Iker y Olga creen que la respuesta no está en el aire, está en la tierra

"Cuando vinimos nosotros, sobre 2005, cuando compramos la casa, fue la primera vez que intentaron poner los eólicos"

ASTURIANOS EN SANTA EULALIA DE OSCOS: Olga Busom e Iker Nogales

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Olga Busom e Iker Nogales, empresarios de turismo rural. Ofrecen un tipo singular de turismo activo. A través de su empresa, Artesanamente, organizan cursos para aprender a hacer pan, forja, quesos, cerveza, jabones, cosmética natural... Hace más de una década, esta barcelonesa y este vitoriano dejaron sus respectivos empleos en Madrid –trabajaban en el rodaje de series de televisión– para instalarse en Santalla.

Olga Busom e Iker Nogales se instalaron en Santa Eulalia de Oscos a mediados de la década de los 2000 y han puesto en marcha el proyecto «Artesanamente», una forma diferente de hacer turismo rural para «tratar de devolver a la gente esa capacidad de hacer cosas con las manos». Ofrecen un amplio catálogo de cursos, desde elaboración de pan con masa madre, quesos, cerveza, jabones, cosmética natural, forja, cestería, reconocimiento de setas o, incluso, iniciación al siatsu. Imparten sus cursos en Santalla, aunque también se desplazan a Oviedo o Gijón. Olga es barcelonesa e Iker, vitoriano. Ambos dejaron sus respectivos trabajos en la industria audiovisual en Madrid (ella era operadora de cámara y él ayudante de dirección en algunas de las series televisivas más conocidas del momento) para iniciar una nueva vida en Asturias. Iker, además, es el guía del museo casa natal Marqués de Sargadelos, Antonio Raimundo Ibáñez, natural de Santalla, fundador de una fábrica de cerámica que con el andar del tiempo se convertiría en unos de los emblemas de la galleguidad.

Olga Busom :

«Yo era de una familia de ciudad pero este anhelo de volver a la naturaleza me viene de pequeña, de ir a veranear al pueblo de mis abuelos en la comarca de la Terra Alta de Tarragona. De tener esa sensación de libertad y contacto con la naturaleza. De ese recuerdo me quedaron las ganas de volver a sentir esa plenitud. Aquel paisaje rural de mi infancia era diferente, más árido y con menos de vegetación. Cuando llegué a Asturias fue un descubrimiento. Estos tonos de verde, tanta variedad de árboles, de flores, de fauna....»

«La experiencia que viví de pequeña en el entorno rural me quedó grabada. He tenido la suerte de vivirla y también de poder dársela a mis hijos. Igual me equivoqué, no sé. Pero he visto que ellos han crecido en un entorno muy rico, más estimulante. Por lo que tiene el contacto con la naturaleza, la libertad de entrar y salir y no preocuparse por los semáforos o por si alguien te atraca. Ellos han tenido esa libertad».

«Por un lado, el pueblo, Santalla, ha mejorado, se han reformado y arreglado muchas más casas. Está todo más cuidadito. Poco a poco, el turismo ha ido creciendo también. Por otro lado, también ha habido una caída demográfica. Mucha gente mayor que ya no está. Gente con mucho peso, mucha experiencia y que aportaban mucho al día a día en Santalla. Personalidades que se echan en falta. Es verdad también que ha venido gente. Y mucha más que ha querido quedarse, pero no han encontrado casa o dónde alquilar».

«Cuando vinimos nosotros, sobre 2005, cuando compramos la casa, fue la primera vez que intentaron poner los eólicos. De aquella no pusieron muchos, pero ahora ya se notó el efecto. Ya se ve cómo está Villanueva de Oscos. No ha sido lo que decían, que iban a aportar riqueza. La aportó durante un tiempo, quizás, pero luego ha hecho que esas zonas se devalúen».

«Personalmente, no estoy a favor de hacer las cosas así. No veo orden en todos los parques eólicos que quieren ponernos. No veo un estudio de impacto realmente objetivo, ni un preguntar a los ciudadanos cómo lo ven, como lo sienten. La trampa está en que estos proyectos están segregados por zonas, pero es todo un gran proyecto. Es un todo que va a afectar a toda una comarca y básicamente al Occidente de Asturias. Se ha decidido que, como hay poca población, viene muy bien hacer este tipo de cosas aquí. Pero es una población por la que se apostó hace más de 30 años para desarrollar el turismo rural y se hicieron esfuerzos en inversiones con ayudas europeas para fomentar la vida en el rural. Y ahora estos proyectos eólicos van a afectar a toda esta gente que ha invertido».

«Esto no sólo afecta los animales o al paisaje, aquí vivimos personas y hay gente que los tiene a dos kilómetros. ¿Te imaginas lo que es estar oyendo eso todo el día alrededor tuyo? Cuando pasan estas cosas, cuando quieren hacer negocio porque sí, a pesar de todo, te sientes invadida y lo primero que te sale es la rabia. Y quería plantear esa lucha desde otro lugar, digamos. No desde la rabia, sino desde el amor por esta tierra y por esta cultura y por esta gente de aquí. Entonces, se me ocurrió qué hacer leyendo el libro ‘Cuando las mujeres fueron pájaros’, de Terry Tempest Williams. Esta activista y escritora estadounidense juntó a muchos escritores estadounidenses para escribir acerca de la belleza de la tierra de Utah, un territorio que era de los indios que iba a ser expropiado para extraer petróleo. Ese manifiesto tuvo tanta repercusión que consiguieron recuperar parte de ese territorio. Entonces se me ocurrió hacer algo parecido, pero utilizando cualquier expresión de arte. En Facebook e Instagram, la gente puede encontrar el ‘Manifesto d’arte pola terra’ y allí aparece el correo electrónico dónde enviar su propuesta artística. Pueden enviar como ellos expresen su amor por esta tierra: a través de la pintura, de los graffiti, de la danza, de la música, de cualquier disciplina artística.... Nos los envían, nosotros lo colgamos ahí y en el futuro podremos hacer una exposición con todo lo que estamos ya recibiendo porque hay propuestas muy bonitas y muy interesantes».

Iker Nogales:

«La idea de venir a vivir a los Oscos, salir de Madrid, tenía que ver con parar un poco el reloj y dejar esta locura de mundo, que ya veías en aquellos años hacia dónde iba todo. La idea, al crear ‘Artesanamente’, era recuperar el conocimiento de los abuelos, de hacer más cosas en casa o por uno mismo. Disfrutar de hacer y elaborar».

«Hay cosas que no se compran dinero en esta vida. La libertad es poder decidir. Este es un proyecto hecho desde el corazón, por un cambio de vida. No hicimos ningún estudio de mercado ni analizamos nada, y quizás sea el lugar más recóndito para que la gente venga a hacer un curso, pero precisamente por eso nos gustó. Me encantó el sitio, los paisanos, los paisanas, y ver que todavía se mantenía esa esencia que veníamos buscando de gente que hacía el pan en casa y la matanza».

«Mi padre era de un pueblo de Aranda de Duero y yo pasaba el verano allí con los abuelos. Y prefería ir a las viñas o a la huerta, que ir a la piscina con los amigos. Y te metías por la gente mayor, que son libros abiertos. En estas zonas los mayores te enseñan una manera de entender la vida que no se aprende ni en las ciudades, ni en internet».

«Lamentablemente, como en el medio rural del resto de Asturias, pues aquí también hemos vistos negocios que se cierran, gente que se jubila y no hay relevo generacional. Y, por parte de la administración, igual lo que hay sobre todo son trabas burocráticas. Porque te piden lo mismo si montas una quesería artesanal que la Reny Picot. Hay subvenciones, pero luego la burocracia desespera. Realmente no sé si desde la administración se quiere mantener el medio rural. Parece que quieren que nos vayamos».

«Sobre los parques eólicos no es que se esté en contra de la energía eólica. Lo que se está es en contra de que se masifique esta zona, con el encanto que tiene y que además es Reserva de la Biosfera. No solo es el impacto visual de los molinos, sino todo lo que conlleva esa instalación, con líneas de tensión, etcétera. En los Picos de Europa seguro que no los van a poner, ni en el mar en frente de Gijón. Al final, pues nada, los instalan en zonas donde hay poca población. Convertimos esto en un parque eólico y ya está».

«Ese año estaba recogiendo firmas (contra la masificación eólica de la zona) y haciendo una encuesta a la gente que venía de turismo por aquí. Y decían que venían precisamente a los Oscos por la naturaleza y porque no está masificado. Pero también decían que no vienen a caminar por debajo de un molino o a ver las luces que tienen por la noche, que la sierra de la Bobia parece un aeropuerto.

«Yo, la verdad, esto desilusionado con este tema, porque al final es luchar con un gigante: son políticas europeas y cada país tiene que poner tantos molinos para cumplir con unos objetivos y los van a poner donde menos protesta la gente o donde menos a población hay. Soy realista y veo que hay poco que hacer. Pero no te puedes quedar de brazos cruzados».