Víctor Sánchez, guía de montaña. Nacido en Benia hace 40 años, proviene de una familia de pastores que pasó la vida en Vega de Ario. Él ha vuelto a la montaña de otra manera, como guía profesional y como deportista. Como escalador ha abierto varias vías en los Picos y acumula un largo historial de cumbres. Es también un ejemplo de superación. El día 8 de julio de 2012 sufrió un grave accidente que le dejó profundas secuelas. Ese día, el día en que la muerte le puso el ojo encima, aprendió a escalarse a sí mismo.

–Hasta hace muy poco y durante muchos años estuve teniendo pesadillas continuas. Soñaba que el pie me caía al suelo. Te podría decir que hasta el año pasado soñaba más de 100 noches al año que el pie me caía al suelo.

–¿Cómo ocurrió todo?

–Esto fue un 8 de julio de 2012. Yo estaba guiando a un cliente en la vía de Las Placas de Peña Olvidada, en Picos de Europa, y en mitad de la pared, en el cuarto largo, rompe un agarre. Estaba llegando a un punto intermedio y era fácil, pero rompió un trozo de roca y caí unos 30 metros y todo el impacto fue sobre mi pie izquierdo, que se separó completamente de mi pierna. Me quedó colgando por un cachito de carne, casi me cae al suelo. Intenté llamar al 112, pero no tenía cobertura. Caí cerca de una pista donde había muchos turistas y uno de ellos, que era médico, me gritó: chaval, aguanta, que viene el Greim de la Guardia Civil desde Potes en todoterreno. Entonces llamó al 112. Lo que sí que recuerdo es que empecé a pensar: hostias, desde Potes en todoterreno hasta aquí necesitan una hora… Y después tendrán que subir de Peña Olvidada caminando, que ya es otra hora, y rapelar toda la pared… Así que empecé a pensar, hostias, van a tardar un montón y conforme estaba perdiendo sangre, me decía: no lo cuento ni de coña. Y piensas: a ver cómo bajo yo con el cliente. El cliente estaba bien asegurado en una terraza. A él no le iba a pasar nada. Así que ahí fue cuando me dio por hacer los torniquetes e intentar bajar. Al recoger las cuerdas tuve que hacer nudos con una mano porque con la otra estaba sujetando el pie. Bajé yo solo aproximadamente unos 90 metros con cuerdas por toda la pared. Por una parte, fue el lado racional, darme cuenta del tiempo que iban a tardar en llegar y cuál era mi situación; el resto ya iba a saliendo solo, ¿sabes?

(A Víctor Sánchez Martínez, de 40 años de edad, técnico deportivo titulado y guía de montaña y escalada le corren cumbres por las venas. Su abuelo paterno fue Cirilo Sánchez, pastor de Vega de Ario y uno de los primeros guías de los Picos, que estaba casado con Leoncia Campillo Martínez, de la familia Martínez, primeros escaladores del Urriellu. Víctor ha abierto varias vías de escalada en solitario. Su vida deportiva y el accidente que está contando se abordan en los documentales "Resiliencia" y "El arte de la libertad", que hizo con sus amigos Santiago de la Vega, José Allende e Ignacio Cadenava, pero así lo cuenta de palabra. El accidente y todo lo que vino más tarde:)

"Como se comprobó después por los médicos, si no me hubiese bajado de la pared y hecho los torniquetes probablemente hubiese muerto allí desangrado. Después, hasta que llegó el helicóptero finalmente, pasaron un montón de horas. Mientras no tenía nada de dolor, no sentía nada, nada. Pero cuando llegó el helicóptero empecé a tener un dolor que me acabé desmayando. Me explicaron que la adrenalina es una defensa que te protege en ese momento y cuando ves que ya viene el rescate el cuerpo se relaja y empiezas a sentir de todo".

"Realmente no hubo rescate, fue una evacuación. Me caí a las 12 de la mañana y a las 12: 20 horas o las 12: 25 horas yo había bajado a la base de la pared. Allí los senderistas empezaron a darme agua hasta que llegaron los del GREIM, que me llevaron al teleférico en camilla y abajo tendría que haber una ambulancia, que no había. Ahí estuvimos esperando casi una hora a que viniera un helicóptero de Cantabria. Como me caí en la parte cántabra, vinieron desde allí. Tardaron mucho en llevarme al hospital de Valdecilla".

"Aun así, tuve suerte. El cirujano que estaba en Valdecilla era montañero y decidió operarme. Otro me hubiese amputado directamente. Pero el médico me vio joven y fuerte, y él me conocía de las redes sociales, y me operó. Prácticamente el pie lo declararon catastrófico y después me dieron un pronóstico de que en un mes o dos se me infectaría y me lo tendrían que amputar, seguramente. Si no ocurría eso, en el mejor de los casos, conservaría el pie, pero no volvería a caminar".

Víctor Sánchez Julián Rus

"Primero vas haciendo lo que te dicen los médicos, pero llega un momento en el que decidí hacer la rehabilitación por mi cuenta. Una rehabilitación como la que yo necesitaba porque, siendo francos, por el sistema de la Seguridad Social o por una mutua privada normal, que era lo que yo tenía, no recuperas. Es imposible".

"Yo decidí hacerlo por mi cuenta. Y sobre todo porque mi fisio, Héctor Fernández González, es muy buen amigo. Empecé a hacer una rehabilitación de seis o siete horas diarias, todos los días de la semana, de domingo a domingo. Fue muy dura".

"Héctor fue el que más me ha ayudado. Mucha gente me ha ayudado, pero él ha sido la persona que más se ha implicado. Y fue una rehabilitación a ciegas porque no había ningún caso como el mío donde poder compararte por la complejidad de las lesiones que tenía. Poco a poco fui saliendo adelante".

"Tengo muy poca movilidad en el pie, muy poca. De hecho, movilidad lateral no tengo. Tengo un poco de flexo-extensión. Escalando, cuando no veo el pie, no sé si lo tengo apoyado, no lo siento. Los dedos los tengo así un poco como muertos, no tienen fuerza. Al caminar lo puedo notar un poco al subir, cuando son cuestas para arriba".

"El monte fue lo que me ayudó a recuperarme. Me obsesioné con volver al monte y a escalar. Realmente mi rehabilitación fue a base de salir al monte. Estuve escalando casi durante un año con un pie porque el otro no lo podía apoyar. Volví a hacer octavo grado escalando solo con un pie. En el otro usaba unas zapatillas de cuadros de estas de andar por casa porque, al principio, no podía ni poner un pie de gato de lo hinchado que lo tenía".

"Estuve muchos meses sin dormir del dolor. Y los 4 o 5 primeros años soportando mucho dolor. La gente no se daba cuenta, pero soportando mucho dolor. Pero después del accidente hice varias expediciones, estuve en El Capitán de Yosemite, hice un montón de cosas".

«Para mí el monte es como mi psicólogo, es mi lugar de evasión»

"Lo que pasa es que, en el 2018, creo que fue en cuestión de 15 días, a mi padre le dio un ictus y se mató mi mejor amigo, como un hermano para mí, Klaus García Suárez, con 29 años (era concejal en Caso). Estaba esperando a Klaus para ir a escalar y Klaus no llegaba y me llamaron de que el día antes había desaparecido en la montaña y lo encontraron muerto: tuvo un accidente con los esquís. Y a la semana de suceder esto, a mi padre le dio un ictus y quedó vegetal 6 meses en un estado muy duro de ver".

"Afrontar eso tan duro me llevó a empezar a abrir unas vías en solitario, vías de cierto compromiso dónde hay que escalar mucho. Fue una forma de evadirme, por así decirlo. La montaña era mi psicólogo. Empecé a hacer muchas actividades en solitario porque estaba un poco cansado, aunque lo hiciesen de buena fe, de que me preguntasen si estaba bien. Decidí ir solo. Era de esto que necesitas soledad. La gente piensa que soy como un fanático de la escalada. La montaña la tengo por tradición familiar, es donde mi familia se ha criado. Para mí es el sitio donde voy cuando tengo un problema, es mi lugar de evasión".

"Los documentales los hicimos con la idea de ayudar a personas, que sirva de herramienta motivacional para aquellos que están pasado por cualquier tipo de lesión donde los médicos les digan que no hay nada que hacer, donde los pronósticos sean malos. También lo hice por agradecérselo a todas las personas que me ayudaron: médicos, enfermeros, mucha gente".

"El accidente yo lo veo como algo bueno porque te hace madurar y valorar las cosas que importan. Ves la gente que son amigos y la gente que, de manera desinteresada, te ayuda. Si los seres humanos entre nosotros nos ayudásemos más, todo sería mucho mejor. Porque, por ejemplo, que un médico me dedique dos minutos al teléfono, a él no le supone nada, pero a mí, en concreto, en un momento de la rehabilitación fue lo que me permitió dar un paso tremendo. Cosas que a nosotros no nos suponen apenas esfuerzo pueden ser muy importantes para otra gente".

"También aprendes a valorar las cosas importantes de la vida. Es decir, si compensa estar el día a día preocupado en trabajar, en ahorrar y no disfrutar de la vida cuando un día te levantas y te puede ocurrir cualquier cosa que te arruina la vida. Tienes que ser responsable, pero hay que disfrutar de la vida. Sobre todo eso. Cuando murió mi amigo Klaus era un chavalín y mi padre estaba recién jubilado. El hombre trabajó toda su vida y no tuvo un día de descanso. Era albañil, carpintero y ebanista, muy bueno con la madera, llegó a hacer gaitas y violines. Nació en una cabaña en los Picos y allí vivió hasta los 20 años. Luego de ahí se fue para Alemania a buscarse la vida. Trabajó toda su vida todos los días del año. Pues resulta que lleva un año jubilado y le pasa eso...".