Bras Rodrigo Prieto, director de la Banda de Gaites de Corvera d’Asturies e inventor de la "gaita led". Nacido en Perlora (Carreño) hace 44 años, lleva media vida vinculado a Corvera, donde reside y donde dirige la banda de gaitas del concejo, que ha llevado la música tradicional asturiana desde la Gran Muralla china al día de San Patricio de Nueva York. Este gaitero buscaba una innovación estética y, con ayuda del luthier de Colunga Miguel Alonso, desarrolló la "gaita led", un instrumento luminoso que cambia de color.

"Esto de la gaita empezó un día que iba yo a los 5 años de la mano de mi güelu por Perlora y oí algo que sonaba. Y, automáticamente, debió ser que me enamoró. ‘Yo quiero tocar eso que está sonando’, díje-y a mi güelu. Resulta que subí por les escaleres de la escuela de Perlora, donde daben clases y estaba enseñando Chema ‘el de La Carriona’. Acuérdome que me dijo: ‘A ver, rapaz: si yes capaz de facer que suene, puedes ser gaiteru’. Y acuérdome que soplé y soplé hasta hacer que sonara. Mareeme la de dios, pero conseguí que sonara. Y así fue. Fuimos a comprar una gaita al Pravianu. A mi güelu gustába-y mucho la gaita. Compramos una gaita piquiñina, con un fuelle piquiñín y un punteru en do sosteníu muy pequeñu también. Tamos falando del año 1983".

"Luego tuve tocando hasta el 86. Me acuerdo de que me llevaron a donde esta hoy el Burguer King enfrente de Sabugo, en Avilés, que había una cosa que se llamaba el Fresas o algo así. Allí había de vez en cuando concursos de gaita asturiana y lleváronme a mí como muestra. Era una atracción, como la muyer barbuda: mira esti guaje de 5 años tocando la gaita. Hoy, afortunadamente, hay muchos pequeños que toquen la gaita, pero de aquella era muy raro. Acuérdome de que se pusieron de pie a aplaudime después de que tocase ‘Oigo sonar una gaita’ y ‘Asturies, patria querida’".

"En el 86 dejelo porque mi güelu matose en un accidente de trabayu en Ensidesa. Murieron cuatro, dos eren de Les Vegues, que-yos cayó allí arrabio por encima. En Veriña. Fue un accidente muy gordu. Dejé de tocar porque me recordaba a él. Taba muy unidu a mi güelu, siempre me contaba cuentos de neñu. Llamábase José Prieto Álvarez. Luego, sobre el 88 o principios del 89, volví a sacar la gaita otra vez de la funda. Y hasta hoy".

"Hubo un boom de la gaita a partir del año 98, pero fue el resultado del trabayu que se vino haciendo en los años anteriores, fue la pica del iceberg. Venía haciéndose un gran trabayu en les escueles de música tradicional con todes les bandes de gaites y luego aparecieron dos discos: ‘A irmandade das estrelas’, de Carlos Núñez, y el ‘Tierra de nadie’, de Hevia. Y había un montón de escolinos en les escuelas de gaites. Después de esi boom vino una cuesta abajo paulatina, pero ahora estamos bastante bien. Les escueles tienen guajes, aunque también ye verdá que con esto de les nueves tecnologíes están toos mirando el teléfono y el Tik Tok. Les primeres, les míes. Pero, bueno, tengo la suerte de que una ye gaitera y la otra ye timbalera. Pero porque elles quisieron. Yo nos les metí nada en la cabeza".

"Ahora ye otra educación, no ye como la nuestra. Están todo el día mirando pal teléfono. Nótase en general en los guajes. En el tiempo que ahora emplean en el móvil, antes hacían una actividad extraescolar, la gaita, el fútbol... Ahora están en el parque y están con los teléfonos. Es otro sistema. El mundo moderno ye infinitamente peor que el que había antes y sí se nota un poco en que puede haber menos interés hacia lo nuestro. Pero, bueno, no tengo ninguna queja en cuestión de gente para la Banda de Gaites de Corvera".

La "gaita led". "Llevaba tiempo queriendo darle una innovación estética a la gaita. Innovaciones musicales en los últimos treinta años afortunadamente hubo muchísimes. Antes los fuelles eran de cabritu y eren un auténticu calvario porque encharcaben cuando llevabes tocando más de cuarenta minutos o una hora. Ahora pasaron a ser de goretex. El payón, que ye siempre lo que te da la nota grave, paraba de sonar porque tenía mucha humedad. La payuela poníase horrible y la gaita pitaba, salíen gallos. Los payones, que eren de caña, pasaron a ser de plástico. Los punteros son de polipenco para que la afinación no varíe. La madera cuando hay calor se dilata y cuando hay frío se encoge".

"La gaita tuvo muchos cambios musicales y de materiales, pero de estética no. La gaita sigue siendo la misma desde haz milenios. Y dije yo: ‘¿Qué puedo hacer?’. Estuve pensando y primero ocurrióseme hacer una gaita transparente, de metacrilato. Bien, llama la atención. Pero no la llama tanto. Luego a partir de esa idea pensé: ‘Y si pongo luces, ¿qué pasaría?’. Y así fue. Yo no soy artesano ni luthier, pero púseme en contacto con un artesano que ye el que me fae les gaites a mí, Miguel Alonso, de Colunga. Empezamos a probar y quedó una idea muy llamativa. Porque parez que el gaiteru está tocando sobre un haz de luz o directamente en el aire".

"Al principio la gaita tenía que estar enchufá a la corriente y ahora conseguimos una batería que aguanta 24 horas. Va metida en el fuelle. También conseguimos una aplicación que manejes desde el móvil para que funcionen los leds. Puedes pedir que cambie que color, que los leds vayan bailando con el ritmo de la  música. Los roncones, el soplete y el punteru son de metacrilato, el fuelle de goretex; hicimos una canaleta para meter las luces y no varía el sonido. Desde la idea original hasta la gaita definitiva, que la sacamos el año pasado, pasaron tres años y pico".

"De momento solo hay una, la mía. Pero estamos haciendo más, hubo gente que nos encargó. Mucha gente se puso en contacto conmigo para comprar. Una va a ir para Israel, un gaiteru israelí que me vio por Instagram y nos pidió una".

–¿Y cuánto?

–Tres mil euros.