El riesgo de pasar de la "ciudad dormitorio" a la "ciudad tanatorio"
"Aquí quedamos los que nos juntamos a recordar el pasado"

Julián Rus
Gonzalo Fernández, funcionario jubilado. Tiene 77 años, vive en La Felguera y ahora, dice, es albañil. Está reformando su casa natal de Castrillón (Boal). Fue funcionario de recaudación de impuestos en Langreo y en Oviedo y, antes, cura en Sama. Un sacerdote hijo del Concilio Vaticano II, muy implicado en las reivindicaciones sociales, que posteriormente se secularizó para casarse con su actual esposa. Tiene un hijo de 40 años que vive en Madrid –fuera, como la mayoría de los de su quinta– y dos nietos que son su perdición.
"Nací en 1946 en una zona eminentemente agrícola como es Castrillón de Boal. Después fui a estudiar para cura. Empecé en Covadonga y terminé mis estudios eclesiásticos en el Seminario de Oviedo. De ahí me mandaron de coadjutor para la parroquia de La Argañosa de Oviedo, donde tuve tres años. Debí hacerlo tan bien que quedaba la iglesia de Sama temporalmente vacía y me mandaron para Sama en unas fechas absolutamente reivindicativas y de lucha social como era 1971. Me tocaron varios encierros de mineros y de jubilados, que pedían más pensión. Ahí estuve de sacerdote 10 años. Después me secularicé y pasé por todas las profesiones. De cura, a empresario, abogado, funcionario en el Ayuntamiento de Langreo y en el de Oviedo… Y ahora que estoy jubilado soy albañil. Soy albañil en Boal, donde estoy reformando la casa y donde hice también una capilla. Además, soy cantante del coro El Carmen-José León Delestal".
"La fe, la mantuve. No tiene nada que ver la secularización con mi fe. La razón de secularizarme fue para casarme, para ser consecuente con la mujer que tengo, la que en aquel momento quería. ¡Y ahora también la quiero, eh! Tenemos un hijo de 40 años, trabaja en Madrid. Gracias a Dios, todo muy bien. Tengo ya dos nietos. Uno tiene seis años y medio. El otro ,tres y medio. Pero casi que prefiero estar echando cemento allá en Boal que aguantarlos a ellos, porque me someten a una presión de güelito para arriba y güelito para abajo; ahora jugamos a esto y ahora jugamos a aquello. (risas) Ya sabes, la vida".
"Yo ahora vivo en La Felguera. ¿Y cómo veo el concejo? Pues de ser una ciudad que era paradigma de la prosperidad a través de la industria y de la minería, del dinero, de la reivindicación social, se ha convertido en una ciudad dormitorio y actualmente yo ya me atrevería a decir que es una ciudad tanatorio. Ya sabes que en los tanatorios se juntan el muerto y los que vamos allí a recordar, a rememorar, a hablar del pasado, a contar las anécdotas, los recuerdos y vivencias que hayamos tenido. Y esa es la situación en que estamos ahora. Doy la impresión de ser derrotista, pero creo que tengo fundamento para ello".
"Hubo oportunidades en ese devenir a menos que hemos vivido. Alguna oportunidad, como fueron los fondos mineros. Pero, como aves rapaces, cada municipio se dedicó a coger su cuota, su parte y a pelearse por ella. Hemos hecho cien mil museos en todos los sitios: el de la piedra, el de la madreña, el de la chancla…. Museos tenemos, pero ningún proyecto de reindustrializar o de haber adoptado nuevas tecnologías. No fuimos capaces. Y así estamos. No se invirtió en grandes proyectos u oportunidades industriales que fueran un motor de toda la zona. Cada ayuntamiento, grande o pequeño, se tiró a coger su cuota para hacer sus pequeños arreglos, que no van a ningún sitio".
"Y cuando hay decrecimiento poblacional todo va a la par, pero todo. Incluso nos afecta a la propia cultura. Cultura es todo aquello que se cultiva. Y se cultiva el arte, la canción, las tradiciones, el folclore, las fiestas... Pero en la época actual, la gente no cultiva nada. Simplemente consume. Sales por la calle a un parque o a un bar, o a una sidrería y no oyes una canción. Simplemente, todo el mundo consume. ¿Qué consume? La noticia del móvil, del teléfono, de los WhatsApp y de Internet…"
"Mi hijo, está en Madrid. Y todos los compañeros que tuvo en Langreo se sientan langreanos. Y cuando vienen disfrutan por Langreo de sus días de vacaciones, pero están todos fuera. Madrid, Barcelona… Todo ese capital humano, lo preparamos, los estudiamos y después es que los expulsamos fuera porque aquí no hay oportunidades. Ya sabes el refrán chino que decía: si quieres una cosecha, siembra un grano; si quieres obtener diez cosechas, planta un árbol; si quieres obtener cien cosechas, educa a un pueblo. Y en este capítulo hacemos el esfuerzo de educarlos, pero no aprovechamos después para que se reinvierta aquí".
"No me arrepiento de secularizarme. Sería lo que tendrían que hacer todos los sacerdotes en la iglesia católica. Pero bueno, eso es otro tema. El celibato es un invento de la Iglesia en el siglo XI para dominar a los curas, para manejarlos como peones, que no tengan bienes y los puedan cambiar de un día para otro. No hay otra razón. Pero eso no tiene nada que ver con la fe. La fe trasciende, gracias a Dios, a Roma y a todo el sistema organizativo".
"Merchán fue un obispo para quitarse el sombrero. Era la Iglesia fruto de una época, no olvides. Nosotros, los curas de mi época, éramos de la generación del 68, fruto del Vaticano II. Entre nuestras pretensiones, y así lo hicimos muchos, estaba tener un trabajo civil para no vivir de la Iglesia, y no estar hipotecados, no depender económicamente de subvenciones estatales. Y estaba la lucha social, la teología de los pobres y de todo ese movimiento que después quedó en nada. Hoy día, la Iglesia ha perdido totalmente, en las Cuencas Mineras, en Asturias y en España, ha perdido toda su influencia. La gran influencia de ser un paladín de la lucha social. Por dos razones. Porque ya no es necesario. Porque hay democracia, y en aquel momento era una lucha también contra la dictadura. Y por otra razón: porque ya no hay clero. No olvides que en Langreo hay dos curas. Uno en La Felguera y otro en Sama, donde antes sabía siete curas. Los pobres qué van hacer. Nada, administrar cuatro sacramentos, y gracias. En ese sentido, la sociedad tampoco necesita el apoyo de la Iglesia para sus reivindicaciones sociales".
–¿Y cómo ve su concejo natal, Boal?
–El Valle del Navia es la vergüenza de Asturias. En otros valles, como en Los Oscos, se invirtió. En todo el Valle del Navia, nada. La carretera de Boal hasta Grandas de Salime, estará en estudios previos, pero esa obra yo no la veré, claro, imposible. ¿Qué peso específico tiene el Valle del Navia? Ninguno. Porque aquí se pesan las cosas por votos.
Aires urbanos siempre ligados a la cultura
