Carolina Castro, taxista, conduce el primer taxi adaptado del concejo y el primero que ofrece rutas turísticas. Nació en Madrid en 1981 y es de familia vaqueira por parte de padre y de madre. Al acabar la carrera de Veterinaria se trasladó a Asturias con su marido y ahora viven en la aldea de San Cosme, en Cudillero. Tienen dos hijos. Además, Carolina toca el tambor y su marido la gaita. Forman parte del grupo folclórico de El Faedal.

"Yo nací en Madrid. Somos vaqueiros de origen por parte de padre y de madre. Mi madre es de San Cosme de Cudillero, donde vivo ahora con mi marido y mis dos hijos, Rosario y Mael. Mi padre es de El Faedal, de Valdés. Mi madre marchó a Madrid de niña, con mis abuelos. Mi abuela estuvo muchos años cuidando a sus padres y cuando fallecieron decidió que en Madrid a lo mejor sus hijos tenían más oportunidades. Mi padre se fue con 18 o 19 años. Fue un poco de casualidad, alguien de su pueblo tenía trabajo en Madrid, pero se echó novia aquí y no quería viajar y le dijo: vete tú por mí. Era sobre 1960. Iba contando con no echar mucho tiempo, pero estuvo de taxista hasta los 70 años".

"Mi hija Rosario tiene 10 años y el pequeño, que se llama Mael, tiene 7 años. Mael fue el primer niño que nació en la casa de San Cosme desde que naciera mi madre. La casa la hizo mi bisabuelo. Vivían antes arriba, en La Rondiella, una braña vaqueira, y mi bisabuelo tenía una finca en San Cosme. Iban a hacer partición de los montes comunales y le dijeron que si hacía casa y se empadronaba en San Cosme le tocaba una tablada del monte. Entonces hizo la casa ahí. Un amigo mío dice que es territorio xaldo conquistado por vaqueiros.

"Mis padres se conocieron en Madrid. Yo me crié en Aluche, nací el 31 de diciembre de 1982. A mi marido, Jorge Lazo Villacorta, lo conocí en el Centro Asturiano. Él es hijo de asturiano y leonesa. Nos conocimos en clases de gaita. Yo tenía catorce o quince años, pero de aquella nada. Estuvimos muchos años de compañeros de la banda de gaitas hasta que un día, no sé, surgió. Él toca la gaita mejor que yo; yo ahora toco más el tambor. Tenemos un grupo folclórico en El Faedal, el pueblo de mi padre".

"Estudié Veterinaria y Jorge es capataz agrícola especializado en jardinería. Tenía una plaza en el Botánico de Madrid, se enteró de que tenía posibilidad de venir a trabajar al Botánico de Gijón. Se vino para acá en 2009. Luego vine yo. De aquella vivíamos en Quintueles, allí nació Rosario. Luego Jorge estuvo trabajando en la quinta de los Selgas, en El Pito. Como mi abuela llevaba un año con mis padres, su casa de San Cosme estaba cerrada y nos vinimos a Cudilllero".

"Madrid me agobiaba. Sabía que yo quería irme a vivir a un sitio pequeño. Venía por Asturias todos los veranos, puentes, fines de semana. Mis padres siempre han tenido mucha vinculación con el pueblo. Aluche es relativamente tranquilo, pero cuando yo era niña, en los años 80, pegó bastante fuerte el tema de la droga. Soy la pequeña de cinco hermanas y mi madre había bajado con ellas al parque todos los días. Pero cuando yo era pequeña se dejó de bajar al parque porque estaba lleno de yonkis. Mi madre vio que aquello no era muy saludable. Pues tú imagínate qué suponía venir aquí para una niña de Madrid. La libertad de aquí no tenía nada que ver".

"Empecé a trabajar el taxi a mediados de septiembre de 2020, fue el primer taxi adaptado para discapacitados de Cudillero. No pensaba que iba a tener tanto trabajo. Empecé con la ruta del Centro de Día contratada de antemano, con la cual yo ese fijo lo tengo todos los meses y me da bastante seguridad. Además hago rutas turísticas. Trabajaba en una empresa de coches de alquiler del Aeropuerto y veía cargando allí a las furgonetas de los taxis de Cangas de Onís, que vienen rotuladas con la rutas turísticas. Y me decía: jolín, qué buena idea. En Cudillero, que es muy turístico, no había nada parecido. Cudillero es muy turístico la villa y, ahora, un poco la zona del Cabo Vidío y la playa del Silencio. Pero para de contar. Cudillero es un concejo muy rico y muy variado, muy extenso, tienes de todo. Hay una riqueza que va mucho más allá de la foto del anfiteatro, que es muy bonito y muy pintoresco. La gente no se quiere ir de Asturias sin su foto en Cudillero. Normal, pero creo que también es hora de buscar un turismo más sostenible, es hora de achicar gente de la villa. Que vaya, que se haga la foto en Cudillero, pero tienes muchos más atractivos que ofrecer".

"Tengo mucho volumen de trabajo con gente de la zona. Aquí en el medio rural no hay transporte público. Todo pasa por el taxi. Luego hay un autobús por la mañana y otro por la tarde y el FEVE igual. La gente joven usa bastante el taxi para ir a las fiestas. En mi taxi, que es furgoneta, caben ocho y le sale bastante bien. Van con su pandilla de amigos y los dejo en casa, lo más cerca de casa posible. Y también cantamos. A mí me gusta mucho la música. Siempre llevaba puesto Spotify, pero el normal, y el año pasado los chavales aquí de Cudillero me pedían música, les dije que si me llamaban siempre para los viajes ponía el Premium. Desde entonces el que se sienta delante elige música y ellos poniendo lo que les da la gana. Van cantando y, la verdad, a mí me presta. Los chavales tienen una energía muy guapa, da como mucho subidón".

"La vida en el pueblo tiene sus ventajas e inconvenientes. A mí ahora mismo me parecen más las ventajas que los inconvenientes. Mis hijos van al colegio a Soto de Luiña. En la clase de mi hija son seis. Visto desde los ojos de la ciudad es un lujo. No pago nada por el transporte ni por el comedor. Me parece un lujo visto desde Madrid. Un comedor escolar, por mucha beca que tengas, no te va a bajar a lo mejor de los 200 euros".

"Con la pandemia hubo mucha gente que se empadronó en Cudillero, que compraron casa aquí cuando la pandemia. Se vendió todo lo que estaba en venta desde hacía muchos años y no acababa de venderse. Se vendió todo sobre todo por los pueblos, no en la villa. También la pandemia nos ha enseñado que las ciudades no están dimensionadas a la vida. Los pisos no están hechos para la vida humana, por así decirlo".

"Desde mi perspectiva, siendo de Madrid, la gente del pueblo se tiene como por de menos. Pero es que mucha gente que viene de Madrid o de Oviedo cree que son superiores. Como si su modo de vida fuera el guay. Adáptate a lo que yo traigo porque tú aquí vives en el atraso, en el Pleistoceno, y lo bueno es que no haya cagadas de vaca porque huele mal y a mí me molesta. A nosotros nos educaron en lo del pueblo. Cuando venía de Madrid, tenía amigos del pueblo que nos decían: es que moláis un montón porque es que es como si no fuerais de Madrid. Para ser de Madrid no os lo creéis nada. Era lo mejor que me podían decir".