Beatriz Rodríguez Boto, quesería artesanal de Abredo. Esta ingeniera agrícola de 36 años trabaja desde hace una década en la quesería que sus padres, Alfonso y Begoña, montaron en la aldea de Abredo en 1988. Es por tanto la segunda generación que trabaja en una firma pionera en Asturias en el sector de los quesos artesanos y cuyos productos (queso, requesón y arroz con leche) han recibido numerosos galardones y están entre los clásicos imprescindibles del sector agroalimentario asturiano.

"Cuando yo tenía dos años, mis padres, Alfonso y Begoña, empezaron a elaborar quesos para comercializarlos de forma empresarial. Mi abuela ya hacía queso antes y los vendía por las tiendas de la zona, en Navia, en Miudes… Me crié entre quesos y en este sector. Creo que eso fue lo que me hizo formarme pensando en seguir en esto. Acabé el instituto aquí, en Navia, estudié Ingeniería Agrónoma en Lugo, trabajé durante un tiempo en el Centro Tecnológico de la Leche y después hice un Máster de Industrias Lácteas entre Lugo y Francia. Después estuve un tiempo en Francia. Luego, por circunstancias laborales de mi pareja de entonces y mi marido hoy, estuvimos fuera de España un tiempo, en Alemania. Tuve varias ofertas de empresas lácteas y de algunas alimentarias que no eran lácteas, pero, al final, me vine hace ya diez años a trabajar aquí con mis padres. En las épocas de más trabajo estaba en Abredo y en las de menos trabajo estaba en Alemania. En el 2016 nos vinimos para Abredo de forma definitiva hasta la fecha. Y ahora pues tenemos una niña, que se llama Julia".

"Cuando yo era pequeña había ciertas actividades que, por ser de pueblo, se veían como de menos. Algunos padres decían a sus hijos: haz otra cosa, vete de aquí del pueblo. Pero yo nunca tuve esa sensación. Yo siempre tuve la sensación de que mis padres trabajaron y siguen trabajando mucho y muy duro, porque aún son muy jóvenes, pero siempre con mucha pasión por lo que hacían. No ‘arrenegando’, como decimos aquí. Por eso a mí siempre me gustó el campo y el pueblo".

"Por todo eso me formé pensando en seguir con la quesería. Pero también porque era algo que me gustaba. No era una obligación. Si tuviera que volver a escoger una carrera universitaria volvería escoger la misma. Siempre digo que están cambiando mucho las profesiones y que los próximos años habrá profesiones que desaparecerán y surgirán otras nuevas, pero el único problema que sigue existiendo en el mundo es que la gente se sigue muriendo de hambre. Así que siempre harán falta ingenieros agrónomos. Es una profesión que es maravillosa porque nos da de comer. No sólo al que vive de ello, también da de comer a las otras personas, al que va a las tiendas o al supermercado a comprar nuestros productos".

"Trabajar en el campo es una actividad que tiene que dignificarse. Todos necesitamos a un agricultor a un ganadero todos los días de nuestra vida, porque todos los días de nuestra vida comemos. Y su importancia, que ya se vio con la pandemia, ahora se está volviendo a ver con la crisis que tenemos con los cereales, por la guerra de Ucrania. Tenemos que importarlos todos. Ahí tenemos un problema que no sé cómo nos lo vamos a sacar de encima. Espero que las personas que mandan en este país se den cuenta de que necesitamos comer todos los días y que eso lo podemos producir nosotros. Y si lo producimos nosotros estaremos más seguros todos. Para que no nos falte de nada y para que los precios sean más razonables. En el futuro deberíamos ser más autosuficientes y eso pasa por dignificar el campo. Ahora los chavales quieren ser influencers y es verdad que hay que vender las cosas, pero antes de vender hay que producir".

"En el mundo rural está claro que las dificultades son mayores, aunque no sean ya las de hace treinta años. Mi padre me cuenta siempre de cuando tuvieron que empezar a comprar leche, porque la que producían no les llegaba, iba a buscarla en bidones. Para llegar a Abredo hay una cuesta muy pronunciada. Iba a buscar la leche con un R5 y por el peso de los bidones con la leche en el maletero tenía que subir de culo. Los camiones no podían subir a Abredo por la carretera. Ahora no hay color, pero eso no quiere decir que no siga habiendo dificultades para que las personas del medio rural consigamos servicios. Es mucho más difícil que en las ciudades. Tiene sentido porque en las ciudades viven muchas más personas, pero si quieren mantener un mundo rural vivo, aquí también tenemos que tener servicios. Otro ejemplo. El agua para la empresa siempre nos la tuvimos que buscar nosotros y vamos a empezar a tener agua de traída ahora. Nos hicieron la obra el año pasado. Y fíjate que esta empresa lleva aquí desde 1988". 

"Me refiero entonces a que al mundo rural todo llega 20 años más tarde o más. Pero si queremos potenciar en un sitio como Asturias que la gente se quede en los pueblos habrá que fomentar que la gente haga algo en los pueblos. Está muy bien lo de ir a teletrabajar, pero siempre puede haber alguien que desarrolle una actividad en el propio pueblo. Y si queremos que la gente haga cosas en los pueblos tiene que haber servicios".

"La leche y los lácteos llevan unos años sufriendo una demonización terrible, sin sustento en evidencias científicas. Se nos demonizó de mala manera tanto a la leche como a los quesos, como a los yogures. Sin embargo, casi ningún alimento es nutricionalmente tan completo como la leche. Yo no digo que alguien tenga que alimentarse exclusivamente de lácteos, por supuesto, pero son una base muy importante en la alimentación de cualquier persona. El que no quiera consumir leche que no la consuma, pero se está desarrollando una campaña que puede dañar a gente que no ahonde más en el asunto y que escucha que la leche es mala y empieza a consumir bebida de almendras. La leche está muy bien hecha, lo digo siempre. Es un alimento que está muy bien hecho de forma natural y no se le da el valor nutricional tiene. Los que están en contra del consumo de leche dicen: es que somos el único animal que tomamos leche después de la lactancia. Y yo digo: claro, y los únicos animales que tomamos vino y los únicos que nos vamos de vacaciones".

"Cuando mi marido y vinimos a Abredo sí que nos planteamos vivir en una ciudad. Por una cuestión de servicios. Pero también es cierto que si al final decidimos venir para acá fue por la comodidad de que trabajo a 20 metros de casa. Además, tenemos a mis padres cerca para echarnos una mano con la niña. Ellos nos ayudan muchísimo y al final formamos un equipo, tanto en lo profesional como en lo personal. Creo que desde hace unos años se potenció el individualismo de las personas y al final cada uno vive solo, o solo con su pareja. Creo que ya nos olvidamos de la familia, nos olvidamos de que las personas somos animales y que los animales somos de vivir en manada. Pero parece que ahora se trata de intentar no necesitar nada de nadie. Y a mí eso nunca me lo transmitieron. Por ejemplo, ayer tuve que ir a una reunión a Oviedo, pues mi padre me recogió a Julia en la guardería. Si mi abuela tiene que ir al médico, el que mejor le cuadre la lleva al médico. Nosotros nos ayudamos en lo personal y en lo profesional y para mí eso es maravilloso".