La reconversión de Miriam: de un bar para mineros a una empresa para mayores
"Somos una población superenvejecida y es verdad que hay soledad"

Julián Rus
Miriam Cabanillas, empresaria de atención a las personas mayores. Mientras las Cuencas vivían la reconversión minera, Miriam, de 45 años, hizo su propia reconversión laboral. Hace unos trece años, su marido cerró el bar que tenían frente al pozu Candín al ver que ya no tendría clientes: la mayoría eran mineros. Decidieron emprender un nuevo negocio: una empresa de atención a mayores, un sector en el que ella tenía experiencia. Les fue bien: hoy tienen 20 empleadas y una tienda de ortopedia para personas mayores.
El giro laboral que Miriam dio a su vida cuando estaba en la treintena es un reflejo casi perfecto del giro económico y social que dio Langreo y las Cuencas. Ella lo cuenta así:
"Me llamo Miriam Cabanillas Martín, tengo 45 años. Me crie en Sama de Langreo y ahora vivo en La Felguera. Mi marido, Rogelio Pérez González, y yo teníamos antes negocio de hostelería y dependíamos de la mina. Teníamos un bar que se llamaba ‘El Pozo’, que estaba justo en frente del Candín. Pero cuando empezó a cerrar la minería ya decidimos abrir otro negocio, porque aquello no tenía futuro. Nos tiramos por el sector de los cuidados a las personas mayores. Yo ya tenía experiencia. Empecé bastante joven cuidando personas mayores. Nos fue bien. Llevamos ya 13 años con esta empresa2.
"Así que decidimos emprender y empezamos con una franquicia de ayuda a domicilio y ayudas técnicas. Nos dijeron que había que hacer un plan empresarial y fue cuando conocimos Valnalón. Recuerdo que en la primera entrevista con Valnalón, el chico que nos atendió no dijo que habíamos empezado por la casa por el tejado. No obstante, ya no había otra solución, la franquicia ya estaba en marcha y pasamos unos meses con Valnalón haciendo todo el plan de negocio. Por eso nos decían que habíamos comenzado la casa por el tejado: no había hecho ningún plan de empresa, no tenía claro los gastos, ni el beneficio, no tenía un plan de marketing… No tenía una estrategia de empresa que tan importante es para saber hacia dónde vas, para saber lo que realmente vas a ganar y los problemas a los que te vas a enfrentar".
"La franquicia, finalmente, la dejamos porque no nos aportaba nada. Nos pusimos por nuestra cuenta. Y además yo me puse a estudiar. Hice Técnico en Atención a Personas en Situación de Dependencia, Técnico de cuidados auxiliares de enfermería y Técnico Superior en Ortoprótesis y Productos de apoyo. Ahora somos una empresa de ayuda a domicilio y una ortopedia, que se llama ‘Cuidamos de ti’ en Nuevo Langreo y una empresa de . Tenemos a 20 chicas trabajando con nosotros. Este es un sector muy feminizado. La mayoría de las personas prefieren una mujer".
"Tenemos cuatro sectores. Uno es la ayuda a domicilio. Las chicas que tenemos en la empresa van a los domicilios a ayudar a las personas mayores, hacen la limpieza, acompañamiento para ir comprar, al médico, lo que la persona necesite. Luego tenemos otro sector, la selección de personal para empleadas del hogar internas o externas. El que contrata es el familiar, pero nosotros hacemos de gestoría y somos agencia de colocación. Luego tenemos la ortopedia y también alquiler de los productos más básicos de ortopedia".
"Los comienzos fueron duros. Date cuenta que abrimos en el 2010, estábamos ahí en plena crisis. El cambio del bar a esta empresa fue grande. Allí era ocio, atender a la gente que entraba y salía de la mina. Y de lunes a viernes, porque el domingo no se trabajaba. Aquí tienes otra responsabilidad. Como yo siempre digo: yo no tengo una fábrica de juguetes, yo tengo una empresa en la que ayudamos a las personas y en la que trabajamos con personas".
"Nosotros decidimos emprender porque, la verdad, no queríamos trabajar para nadie, queríamos tener nuestra propia empresa. Yo trabajé desde muy jovencina en muchos sitios diferentes y en muchos sectores. Y, la verdad, la primera experiencia que tuve trabajando fue mala con mi jefa. Muy mala. Yo era muy jovencina y para mí fue traumática. Por eso yo siempre me dije que si algún día tenía una empresa no trataría así a mis empleadas".
"Hay veces en conversaciones que la gente te dice: es que los jefes… Y lo les digo: oye, que no todos los jefes son iguales. Tengo muy claro que nosotros somos una empresa muy familiar en la que queremos que las trabajadoras estén a gusto, que cumplan sus obligaciones pero que también tengan todos sus derechos. Tenemos un personal muy estable. De hecho, más de la mitad llevan con nosotros más de una década, casi desde el principio".
"En esta zona somos una población superenvejecida, eso está clarísimo. Y es verdad que hay mucha gente necesitada. Pero no solo ya las personas mayores. Lo que sí notamos en los últimos años es que cada vez hay más gente joven que necesita este tipo de ciudados. Y, cuando hablo de gente joven, me refiero a personas de 65 a 70 años que están necesitando ayuda, que antes eran todos de ochenta para arriba. Pero ahora vez tenemos más casos de enfermedades degenerativas, de ictus…".
"Y ahí el mayor problema de todo es el dinero, como siempre. Este es un sector de mucha necesidad, pero de servicios caros. Son servicios que, si tienes una persona dependiente, no tienes más remedio que pagarlos y que no todo el mundo tiene una economía solvente. Aunque es verdad que ésta es una zona minera y mucha gente que tiene dinero, con buenas jubilaciones. Pero hay otros con una pensión más justa. Y, además, estamos en un momento en el que todo sube. Subió el salario mínimo y las chicas ahora cobran más. También los precios de la ortopedia están subiendo. El aluminio, con esto de la guerra de Ucrania, subió".
"Con tanta gente mayor sí que hay soledad. Tenemos servicios a personas cuyos hijos no están aquí y la única persona que ven en el día es a una de nuestras chicas. Y luego también vemos que mucha gente no es capaz de compaginar el cuidado de los mayores con sus trabajos y sus vidas… Al final los perjudicados siempre son los mayores. Yo pensé que había menos gente sola, pero hay mucha. Quizá pensaba así porque vengo de una familia que estaba muy estructurada y es verdad que tienes esos valores de que todos los hijos cuiden de sus padres. En eso me cambió la forma de ver las cosas con respecto a cuando empecé a trabajar en este sector. Y en más cosas cambié: cuando abrimos, las residencias de ancianos no me gustaban mucho, pero ahora pienso y entiendo que son necesarias en muchas ocasiones. Es necesario que la familia esté siempre detrás".
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