Julio Roza Julio el del "Brisas". Fue el patrón del "Brisas de Lastres", emblema de la flota llastrina. Tiene 82 años, empezó en el mar con 14 y aún todos los días baja al muelle a ver qué se cuece por allí. Tiene un sentido del humor fino, muy zumbón.

El 22 de noviembre de 2018 y ante el deterioro que presentaba la embarcación, comenzó el desguace del “Brisas de Lastres”, el barco pesquero que durante 17 años había estado decorando el muelle de Lastres y se había convertido en icono de la historia marinera llastrina. Su patrón, Julio Roza Vallina, Julio el del "Brisas", otro símbolo del concejo, sigue bajando hoy todos los días al muelle.

"Cumplo 82 años en agosto, compañeru. Toi bien, ye que me cuida bien la muyer. Claro que me acuerdo del día que desguazaron el ‘Brisas’, que ya era un peligru allí en el muelle. Vino una rapaza periodista y me preguntó. No, fía, no quiero hablar nada. Hoy no estoy pa hablar. Después pesome mucho no haber respondido. Yo soy muy emotivu. Yo cuando vi que la estaben rompiendo… Yo, que la vi nueva… Fueron 63 años los que estuvo por equí, eh. Teníemosla cuidada como una moza, compañeru. Acuérdome una vez que dije al ingenieru que la fue a mirar: ‘¿Durará, compañeru?’ Y me dijo: ‘¿Tienes fíos?’ Sí. ‘Pues van a jubilase los fíos y va a durar ella tovía’. En 1996 jubíleme yo, porque me pusieron tres bypass en el corazón, y todavía siguió ella. Luego ya, en el 2000, la cambiamos pa hacer una de hierru con les subvenciones que daben para todos esos fregaos".

"Empecé a la mar a los catorce años, compañeru. Como todos los guajes de aquella época, tabemos deseando de salir de la escuela pa ir pa la mar. Gustábame muchu estudiar, pero no había posibilidades en casa, así que fuí pa la mar, que también me gustaba muchu. Metiámelo mi güelu pol alma desde pequeñu. Mi güelu maternu llamábase Manuel Vallina. Era patrón. Yo ya lu conocí jubiláu. Él era armador, tuvo una lanchina pequeña desde los 18 años. Cuando lu conocí, qué se yo los años que tendría, compañeru. Yo salía de la escuela y tenía que ir a lleva-y la comida pola mañana al pedréu y, de tarde, a busca-y el pescáu. Después repartíalo. ‘Llévailo a fulanu, llévailo a menganu’, decíame… Tantu me lo metió pol alma que yo era salir de la escuela y tirar pal muelle con diez años. Mi güelu paternu era Justo Rosa y, como mi padre, fueron todos a la mar. Equí no había otra cosa que la mar, compañeru".

"Empecé a la mar el día de 21 de marzo de 1955, cumplía los quince años en agosto. Sí me acuerdo, sí. Fui a la mar en una lancha que se llamaba ‘Madre Inmaculada’. Fuimos a Gijón a buscar unes bateríes. Fíjate, estoy viéndolo como en una película ahora. Gracies a Dios, de lo de antes acuérdome muchu. De lo de ahora no me acuerdo de anda, tien que tar la muyer reprendiéndome: Julio, esto; Julio, aquello".

"Fuimos pa Gijón y estaben todes les lanches por la boca del Musel. Iba el bocarte levantáu. Pescamos mil y picu kilos esi día. Éramos 17 paisanos en el mismo barcu. Diecisiete paisanos y una muyer, la hermana de un compañeru marineru que iba pa Gijón de compres".

"Yo jubileme na mar, siempre trabayé na mar. Bueno, fui un inviernu a trabajar a Gijón con unos primos que trabajaben en un taller de calderería. ‘Coño, vienes a probar’, decíenme. Estuve una semana y llamábame muchu la mar, compañeru. Salía de trabayar y tenía que ir a la rula de Gijón a ver la pesca cómo andaba y tou eso. A la semana siguiente ya no volví. No, no. Lo mío ye la mar".

"A mí nunca me garró un temporal grande. Vientos frescos y eso al bonito, sí. Pero de pasar miéu, nunca. En la galerna del 44, tenía yo cuatro años, no me acuerdo de nada. Na más que me acuerdo del patrón de los que se perdieron de la lancha de Lucianín que-y llamaben. Todos iben a la iglesia, llevábame mi güelu todos los días al Rosario, por la tarde, y yeren íntimos amigos. Él y el patrón de aquel Lucianín. Acuérdome de él como si estuviea viéndolu ahora, un paisanu altu y delgáu y de pelu blancu. Hubo otra en el 61 que yo estaba en la mili. Esa del 61 también fue gorda, eh. Equí no pasó nada porque eren casi toes les lanches nueves".

"Empecé en la ‘Inmaculada’, pero en 1956 empecé en el ‘Brisas’, que la mandaba un tíu míu y a los 31 años, empecé a mandar. Eren dos hermanos, uno tío patrón y el otru motorista. Mi padre empezó también allí. Era la lancha de casa y había que mirar por ella. Tenía un primu que era hiju del patrón que después de venir de la mili, en el 1971, fue a trabajar a la Central Lechera asturiana. Tuve que haceme yo cargu del barcu. Mi tíu ya estaba enfermu, ya jubiláu, y el otru tíu también. Hasta entonces yo había sido motorista".

"La lancha de hierro la vendimos sobre el 2010. Vino la crisis ésta de los bocartes, que no se podía ir a bocartes, cuando la teníamos recién comprada, con 50 millones de pesetes encima de la cabeza. Entonces veníen les letres, venía la seguridad social y aquello era… No nos quedó más remediu que véndela, fue pa Galicia. Ahora ya no nos dedicamos a la pesca. El chaval míu trabaja en los remolcadores de Gijón. Fue a la escuela, sacó el título de mecánicu mayor de máquinas y está trabajando en los remolcadores de Gijón. No pesca ninguno, tengo un fíu y una fía. La fía está en Bilbao y el fíu está en Ribadesella. La fía estudió Económicas y conoció un mozu de Bilbao y llevómela pa Bilbao. Decía-y yo: ‘¿No los había asturianos, fía del alma?’ Y en Bilbao tengo una nietina, Paula, que me quita el sueñu. Tengo dos nietos más del fiu. Son piragüistas. Esos están por Madríd y en Trasona entrenando en alta competición. Pelayo, tien 26 años, y Pablo tien 22. Son buenos buenos. (Pelayo, dos medallas en los Mundiales de Piragüsimo). Gústa-yos el negociu de la piragua y están estudiando eso de las Ciencias del Deporte. Yo se lo digo: vosotros aplicaivos a estudiar que del remu, cuando seáis mayores, sácase pocu. Si fueren como Ronaldo y esos, tovía… ¿entiendes?"

"¿Pescadores ahora en Lastres? No hay treinta. Antes éramos 300. Fíjate tú. Éramos veintinantes o treinta lanches grandes con 17 paisanos en la mayoría. Después, había otres más pequeñes que eren volanteres que llevaben a cinco o seis. Esto cambio muchu, compañeru, cuando entramos en la Comunidad Europea viniéronmos que si cupos pacá que si cupos pallá. Antes ibes para la mar y estaba la mar llena de pescáu. Antes éramos trescientos y picu socios. Y ahora no creo que lleguen a treinta, eh. Queden ocho lanches. Pero el muelle está llenu de canoes, eh".

"El pueblu cambió muchu, fiu del alma, muchu. Porque con la famosa serie del doctor Mateo aquí vino la intemerata de turistas, eh. Hay muchos forasteros que tienen su pisito aquí, pero el pueblu está deshabitáu por completo, claro. Mira, yo vivo viendo la mar. Vivo equí por la carretera. ¿Conoces lastres? ¿Sabes dónde está La Botica? Pues yo vivo un poquitín más pa contra arriba de La Botica. Y muches veces sentados en la cocina la muyer y yo, digo yo: ‘Gelina, vamos a contar los que viven desde aquí a junto a la iglesia’. Antes ibes por la calle, cuando yo era pequeñu, y seríemos trescientos o cuatrocientos chiquillos y ahora nun ves un chiquillo. Pero, oye, el pueblu ye muy guapu, eh. Ya lu conoces tú. Yo digo siempre que me pregunten que ye el más guapu del mundu. Lo que pasa ye que ye muy cuestudu, compañeru, tou son escaleres".

"Todos los días bajo al muelle por la mañana doy un paseín por ellí. Tengo el móvil, que me lu regaló la nieta, y tienen una máquina de retratar. Tengo ahí en el ordenador fotos a barullu. Saco tres o cuatro fotos desde el muelle al mar todos los días. Ninguna foto sale igual. Si hay semblante porque hay semblante, si hay sol por si hay sol, si vienta porque vienta…"

"Después voy al almacén de un amigu que está armando ellí aparejos. Dígo-y: vengo a cárgate les plumes va que tengas bastante tinta pa escribir. Ye pescador, llámase Joaquín, pero llámenlu Chuletina. Ye fiu de un carniceru. Ahí a veces hablamos y otres, lo que digo, que estamos como susos. A lo mejor, cuando va uno allí, que ye de arriba, decimos: ‘¿Cómo tienes les fabes, Silverio? Vaya costera de fabes’. El otru día dijo que estaben muy guapes. Y nosotros: ‘Fálta-yos un pocu de agua, Silverio’. Y él: ‘Cago`n diez, nunca tais contentos. Si llueve porque llueve y si no llueve porque no llueve’. Y digo yo: ‘El agua necesítase pa coceles, Silverio’. Ya te digo. A veces hablamos y otres veces no hablamos nada. Perdióse esto de hablar, perdióse, ¿eh? Con los móviles perdióse la conversación por completo. Ibes por el muelle, cuando había sol, donde la rula, y tou eren paisanos hablando en corru. Dibes pa un bar y siempre víes les meses hablando. Ahora no. Eso perdióse tou. Eso perdióse tou, compañeru. Pases a lo mejor por delante de la terraza en un bar, ves a tres y en vez de estar hablando están mirando la pantalla del teléfono. Veslos pola calle igual. Hay veces que veo parejes que según salen del coche, unu por una puerta y el otru por la otra, ya van con el móvil en la mano y mirando pa la pantalla. Antes, cuando yo era guaje, ibes por toda la calle real y después de fregar, les muyeres vieyes, sentábense a jugar a la brisca, al parchís, a coser, estaben todes les puertes de les cases abiertes. Acuérdome que eren llaves grandes y si la puerta estaba cerrada, la llave estaba en la pesllera. De aquella no había miéu a nada".

"Ahora ya no salgo a pescar. Ya me hice a ello. Fui una vez a calamares. Empeñose uno. Coño, ven comnigo al calamar. Cagon, non tengo gana, manín. Y fui y llegué desmachucáu, compañeru. Como si hubiera corrido un temporal. Pero yo siempre digo que si volviera a nacer iba a lo mismo. Algunos dicen: ye que estabes de patrón y no trabayabes nada. De patrón no se trabayaba nada pero tenías a doce paisanos contigo y muches veces teníes que poner espichines en los ojos porque íbes pa la mar a pescar y eren doce families les que vivíen al amparu tuyu. Espiches pa que no se te cerraran los ojos de noche. Porque, por ejemplo, cuando íbamos a besugos salíemos a les dos o les tres de la mañana. Otres veces, después de cenar, decíen: coño, pescó fulanu en tal sitiu y después de cenar a la mar, pa garrar un buen sitiu pa otru día. ¿Me entiendes?”

"Yo siempre fui feliz. Alguno decíame: claro yes el patrón y no te moyes. Pero mis males noches pasé, eh, y mis buenes noches también. Acuérdome una noche que hicimos cinco millones de pesetes en bocartes en Musel. Y otra vez estábamos dos barcos, juntos pegaos. Nosotros pescamos doscientos kilos de bocarte y el restu, parrocches. Él pescó 13.000 kilos de bocarte, que de aquella estaba a 500 pesetes, y no pescó una parrocha. Y oye, estábamos juntos pegados. Todavía ye el día de hoy que no lo creo. Estuve una semana sin dormir”.