Soto del Barco era, antes de la entrada en servicio de la Autovía del Cantábrico, el lugar donde todos los asturianos se atascaban en el viaje hacia el oeste de la región y Galicia. Hoy, como Muros, su vecino de orilla en la ría del Nalón, Soto se ha incorporado al centro de Asturias gracias a la enorme reducción de los tiempos de viaje. Eso confirió al municipio un renovado atractivo residencial, que se ha vuelto a potenciar durante la pandemia, cuando el concejo registró las cifras más altas de inmigraciones en lo que llevamos de siglo. Es la primera vez que la estadística nota un ligerísimo repunte, de 80 habitantes, en las últimas dos décadas. El resto de los años, en cambio, la nueva centralidad de Soto no logró compensar del todo la caída poblacional, fruto del acusado envejecimiento de la población. Así, el municipio perdió desde el año 2001, el 11 por ciento de sus habitantes. Una cifra que, no obstante, tampoco está mal en medio del cáncer demográfico asturiano.