarez-Cascos que alguien de Comisiones Obreras, gente de lo más variado. Porque tú, si eres de izquierdas, mi padre era de derechas; y si tú eres de derechas, él, en el momento, se convertía en izquierdosu total. Y no era de nadie, ¿sabes cómo te digo? Yo me parezco mucho a mi padre, yo soy mi padre, soy vitorona".

"Mi padre y mi madre son de orígenes de Carreño. Mi padre, de Ambás, de Casa Álvaro de María, que todavía existe, y mi madre de la Cuesta Carrió. Mi padre como cazador fue un fenómeno, pero siempre a pluma. La caza mayor nunca-y gustó, matar animales grandes daba-y pena. Su vida era la caza. El mes de vacaciones, en noviembre, era el mes para cazar. A veces cerraba mes y mediu si la temporada era muy buena. Ponía en el restaurante: ‘Cerrado hasta que nieve’. Según nevase en Castilla abría antes o después. El resto del año siempre venía a cazar a aquí a Ambás, al Monte Areo".

"Yo iba a cazar con él millones de veces. Mi padre era muy buenu con los perros. Hacía cazar a un gochu. Y la raza de mi padre eran los setter. Siempre que había un buen setter iba a miralu, fuese en Italia, en Croacia, en Francia. Donde-y dijesen que había un buen setter, allí iba".

"Todos los perros pueden cazar en todas partes, pero los setter son oriundos de las islas británicas, están acostumbrados a cazar en montes con mucha densidad de vegetación, con mucha humedad, son resistentes al frío. Se adaptan a estos terrenos. Un perru de pelo corto ye más apropiáu pa otros climas. En el Norte, el 85 por ciento de los que practican caza menor van con setter inglés. Ye la raza que mejor se adapta".

"Mi padre, lógicamente, no se dedicaba a criar perros. Podía tener una camada al año y lo que hacía era regalalos a los amigos. Coño, pues uno para Marcial, que era el que cazaba con él en Arriondas –el padre del cocinero Nacho Manzano, que comenzó en los fogones de Casa Víctor–, y otru pa no sé quién más. Eran siempre setter".

"Pues nada, resultó que yo empecé a hacerme mayor. Híceme mayor muy rápido y con 14 o 15 años ya pensaba: esti paisano ta todo el día invirtiendo en perros, gasta mucho dinero, se molesta en tener perros de calidad, buenos, y resulta que regálalo todo. Y todo eso cuesta un dinero. Y le dije: ‘Mira, papá, vamos a hacer una cosa. De esto de los setter me voy a hacer cargo yo. Voy a poner los pedigrís a mi nombre, los voy a registrar y voy a empezar a estar en el mundo como criadora de setter’. Y dijo él: ‘Mira, bueno, eso está muy bien porque la gente está todo el día pidiéndome un cachorru y no son conscientes de lo que puede llegar a costar lo que-yos estoy dando, entonces ahora, cuando alguien me pida uno voy a decir: invítote si quieres a chipirones encebollaos, pero si quieres un setter tienes que ir a tratar con la mi fía’. Nunca más regalé un perro".

"Vivo como me gusta, esto me da calidad de vida. Yo nunca tuve jefes. No tengo horarios. Pero eso tien su peaje, lógicamente. Tienes una responsabilidad constante y les vacaciones míes son limitaes. La cría de perros, buena y seleccionada como yo la hago, da dinero en momentos puntuales. Si no tuviera residencia canina, un hotel para perros, no viviría. De la cría del perro sería imposible".

"Hay un tipo de cría de perros que es cría ‘modo granja’. Criar por cantidades muy grandes, pero yo tengo 40 reproductores y esti añu tuve cinco camadas de manera excepcional. Normalmente son tres y así no es rentable. Podría hacer diez camadas o quince y venderlas, pero es que el mercado que me va a querer comprar esos perros a mí no me interesa. No quiero que vayan a esas manos, no quiero que los perros míos anden por ahí. Quiero que vayan a gente que entienda. Que valore lo que lleva".

"Un 60 por ciento de los perros los vendo a cazadores, pero tampoco los vendo a cualquier cazador. Hay dos tipos de cazadores: el que tiene respeto al perro y el que no. Están muy diferenciados y yo los distingo. En diez minutos de conversación los distingo, garantizado. Home, alguna vez puedo tener un fallo. Pero yo, al teléfono, soy como CSI Miami. Para esos no tengo perros disponibles".

"El mercado del setter en Europa no es caro. En España, entre 1.000 y 1.500 euros. El setter inglés ahora mismo es la segunda raza del país. Nacen 4.500 cachorros de setter al año, todos los años".

"La cría de cualquier especie es sangre, son líneas de sangre. Lo que se intenta es que el criador sea un mantenedor y un mejorador en el tiempo de la raza. Criar puede criar cualquiera. Un perro y una perra no necesitan ni la mano humana, se acoplan ellos. Pero preservar las razas en el tiempo, mejorarlas para darles más calidad, llevarlos a la evolución, tienes que saber lo que estás manejando, tienes que conocer la líneas de sangre. No es solo decir: ‘Mira qué guapo es ese perro, voy a cruzarlo con este otro’ No, el perro transmite lo que lleva dentro. Yo tuve un perro que traje de América y que llevé a muchas exposiciones de belleza y que ganó, pero en esta casa nunca chingó a una perra. Era un perro que le faltaba piezas bucales, las caderas no eran totalmente sanas, no le interesaba la caza. Era un perro de pipa y chimenea, como decía mi padre. Era un perro anticaza, ecologista. La psique no era la de un setter, era la de un perro alfombra. No es el continente, es el contenido».

«Crío setters, en parte, por vinculación emocional con mi padre y también por vinculación con la raza. De los perros me gusta en general todo, son mi vida. Pero para mí el resto de los perros no son los setter ingleses, no sé cómo decirte. Pero siempre tuve una espina clavada. Hice una incursión en los setter escoceses, los gordon, que son negro y fuego. Y a mi padre, cuando se puso malo al final, le dije: ‘Vamos a comprarnos una pareja, venga’. Hay una criadora en Finlandia que tiene unos gordon espectaculares y, con mi padre en el hospital, le escribí y me dijo que me vendía. Le dije: ‘Papá, ya tenemos gordon’. Por desgracia, ese perro no lo llegó a conocer. Ese perro fue en 2019 Perro del Año en España. Se llama ‘Goango black i want to go’, pero en casa se llama ‘Morgan’. Como Morgan Freeman, que me gusta mucho ese actor".