Toni Silva fue presidente de Foturi, la asociación pionera Fomento del Turismo de Ribadesella. Este comerciante y artesano recién jubilado, filólogo de formación, conoce como pocos los entresijos de Ribadesella, el concejo que pasó de los grandes veraneos elitistas de principios del XX al turismo, su principal fuente económica.

Toni Silva, de 66 años, está recién jubilado. Este riosellano licenciado en Filología Hispánica, fue comerciante autónomo, fotógrafo, ceramista y presidente de la extinta Foturi (Fomento del Turismo de Ribadesella), asociación ciudadana pionera en el oriente de Asturias, que encabezó la reivindicación del concejo como destino turístico. También, durante el Gobierno de Vicente Álvarez Areces, Silva fue uno de los líderes de la plataforma riosellana montada para lograr un museo en torno a la cueva de Tito Bustillo, la gran joya local, además de Patrimonio de la Humanidad reconocido por la Unesco. La plataforma consideraba un “robo” que se fuera a exhibir la reproducción de las pinturas en el concejo de Teverga. Al final, en 2007, hubo Parque de la Prehistoria en el municipio tevergano, con réplica de las pinturas incluida, y en 2011, tras una década de reivindicaciones, abrió el Centro de Arte Rupestre en la villa riosellana, un equipamiento que no convence en absoluto a Silva. Así lo recuerda.

–Aquella fue una lucha importante. Y fue para pedir una instalación cultural, no una carretera, un instituto o un puente. Ese equipamiento no tenía que estar en Teverga, tenía que estar aquí, que es donde está el patrimonio paleolítico. No en aquella zona, que no hay nada. Esa lucha, a mí personalmente, me quemó mucho. Me ponían como el enemigo de Areces y yo no soy enemigo de nadie. Al final, fue el parto de los montes. A regañadientes, hicieron un museo o, mejor dicho, la cáscara de un museo. Creo que nos desmovilizamos antes de tiempo y faltó la segunda parte: rellenar aquello, un plan museológico. Así no se puede competir con Teverga ni se puede competir con el Museo del Jurásico (Muja) de Colunga ni con nada. Los concesionarios que llevan ahora el centro están haciendo verdaderos milagros con las actividades que hacen, pero...

La Cuevona Julián Rus

Silva disfruta hoy de una vida mucho más tranquila en su casa de Meluerda. Desde ahí va trazando el retrato y la historia de su concejo natal. Siempre con un punto de ironía.

“Por la apertura al mar, en la Asturias reconcentrada en sus valles, donde cada uno se cuece en su propia salsa, aquí en Ribadesella tenemos un poco de salsa exótica. Ribadesella no deja de ser un pueblo con su personalidad, con sus relaciones cerradas, pero tenemos ese componente que nos distingue, que todavía ha beneficiado más aquí que a Llanes. Gracia Noriega lo decía mucho esto. Él me hablaba de la diferencia entre Llanes y Ribadesella: los de Llanes eran más medievales y los de Ribadesella más liberales y modernos, decía. Pero no quisiera tener polémica con Llanes, no es lo que me gusta”.

“Ribadesella es quizá el puerto más seguro. No de Asturias, de todo el Cantábrico. Lo que pasa es que en el siglo XVIII ‘la mano santa’ nos hizo mucha pupa. Estoy hablando de Jovellanos. Barrió para su casa. Hizo daño porque barrió para casa, para Gijón. Hay una crónica famosa de una visita que hace Jovellanos a Ribadesella y que nos pone pingando. Dice que esto era un pozo oscuro, una ría que la van cerrando hasta quedar en nada. Parece que no encontró dónde comer y todo mal, todo mal. Más allá de la nota folclórica, lo que hay es una praxis política muy importante a favor de Gijón, de su puerto. De paso, para beneficiar a Gijón, benefició a Oviedo y a toda la zona central. Las comunicaciones eran más difíciles por Pajares, pero eso beneficiaba a Gijón, claro. Todo ello en detrimento del paso con Castilla más barato, más corto y más fácil de hacer, que era por Ventaniella, en Ponga. Aquello hubiera sido el sueño del oriente de Asturias. Después, cuando ya tenía resuelto el asunto de Gijón, ya se dio luz verde a que por el Pontón se fuera haciendo algo, una conexión. Ya dijo: ‘Venga, podéis hacer algo por ahí’ ”.

(A esta alturas de la lectura habrá jovellanistas, legión exquisita, tirándose de los pelos. Como dirían en “La vida de Brian”, Toni Silva “ha dicho Jehová”. O sea, ha tomado en vano el nombre del dios de la Ilustración).

“Pues yo no le soy muy devoto a Jovellanos. Al revés. Creo que era un grandísimo retrógrado. Sobre todo si lo comparo con Argüelles, que fue la punta de lanza de la vanguardia... Jovellanos fue un desfasado. Envejeció, no supo asumir los nuevos tiempos democráticos y constitucionales que traían los recién nacidos liberales como Argüelles. Argüelles es la mayor gloria local riosellana, por supuesto”.

(La narración, que Toni Silva hace muy sosegadamente, como si lo hubiera pensado todo mucho y para esta charla solo tuviera que sacarlo de la despensa mental donde lleva tiempo reposando, salta a principios del siglo XX, cuando María Josefa Argüelles Díaz, titulada como marquesa de Argüelles, desarrolla en primera línea de la playa de Santa Marina un conjunto de chalés y hotelitos para conformar un selecto centro de veraneo norteño.)

“Ribadesella es una adelantada en el veraneo, no en el turismo. El veraneo puede ser hasta lo contrario del turismo. Toda esa labor de la marquesa en las dos primeras décadas del siglo XX conforma, si acaso, el veraneo en Ribadesella, cuya cola dura hasta los años sesenta. Luego, todo eso va cambiando y popularizándose. Digamos que integra a las clases media y un poco al proletariado, aunque no masivamente. Es un fenómeno que dura hasta los años sesenta, cuando entra en crisis completamente. Y está así hasta los años ochenta del siglo XX. Hasta entonces, el veraneo es algo que convive, incluso en minoría, con una industria pesquera, de conservas, o de servicios en general”.

(El siguiente capítulo de esta pequeña historia riosellana, acontece cuando Franco está ya de veraneo indefinido en el Valle de los Caídos.)

“La democracia nos trae una transformación. Nos trae el cambio de modelo. Pero antes de cambiar a un nuevo modelo, el antiguo se queda colgado de la brocha. Empieza a producirse una mejora económica y hay una demanda de servicios turísticos. Ya el veraneo se transforma en turismo. En turismo de masas. Ya no quiere venir la gente a alquilarte tres meses un piso o un bungaló en la playa. La gente quiere estar quince días. O una semana. Es el consumo aplicado al turismo. Y en ese ínterin, entre la crisis de los sesenta y el surgimiento del turismo como industria, Ribadesella pierde bastante tiempo. Tiene ahí unos años, los setenta y los ochenta, con muchas dudas. De hecho, no acierta. Los dirigentes locales no aciertan a canalizar eso. No aciertan a darle una respuesta urbana y una respuesta de infraestructuras. Ni siquiera una respuesta anímica o intelectual, o de festejos o cultural. En esos años estamos como en el aire. Como atontaos”.

(Silva no quiere personalizar, pero no deja tampoco de adjudicar responsabilidades.)

No, en esos años, no se sabe oler ese cambio de tendencia turística. Quien lo debería haber olido sería el Ayuntamiento. Queramos o no, son los que canalizan las inversiones, los que pueden hacer obras, adaptar o destrozar un concejo, una villa. Tampoco querría hacer campaña contra nadie, pero es así. Este Ayuntamiento no aterrizó. En esos años cree que su destino es hacer un concejo industrial. Apostó por el desarrollo industrial de la recta de Lloviu y no acertó. Esa es la mayor tontería que se puede pensar aquí, porque la realidad no va por ahí. Ojalá tuviéramos una Ensidesa, pero aquí la realidad no va por ahí. Lo que sí hay, en cambio, es una demanda que está creciendo muchísimo para hacer una villa de servicios y de turismo. Qué le vamos a hacer. Es lo que hay. Mejor que haya eso que no haya nada”.

“De hecho, a mediados de los ochenta en Ribadesella hay una revolución civil, una protesta contra este hombre, el alcalde de entonces (Juan Ureta, tres mandatos seguidos con el PSOE y un cuarto en una candidatura independiente), por no entender de qué vivía el pueblo. Por no entender que aquí ya no se vivía de la industria, ni se vivía del mar ni de las conservas. La única industria que funciona es la construcción porque está ligada a la demanda turística y empieza a haber segunda vivienda. Él, en cambio, seguía empeñado en decir que del turismo vivíamos cuatro. Yo, como tendero, lo veía: del turismo estaba viviendo cada vez más gente y esa gente está demandando algo”.

“Finalmente, esta demanda civil cuajó en la creación, por impulso desde abajo, de Foturi (Fomento del Turismo de Ribadesella). Es una asociación que se crea a principios de 1985 y desde abajo, fruto de una necesidad civil de canalizar y de darle forma e importancia al sector turístico. Para darle un liderazgo y una fuerza de la que carecía por la cerrazón política del alcalde de entonces. El concejo estaba totalmente congelado, cayéndose a cachos todo, y él (el alcalde) diciendo que defendía las aldeas; poner una luz en no sé dónde”.

“Foturi fue clave para despertar a Ribadesella, para concienciar a los riosellanos, a los que estamos bien aquí, de que el turismo era nuestra manera de vida y teníamos que cuidarla. Y potenciarla. Que teníamos mucho que hacer y mucho que perder”.

(Silva hace un descanso. Ahora viene un poco de optimismo.)

“Esa labor inicial de Foturi, de concienciar a la gente, explota justo diez años después. Foturi se crea en 1985, hace una labor pionera, crea jornadas gastronómicas, va a Fitur cuando la gente no sabía ni lo que era Fitur, hace concursos de escaparates, ediciones de folletos que ni había... Bien, todo esto fructifica de golpe en 1995, cuando ya por fin cae Ureta. Triunfa el Partido Popular, con Pepe Miranda. Más que como el PP, Miranda hace una carrera política a base de darse a conocer a través de la asociación de afectados por el deslinde de Costas, algo que aquí levantó muchas ronchas. Él capitaliza todo esto, que era lo que había quedado pendiente. Ese deseo de ser un gremio, de consolidarse como destino turístico de calidad, de hacerse salir en la tele todos los días y de tener como un valor propio a la Princesa Letizia y adelantar a Llanes. Tuvo un éxito arrollador”.

“Hubo mucha inversión en infraestructuras porque Pepe, muy astutamente, consiguió de Sergio Marqués (por entonces presidente del Principado) el plan de excelencia turística. Esa es la piedra clave del edificio económico de Ribadesella. Miranda se llevaba muy bien con Marqués y Ribadesella se benefició de todo aquello. Hubo una entrada de dinero muy bien invertido todo él. Diversificado, en pavimentación, en alumbrado en fachadas, toda la fachada portuaria... Eran todo obras de primera necesidad. Gracias al Plan de Excelencia Turística, en poco más de una legislatura se hizo todo lo que Ribadesella estaba necesitando como el comer. No ya para presumir, sino para ser lo que te tenía que empezar a ser: un destino turístico de calidad, coherente, bonito”.

(Pero hubo un capital inmaterial del que el concejo riosellano supo sacar oro publicitario. Por aquellos años, una periodista ovetense que había hecho prácticas en LA NUEVA ESPAÑA y ahora estaba en el telediario de TVE, una presentadora nacida en Oviedo llamada Letizia Ortiz, había ennoviado con Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias. Eran tiempos de inocencia monárquica: aún no había explotado la burbuja de la campechanía, digamos.)

“Vincular Ribadesella con la Princesa Letizia, cuya abuela Menchu Álvarez del Valle vivía en Sardéu y que ella misma había veraneado aquí, tuvo una importancia económica enorme para el concejo. Fue brutal. En aquellos años, a mí en la tienda todos los días me preguntaban varias veces por Letizia y por la abuela de Letizia. Que dónde vivía y que si se podía ir a ver. Yo los desanimaba a ir, porque la güela vivía en casa Dios e iban a perderse por unos caminos que no conocían ni los de aquí. ¡Cómo para meter por aquelles caleyes a los turistas, con esos cochazos que traían! Pero fue un bombazo. Hoy no nos lo podemos imaginar. Todo eso fue, en parte, por la astucia de Pepe Miranda de ponerle el nombre de Letizia al paseo marítimo; de considerarla propia, de apropiarse de ella. Todos venían con la copla y el conocimiento de que el sitio era este y todos veían el monolito en el paseo que así lo atestiguaba. Letizia es de Oviedo, pero todo el mundo estaba convencido de que era de Ribadesella. Fue una operación de venta del concejo total y absoluta”.

(Silva acaba de pasar por lo que considera la edad de oro de la Ribadesella contemporánea. Ahora toca, de nuevo, adentrarse en una cierta neblina.)

“A Ribadesella le hace falta liderazgo. Necesitamos a alguien que nos vuelva a enfrentar a nuestra realidad y a predicar un poco para que nos lo creamos. Todo aquello que se había conseguido, ser un destino de calidad, se está viniendo abajo. A partir de Pepe todo se empezó a venir abajo, creo. Y yo no soy del PP. Yo no soy de nada. Fui concejal de IU y después fui afiliado al PSOE, pero me abrieron expediente de expulsión. Me echaron porque, como era presidente de Foturi, yo lideraba toda la reivindicación del Museo de Tito Bustillo para Ribadesella. Y ahí no me lo perdonaron. Y yo a ellos tampoco. No me llegaron a expulsar porque no querían hacer un mártir. Entonces me dije: ‘No me van a expulsar, pues me voy yo’. Peor gente no la he visto en ningún lado. Qué trepismo. Y ahora vivo encantao, no estoy en nada”.

La playa de Santa Marina Julián Rus

Hace falta “un cerebro” para reflotar la fiesta del Sella

Ribadesella es la estación término del Descenso del Sella, una de las señas de identidad de la villa. Sobre la prueba deportiva, nada que objetar. Sobre la parte festiva, sí. Toni Silva: “Lo del Descenso está desnaturalizado completamente. Lleva 15 o 20 años transformándose en otra cosa que no tiene nada que ver con una fiesta deportiva. Eso es lo único que se mantiene y merece la pena. La competición pura y dura mantiene la esencia. A partir de ahí todo lo demás es un verdadero despropósito. Las cosas hay que organizarlas y darles unos cauces. La fiesta del Sella, entre comillas, porque ya no es fiesta ni es nada, es un botellón disperso por la playa o el relleno de la ría o por el Cobayu... No hay una organización. No hay un cerebro. La única organización que hay en el Sella es para limpiar: a ver de dónde sacamos el dinero, cuánto les cobramos a los campistas por aquí y por allá para después poder pagar la limpieza de todo. Tenemos una fiesta que teóricamente es de interés turístico nacional y en la práctica la están dejando morir. El Principado y los ayuntamientos –por lo menos el que a mí me afecta– tienen que ponerse de acuerdo, hay que darle unos contenidos. Habrá que organizar unos conciertos, unos desfiles, algo, como se hace, por ejemplo, en el Día de Asturias”.

La autovía y la saturación del Oriente por exceso de movilidad estival

“La autovía ha condicionado incluso la vida del Oriente. Creo que en algunos casos, por demás. Hasta desequilibrarnos un poco por esta facilidad de acceso”, advierte Toni Silva. Sobre todo, si mira al verano en la comarca rural más turística de Asturias: “Vas a la playa de Vega y hay demasiada gente. Hay demasiada gente en todos los sitios. Está todo lleno de caravanas. Son excesos que hay que corregir. Esto no tiene tanta capacidad de carga. Ni estamos a gusto nosotros ni los propios que vienen y no tienen ni dónde aparcar. Hay una disfunción, un exceso. Hay cosas que, sin prohibirlas, hay que ir corrigiéndolas. Ahí esta el arte de los gobernantes hoy en día”.

Toni Silva describe el panorama: “Están que revientan las costuras. No estamos preparados para tanto. No quiero decir que haya que cortarlo porque, si vivimos de esto, no podemos estropear el negocio e irnos a la ruina. Pero hay que canalizar, ir tomando medidas correctoras, no traumáticas. Esta ‘sobremasa’ de gente en el Sella, este mogollonazo de autocaravanas metidas por todos los rincones y por todos los praos; todo este llenazo en todas las terrazas en todas horas y no ver dónde comer... Muy incómodo y no creo que debamos vender incomodidad”.

Como muchos en una comarca que durante la pandemia se convirtió en refugio de visitantes en busca de salud al aire libre, Silva opina que este verano, con todo abierto, “las cosas se van a ir corrigiendo”. Y añade: “El que no lo ha pasado bien dándose codazos en una terraza o en una canoa del Sella a lo mejor este verano se lo piensa. Además, si vuelven a abrir los mercados turísticos internacionales, empezaremos otra vez a volver a lo de antes”.