El hombre que se siente como un castaño de 200 años

Alberto Uría, reconocido apicultor, dejó Oviedo y se trasladó a un pueblo pegado a Ibias, donde produce miel, tiene un ecomuseo y colabora en distintas investigaciones universitarias sobre el entorno natural: "La España vaciada es la España de las oportunidades"

ASTURIANOS EN IBIAS: Alberto Uría

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Alberto Uría Moreno, apicultor. Tiene 42 años y hace unos trece volvió al pueblo donde nació su padre, Pena da Nogueira. Hace miel con la marca Outurelos y, además de crear un ecomuseo en esta aldea –que logró que Google incluyera en su mapa tras mucho trámite y correos–, ha montado, con la ayuda de la asociación Corripa, El Jardín de los Polinizadores, un paraíso para los insectos con carteles y el nombre dedicado al artista fallecido Fernando Fueyo. También desarrolla varios proyectos de investigación en colaboración con expertos universitarios.

"Nací en Oviedo, crieme en Teatinos y vivo en una aldea que está haciendo raya entre Ibias y Negueira de Muñiz, donde nació mi padre. Como parroquia, pertenece a Marentes, que es de Ibias, y administrativamente depende de Lugo. La aldea llámase Pena da Nogueira. A mí tola vida me gustó el campo, la naturaleza, el monte. Así que cuando tenía 29 años, garré el petate, marché de la ciudad y vine p’aquí. Yo solo".

"Arreglé un cachín de la casa familiar, que había quedado abandonada, perdida. Tuve que comprar una furgonetina y ya empecé con una colmena. Aquí nació mi padre pero, como en muchas zonas de montaña, había lo que llaman el meirazo. Los catalanes lo llaman el mayorazo. Toda la casa, la facienda, las tierras, era todo para el primogénito varón. Mi padre era el quinto y después de facer mili hubo que marchar de aquí. No te daban a escoyer si querías quedar o querías marchar. Tenías que marchar y buscate la vida. Fue para Oviedo, porque otro tío mío, el segundu de la casa, también marchara a Oviedo. Mi padre trabayó pa una filial de Telefónica, reparando cabinas y recaudándolas. Antes que no había teléfono móvil, pero había muchas cabinas de Dios. Ahora ya ta jubiláu, vive en Oviedo".

"Apetecíame volver para el campo. Yo igual un poco también heredé el sentimiento de mi padre. Él decía, con dolor, que cuando marcharon de aquí para la ciudad, los hicieron sentise un poco de menos. La xente tenía que tapar un poco el acento, mejor que no supieran que eran del pueblo. Y a mí eso, de neno, me jodía. No me parez que una persona, por ser de pueblu, tenga que ser menos que nadie. Al revés, una persona de pueblu adáptase de maravilla a vivir en la ciudad. Habría que ver si los de la ciudad son capaces de adaptase a vivir en un pueblu. A mí apetecíame intentar reivindicar lo que ficieron nuestros mayores en las aldeas, que con nada consiguieron sobrevivir y salir adelante".

"Fue un poco traumático el salto de Oviedo a Ibias. A ver, no voy a decir que mi padre pasara fame aquí pero, bueno, pasaron necesidades. Así que yo a mi padre lo entendía perfectamente. Vas para la ciudad a buscar porvenir, crías un hijo, lo formas, le das todo para que no-y falte de nada, y cuando adquiere los conocimientos, adquiere todo y ya lo ves colocado, en la rampa de salida dizte que te marcha pal pueblu otra vez. Intenté explicar a mi padre que yo quería hacer algo que me hiciera feliz. Y, bueno, me apoyaron".

"Claro que me dijeron que fuera pa un pueblu más cerca. Pero quiero decite que las raíces mías estaban aquí, en este bosque. Yo recorrilo con mi abuelo, con mi padre. A mí lo que me apetecía era poner en el mapa una aldea a la que nun llegaba el coche. Mi raíz está aquí. Yo ahora mismo me siento como un árbol, como un castaño de 200 años. Yo toi agarrado la tierra. Las raíces téngolas aquí. Bebo y como de lo que me da el campo y vivo aquí. Me afecta si llueve y si no llueve. Yo quería tar en un sitio que significara algo para mí, no comprarme una casina en Grao porque está más cerca de Oviedo, pero donde yo no iba a tener vinculación emocional con aquello. Y yo decía: si me la juego, me la juego bien".

"Tengo 130 colmenas. Hago todo a mano, como empecé. No alimento jamás las colmenas, con lo cual es 100% miel. No hago transhumancia, no las muevo. Es una apicultura a pequeña escala, que depende mucho de como venga al año. Es una miel que la metes en boca y, para gente que sabe, es una miel como la de toda de la vida. Yo siempre tuve claro que quería hacer algo que a mí me emocionara. Mi abuelo, cuando yo era neno, me dio la primera clase de economía que me dieron en mi vida. Tendría yo siete años. De neno me gustaba el filete con patatas. Llegué un día a casa y me dijo que no quedaban filetes. Y entonces le dije a mi abuelo: ‘Bueno, si el filete se acaba pronto, el año que viene, en vez de matar un xato y vender otro, quedámonos con los dos y así hay filetes para todo el año’. Mi abuelo me dijo: ‘Mira, neno, en casa hay hierba pa dar de comer a tres vacas, si tenemos cuatro vacas hay que pedirle la hierba al vecino, y como nun queremos pedirle a nada a nadie, en esta casa tenemos que tener tres vacas. Y a mí aquello se me metió a fuego. Así que yo quiero hacer algo de lo que mi abuelo o mi abuela estuvieran orgullosos de mí".

"Yo tengo que aprovechar que estoy en un lugar en el que no hay gente, en el que no hay la misma contaminación que en un entorno urbano y tengo que aprovecharlo para intentar hacer algo diferente. Nadie se va a acordar de un tío que está lejos como no haga algo diferente. Hay que darle la vuelta a la tortilla: si estoy lejos, tendré que hacer algo o tendré que hacer algo que a la gente le valga la pena venir hasta aquí. Falando mal y en plata, me da mucho pol saco ese discurso de la España vaciada. Es un discurso pesimista porque yo creo que esto es la España las oportunidades. Vivir en el rural ahora mismo es vivir en un lugar en el que está todo por hacer. Y ahora mismo hay ayudas y subvenciones. A mi abuelo, a tu abuelo y al abuelo de todo el mundo que lea lo que tú escribes, nadie le dio una subvención para ir al pueblo y tener vacas, eso no existía. Antes tenías una mano delante y otra mano detrás. Y ahora la gente está tan deseosa de descubrir cosas nuevas, cosas diferentes, cosas exclusivas, que eso fae que algunos que podemos estar en lugares remotos, si producimos algo que valga la pena, la gente se quiera mover para conocerte".

"En Ibias, yo tampoco te puedo decir que vi una gran evolución desde que vine. Si te estoy sincero, sigue habiendo más o menos los mismos negocios abiertos, sigue habiendo más o menos la misma xente. Hay dos, tres, cuatro iniciativas más pero, claro, falta más xente que trabaje aquí o que coma de lo que le da este municipio. Falta un poco de cariño por el territorio, tanto como para invertir tu vida aquí. Hacer el petate y venir. Ahora está muy de moda el tema de la conectividad, se puede venir a teletrabayar y vale, muy bien. Pero si la xente no vive del lugar los praos van a ir a monte y tú vas a vivir en un sitio que es una selva. Si no vives de lo que da al pueblo, no cuidas el pueblo".

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