El día en que Mery se convirtió en la nueva madre de la vaca "Milagros"

"Parió esta Nochevieja; todos de fiesta y yo con la mía vaquina"

ASTURIANOS EN ILLANO: Emérita Llano

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Emérita Llano, ganadera. Emérita Llano Fernández, a quien todos conocen como Mery, que acaba de cumplir 60 años, lleva una ganadería de más de cien reses. Produce carne ecológica. Pasa la vida en el monte y cuida a sus reses con la ayuda de seis mastines que las protegen del ataque de los lobos. Vive en Cedemonio acompañada por su perrina "Bris", su canario "Piolín" y las muchas plantas que tiene. Es madre de una chica que estudia Medicina en Santiago de Compostela y que es su orgullo

"Tengo una ganadería de carne en ecológico de ciento y pico cabezas de ganado que da mucho trabajo y, bueno, pásome la vida prácticamente en el monte. La llevo yo sola. Me ayudan los fines de semana mis hermanos. También cuando viene mi hija Laura, que está en Santiago haciendo Medicina".

"Para mí la familia es lo más importante en este mundo. Siempre fuimos muy unidos, siempre preocupados unos por otros. Cuando yo tenía 29 años, murió mi madre, Sabina, con 56 años. Éramos cinco hermanos y dos de ellos eran pequeños. Hice como un poco de madre de todos. Y después, el mayor tuvo un accidente en el 2007. Quedó tetrapléjico y murió a los cuatro años. Y papá enfermó de los disgustos, el probe. Porque los disgustos también te enferman. Quedó en una silla de ruedas. ¿Tú sabes qué tristeza es eso? Murieron en 2011, con una diferencia de 50 días. Ese año, además, entró un brote de pasterela en la ganadería. Murieron 27 reses en la explotación. Casi me pongo loca. Creí que me arruinaba".

"Con 34 años tuve a mi hija. Yo les decía a mis hermanos: ‘Tengo que tener un hijo, si no ¿a qué vine yo a este mundo?’. Y con 34 años pues tuve a mi hija. Listísima me salió. Tuve 18 horas de parto. Nació de 8 meses. Como yo no paraba de trabajar, fue prematura. Casi me muero en el parto. Pero ella nació perfecta. Mira, mi hija es un regalo de Dios. Eso lo tengo superclaro. Dios existe, aunque a veces digan que no. Y yo también a veces me pregunto: ¿pero dónde estará Dios? Como cuando murió mi mamá, que tenía dos niños pequeños y dices tú: ¿por qué quita Dios a esta mujer? Para mí, mi madre éralo todo. Era una persona muy moderna, muy emprendedora. En el año 1975 fue a Boal a solicitar a la Cámara Agraria la concentración parcelaria. No hubo quien firmase en el pueblo. Pero ella ya lo tenía claro entonces. Si hubieran hecho la concentración parcelaria de aquella, menudo lo que hubiera ganado todo este concejo".

"La ganadería la heredé de papá, Amable, cuando se jubiló en el año 98, justo el año en que nació mi hija. A mí me gustan los animales mucho, pero yo no quería ser ganadera porque no tienes un momento de tranquilidad. Me gustaría tener un trabajo donde ir a casa y dejar los problemas en el trabajo. Aquí estás en cama y estás escuchando. Suena algo. Ay, será alguna vaca que se está ahogando. Ay, ¿será que está pariendo? Estás preocupada todo el día y toda la noche. Fui ganadera por la fuerza de las circunstancias, sí. Pero bueno, yo lo que me empeño lo consigo".

"Esta zona la veo muy mal desde hace unos años para acá, como muy abandonada. Hay una carretera muy mala. Si la carretera fuera mejor, la gente vendría más. Tampoco hacen nada por ayudarnos. La carretera no solo es que nos haga difícil viajar, es que hace imposible que esta zona se desarrolle. Todo nos sale muchísimo más caro por culpa de lo distantes que estamos y del mal acceso. Cuando hice la obra de la nave, a mí me salían las cubas de hormigón el doble de caras que al que las hace en Navia. Cuando compras ceba o forraje también te sale mucho más caro. No es el forraje, es el porte".

"Pero la zona para vivir más sana no la hay. Más tranquila tampoco, ya te digo yo. Ahora, lo que veo es que cada vez hay menos gente. Cedemonio era un pueblo muy grande con 50 casas habitadas. Vivía gente en todas. Ahora vivirán 25 o 30, quedó en la mitad. La gente mayor va muriendo, los jóvenes marchan. Y no sé. Veo que los pueblos se mueren. Y después, los lobos y todo cuanto bicho hay protegido. Menos los que tú tienes, claro. Yo, por ejemplo, ahora, para defender a los ternerinos de los lobos tengo seis mastines que me comen pues casi 600 euros al mes. Porque si están muertos de hambre no valen para nada. Estos perros míos pesan cien kilos y pico, cada perro".

"Yo no me aburro, la verdad. Yo aquí soy feliz. Yo firmaría hoy día de no salir más del pueblo a ningún sitio. Aquí soy feliz. Si me traen, lo que necesite p’acá, claro (risas). Tengo una perrita piquiñina que duerme conmigo que se llama ‘Bris’, es una miniyorkshire. Está pendiente de mí en todo momento. Y es como una persona. Sabe si estás contenta, si estás triste. Me entiende perfectamente. Y tengo también un canario que se llama ‘Piolín’".

"Yo, en el futuro, cuando me jubile, quiero ayudar a mi hija a criar los nietos. Quiero que tenga hijos. Quiero ayudar a mi hija con sus hijos y voy a arreglar mi casita curiosita. Sí, sí. Yo voy a vivir siempre aquí. Me encantan las plantas. Tengo miles y miles de macetas. Y el huertín para tener mis cebollas, mis lechugas, mis patatinas. Y todo eso. Y alguna vaquita de estas que tengo muy cariñosas pues, si no se mueren, también quiero tenerlas hasta que estén muy mayores. Tengo una que se llama ‘Milagros’ que la crie aquí en la cocina. La parió la madre de siete meses porque le habían pegado las otras por culpa de los lobos. Nadie daba un duro por ella. Y yo la cogí, le di mis babas, le di calor, la envolví en la chaqueta mía, y la traje para casa. Y llamé al veterinario. Él me dijo: ‘Pero esto está muerto, muyer’. Y yo dije: ‘Tú ponle alguna vitamina que le haga bien y a ver qué pasa’. Y él le puso una vitamina. Y después ya se empezó a levantar. La tuve quince días aquí en la cocina con un pañal".

"Es el día de hoy que la tengo arriba en la Veiga de la Pandia y está parida. Parió en la Nochevieja, que llovía tantísimo, y yo con ella allí en la sierra. Le hice una camita allí de paja y, bueno, estuve pendiente de ella y de la xatina. Los otros todos de fiesta en las discotecas y yo con la mía vaquina allí en el prao".

"Así que ahora tiene una xatina que también la voy a dejar, voy a llamarla ‘Emily’. ‘Milagros’ es el día de hoy que donde quiera que la llame ella va detrás de mí a cualquier sitio. Ella sabe que yo soy su madre porque le di mis babas cuando nació. Ellas reconocen a la madre por el olor, por los lametazos. Y como la madre estaba muerta y yo la encontré allí... Era nada, era nada, no pesaba nada, no sé si no pesaría diez kilos. Esa vaca, si no se muere antes, voy a tenerla conmigo hasta el final. A esa y  a ‘Mimosa’ que é igual también, muy cariñosa".