Ana Ochoa, pastelera, regenta el obrador ArtesAna. Ana Ochoa hace mantecadas, que son típicas de Grandas, pero también alfajores, ferraduras y cordiales, cosas ricas que vende en el concejo y por distintas tiendas de la comarca y también en Oviedo. Dice que ha cumplido su sueño, vivir donde nació, pero también es consciente, y sufre, como todos los grandaleses, el grave problema de comunicación viaria que tiene el municipio

Ana Ochoa Naveiras regenta en Grandas de Salime el obrador de repostería ArtesAna, de donde salen muchas exquisiteces que ya son emblema del concejo. Esta es su vida. Así se cuenta:

"Mis abuelos paternos no eran de aquí, vinieron cuando comenzó la obra del salto de Doiras. Mi abuela era de Potes, y mi abuelo, de Panes. Mis abuelas eran amantes de la cocina. Mi abuela paterna era la cocinera de la residencia del salto. Así que esa vocación de estar entre potes todo el día creo que me viene de ellas. Me querían poner el nombre de mi abuela porque, además, físicamente soy igual que ella. Hay veces que mi madre me llama Jesusa, como ella, y me recuerda que tenía mejor carácter que yo".

"Mi madre, que tiene 87 años, es hermana de Pepe el Ferreiro. Pepe era un luchador que vivió contra viento y marea, era una persona muy inteligente, muy constante y muy trabajadora que se ilusionó con el Museo Etnográfico y luchó mucho por ello".

"A los 10 años ya nos mandaban a estudiar a Oviedo y mi sueño siempre era poder volver a vivir en Grandas de Salime. Es que yo soy muy de pueblo. Además, en cualquier lugar de Asturias te puedes encontrar pasteleros, pero aquí no. Y aquí si no haces dulce, haces salado. Igual se hace una mantecada que una empanada, que unas orejas en Carnaval, lo que surja. El caso es hacer algo rico".

"Aquí los meses de invierno quedamos muy pocos vecinos, pero la ventaja es que todos nos conocemos. En Oviedo es difícil poder relacionarse con los vecinos, es otro ritmo de vida; eso sí, ves gente. Yo me siento más sola en Oviedo. Me siento más sola en cualquier ciudad que en Grandas de Salime. Yo aquí vivo en la paz en la que quiero vivir".

"Hace cinco años monté este obrador. Aquí hago mantecadas, típicas de Grandas; alfajores, con la receta de mi tía. Siempre que los hacía y regalaba eran un éxito. Luego empecé con las ferraduras, unas galletas de almendras en forma de herradura, cuyo molde me lo hizo mi tío Pepe. También hago cordiales, un dulce típico de Murcia: llevan cabello de ángel en el centro, muy poco azúcar, almendra y un poco de cáscara de limón. Y, cómo no, también hago roscones de Reyes y roscas de Pascua, en fechas señaladas".

"Yo vivo mucho de la gente de aquí, del pueblo, además de ser fieles diariamente a mis productos, cuando tienen un acontecimiento o celebran algo se acuerdan de mí. Si tienen cumpleaños, me encargan la tarta. Y si quieren hacer algún detalle en muchas ocasiones cuentan conmigo. Eso es algo que tengo que agradecer a los vecinos de Grandas. También trabajo con tiendas fuera del pueblo, incluso de la provincia. Allí comercializo las mantecadas y los alfajores en algunas tiendas en Vegadeo, Ribadeo, Lugo, Navia, Oviedo... Es un mercado pequeño pero que me ayuda a mantenerme en pie".

"El gran problema que tenemos aquí son las carreteras. El otro día estuve hablando con un empresario de Tapia que venía a negociar conmigo para vender mis mantecadas. Le va bien y le vi con ansias de crecer en el negocio, pero me decía que tiene problemas para repartir su producto por la comarca. Por falta de transportistas. Ese problema lo tengo yo también. Porque aquí tenemos las comunicaciones para los eólicos, pero para lo demás no hay carreteras en condiciones. Con la carretera que hay hasta Navia, antes de llegar a Jarrio casi preferirías morirte en Illano. Y si vas a Pola de Allande, también mal. Y si tiras hacia Vegadeo, regular. Aquí las únicas autovías que tenemos son las de la luz. Nada más. Y eso que yo ya estoy acostumbrada a estas carreteras. A lo mejor estoy en Oviedo a las doce de la noche y no veo ningún problema en tirar para Grandas y en estar dos horas conduciendo. Pero decir eso en Oviedo les parece que es ir al Más Allá".

"Y otro problema que tenemos es que tampoco encontramos gente para trabajar. Ahora se me fue una chica que estuvo conmigo doce años y va a venir otra, pero, por ejemplo, estoy buscando a alguien que me ayude a cuidar a mi madre y no hay. Y así más cosas. Pero yo creo que oportunidades de trabajar y ganar dinero hay si quieres vivir aquí".

"Cuando yo estaba en el colegio era ‘la de los Oscos’. Grandas de Salime no estaba en el mapa. Tú salías de Madrid y había un cartel gigante que ponía: ‘Taramundi’. Eso era porque estaba Lalo (Eduardo Lastra), un alcalde que hizo lo indecible por Taramundi. Por eso ellos van veinte años por delante de nosotros. Y eso que nosotros tenemos el Museo Etnográfico, que hizo Pepe, y el castro del Chao Samartín. Y también somos afortunados por estar en el Camino de Santiago Primitivo. Si en los Oscos les pasara el Camino de Santiago por sus concejos le hacían la ola al peregrino. El peregrino deja dinero en cada sitio que pasa. Y da gusto compartir con ellos. Me encanta el verano en Grandas porque pasa mucha gente: peregrinos, turistas y gente muy vinculada al pueblo por sus antepasados. Me parece que es una cosa tan guapa tener gente tan distinta y durante tantos días... De no estar en el Camino, muchos de ellos no pasarían por aquí".

"Cuando se construyó el embalse –eran otros tiempos– a la gente le dieron cuatro duros para que marchase para Terra Chá y los pueblos más ricos del concejo, que eran los del otro lado, quedaron abandonados. Y eran los más ricos porque a mi abuelo, que era el ferreiro, le pagaban con monedas y no con intercambios. El embalse repercutió en el Ayuntamiento, donde también repercuten ahora los eólicos. ¿Y en qué nos repercuten a nosotros? Los ciudadanos de a pie no lo vemos porque, por ejemplo, para bajar a Navia tienes una carretera infernal. En algo repercutirá, pero no lo ves. Lo que yo veo es que salgo por la noche con el perro y el único ruido que siento es el zumbido de los eólicos. Será una tontería, pero lo único que teníamos en este pueblo era el silencio y el paisaje. Y ahora, allá a donde mires, no ves más que molinos. No puede ser que los traigan todos para aquí. Y, además, como no representamos mucho en votos, por más que protestes todo queda en una réplica de nada. A esta comarca nos han dejado atrás, pero igual es un poco culpa nuestra. O no. Igual ya no tenemos capacidad de luchar mucho y de exigir más. Pese a todo, yo puedo decir que mi sueño se ha hecho realidad. Tengo la suerte de poder trabajar y vivir donde elegí, en Grandas".