Ana Pérez, presidenta de la Asociación de Vecinos de Busto. Cinco vecinas de Busto, entre las que se encuentra Ana Pérez han abierto en las antiguas escuelas del pueblo, un hermoso edificio de 1901, una biblioteca de uso público. Empezó con una donación en una bolsa y ahora tiene 6.000 volúmenes muy profesionalmente catalogados y 448 socios en en pueblo (200 habitantes) y por todo el concejo. La atienden seis voluntarias y hasta consagrados autores como Rosa Montero les envían libros para que sigan sembrando lectores

–Yo trabajo en Luarca, soy profesora de autoescuela, y a veces llevo y traigo a vecinos. Antes, lo típico era hablar del tiempo. Pero el otro día subí a unas señoras, que ya tendrían más de setenta años, y la conversación fue: «¿Y ahora qué estás leyendo?», «Ay, pues tienes que leer tal y tal y tal porque está muy bien, muy bien».

Habla Ana Belén Pérez, de 51 años, presidenta de la Asociación de Vecinos de Busto. Junto un grupo de vecinas –«Somos Eva Pérez Alonso, su hermana Joaquina, Lucía García-Lengomín, Gema Pérez y yo»– pusieron en marcha hace un año una biblioteca privada de uso público en las escuelas del pueblo, un edificio cargado de historia que dejó de ser colegio a mediados de los años setenta. La biblioteca de Busto tiene hoy más de 6.000 volúmenes gracias a las donaciones de particulares y cuenta con 448 socios, gente de Busto y de todo el concejo de Valdés. Las cinco voluntarias que la atienden se turnan para abrirla los jueves por la tarde y los fines de semana. Ya no solo es una biblioteca, es el nuevo corazón de un pueblo que se dedica a sembrar lectores. Así lo cuenta Ana Belén Pérez:

«No sabes la satisfacción que te produce ver cómo hay señoras a sus 80 años han leído su primer libro gracias a la biblioteca. Empiezas dándole algo que sepas que les puede gustar. La biografía de Sara Montiel, o historias como la de María la del Acebo («María, del Acebo al cielo» de María del Roxo, Ed. Calecha) Luego, poco a poco ya se van enganchando a novelas. Ahora las tenemos a casi todas súper viciadas con una saga de Lucinda Riley, «La siete hermanas». Tenemos la chuleta en el orden en que tienen que ir leyéndoles y andamos con la chuleta a ver quién tiene éste ahora y si lo termina y lo devuelve pronto. Una señora súper graciosa se llevó la biografía de Cayetana de Alba y nos decía: ‘¡Ay, la pobre, que vida tan desgraciada tuvo!’. Y nosotros pensando: ‘¿Vida desgraciada la duquesa de Alba?’ Pero ella decía que su vida había sido muy triste porque se había criado entre niñeras».

“Tenemos más de 6.000 volúmenes y nos siguen llegando donaciones”

«Hay que luchar contra la despoblación, contra la soledad, contra el aislamiento en los pueblos y ésta es una manera: hala, vamos hasta la biblioteca y charlamos un poquitín. Tenemos que hacer algo porque, si no, los pueblos se mueren. Y eso que en Busto considero que somos unos privilegiados, somos un pueblo muy vivo y con muchas iniciativas. Nos negamos a morir».

«Estamos muy orgullosas de este edificio. Las escuelas de Busto, donde ahora se asienta la biblioteca, fueron fundadas por Eduardo Pérez de la Fanosa, un médico militar que las dotó económicamente para sostenerlas. Su padre se había marchado de Busto a Madrid y llegó a la capital sin saber leer ni escribir. Él no quería que a la gente de Busto le ocurriese esa desgracia que tuvo que sufrir su padre. Entonces, en cuando tuvo posibilidades, porque fue un médico militar muy prestigioso con una vida absolutamente de película, creó la escuela de Busto».

«Es un edificio impresionante, forma parte del Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. La pena es que no esté muy arreglado. La parte de la biblioteca y las aulas, sí. Pero hay una planta superior con unas posibilidades enormes. Es un edificio que pertenece al Ayuntamiento y por más que peleamos, y mira que somos peleonas, de momento no conseguimos nada».

«Las escuelas de Busto tenían un reglamento súper curioso. La maestra tenía que tener voz y voto, igual que el maestro. Además, ya en aquella época, estaban prohibidos los castigos corporales y el fundador ponía mucho énfasis en la higiene de los alumnos. También se pedía que los niños no hablasen como adultos en ciernes, sino que se les enseñase hablar con su propio vocabulario, no que repitiesen como loritos. Era una educación muy avanzada para la época. De hecho, cuando en 1903 a Eduardo Pérez de la Fanosa lo nombraron hijo adoptivo de Valdés le entregaron un libro firmado por los más notables hombres del concejo y uno de sus amigos dijo que él solo lamentaba que las mujeres de Valdés no hubiesen firmado también».

«La biblioteca empezó un poco por casualidad, antes de la pandemia. Una señora, la madre de Lucía, que ahora forma parte de nuestro grupo, nos ofreció unos libros. ‘Podéis ponerlos ahí por si alguien quiere algún día consultar algo’. Vino la pandemia, se quedaron allí en una bolsa los libros y no hicimos nada. Pero luego retomamos el proyecto y nos empezaron a hacer donaciones. Hay gente que nos visita, que viene a hacer la ruta de Busto y para en las escuelas, ven nuestro proyecto y luego nos mandan libros desde León, desde Valladolid, desde Madrid. Es todo tan sorprendente… La gente está deseando colaborar con proyectos así, les parece genial porque somos un pueblo de apenas 200 habitantes. Hay un chico que nos regala un libro cada mes y, encima, nos deja escogerlo. Otra anécdota. Eva estuvo en la Feria del Libro en Madrid y visitó el stand donde estaba firmando Rosa Montero. Le habló del proyecto y le compró un libro que nos dedicó. Esto fue un sábado. El miércoles recibo en mi casa un paquete con 11 o 12 libros de Rosa Montero todos dedicados para la biblioteca de Busto».

«Hay una chica que también nos ayuda muchísimo, Elizabeth Acedo, que nos da clase de inglés para adultos. Ella nos ayudó a participar en un proyecto europeo que se llama “Aldeas ilustradas”, lo presentamos a la Fundación Cultural Europea para programas de promoción de las bibliotecas y de la lectura y hemos sido seleccionadas. Nos van a ofrecer una especie de tutorías con expertos europeos que nos ayuden a desarrollar y mejorar este proyecto y creo que viene con una pequeña ayuda económica, no sé si son 1.500 euros más o menos».

«Buscamos en el BOPA (Boletín Oficial del Principado de Asturias) ayuda para proyectos un poquito singulares culturales en el medio rural y nos decimos: ahí tenemos que encajar fijo. Pero nos ponemos a leer la letra pequeña y mínimo hay que pedir 15.000 euros. No necesitamos tanto. En los pueblos se pueden hacer muchas cosas con muy poco dinero porque lo compensamos con esfuerzo, con ilusión, con imaginación». (Si usted se anima a donar libros, puede escribir a: bibliotecabusto@gmail.com)