Los descendientes del rey asturiano de la Patagonia todavía mandan (y mucho) en la Argentina de Javier Milei

Una saga que alimentó a los soldados de la I Guerra Mundial, que escribió los discursos a Pinochet, que supo extender su poder por Argentina y Chile



El economista gijonés José Luis Alonso Marchante (1971) es un auténtico experto en la historia de José Menéndez, el emigrante asturiano que levantó un imperio a partir de la explotación del ganado ovino, para lo que acometió el genocidio de los indios Selk’nam que ocupaban la Tierra de Fuego. Tras su primer libro, “Muerte en Somiedo” (Azucel, 2007), sobre la Guerra Civil en el concejo de donde procede su familia, escribió “Menéndez, rey de la Patagonia”, que se ha convertido en un superventas en Chile y Argentina. Ahora, la editorial Txalaparta acaba de publicar en España su tercer trabajo: “Selk’nam, genocidio y resistencia”, donde enfoca la historia del enriquecimiento de Menéndez desde el lado de sus víctimas, los indios que fueron masacrados. Fruto de esa concienzuda investigación, conoce bien los entresijos de la numerosísima familia Menéndez-Braun, los descendientes de aquel indiano avilesino, que han acumulado desde que el patriarca puso pie en Buenos Aires un poder económico y político con mil ramificaciones. Así lo cuenta Alonso Marchante:

“En Tierra del Fuego, hoy en día, las estancias (un gran establecimiento rural dedicado a la cría de ganado) son propiedad de los Menéndez, de los Braun y de los Montes. Y los tres están relacionados con vínculos familiares. La hija mayor de José Menéndez, Josefina, se casa con Mauricio Braun, y ahí se unen ya las dos grandes fortunas. Otra hija de Menéndez se casa con el hijo de José Montes, que es originario de Ribera de Arriba, y era una fortuna minúscula comparada con la de los Menéndez, aunque tiene palacio en Punta Arenas. Ahí se unen esos tres apellidos. Y luego la cuarta estancia que hay en Tierra del Fuego, en la parte argentina, es de unos terratenientes de origen británico, los Bridges. Ellos no se vinculan por vía matrimonial con los tres anteriores, pero son socios”.

“Cuando llegan los primeros frigoríficos (grandes empresas cárnicas), empiezan a trabajar la carne de las ovejas. Esa carne era la que comían, por ejemplo, los soldados en la Primera Guerra Mundial. Al abrir la lata en las trincheras, ahí estaba la carne que venía de la Patagonia, de esas estancias. Los propios propietarios de las haciendas van a poner capitales para montar esos frigoríficos. Hay en Río Grande, en Tierra del Fuego, y con cuatro socios: Menéndez, Braun, Montes y Bridges. Los tres primeros, unidos por relaciones familiares, y el cuarto, por negocios”.

“Eran gente que tenía muchos hijos. Menéndez tuvo ocho hijos. Mauricio Braun y Josefina Menéndez Behety (hija mayor del rey de la Patagonia) y tuvieron diez. Crean una dinastía muy amplia. Y muy inteligentemente van diversificando los negocios. Después de la Primera Guerra Mundial, la lana de ovino ya no da los resultados que tenía que dar, pero entonces ya tienen todo invertido en compañías de navegación, en bancos, en negocios de todo tipo. Desde entonces, esa fortuna se ha ido engrandeciendo con el paso del tiempo”.

“Hoy en día los descendientes de José Menéndez evidentemente no tienen ninguna responsabilidad con lo que hizo el bisabuelo (el genocidio de los Selk’nam), pero que sí que tendrían que ser conscientes de cómo se hizo esa fortuna. Ya hay muchos países del Caribe que están exigiendo a los antiguos dueños de las plantaciones de esclavos que indemnicen a las comunidades negras. Eso ha pasado en Bahamas, en Guyana o en Inglaterra. Hay una familia de antiguos esclavistas que da una beca y paga dinero. Entonces, mañana le podrían pedir a los Menéndez y a los Braun que parte de esa riqueza que obtuvo en el pasado, de esta manera tan violenta, haya una entrega a la comunidad”.

José Luis Alonso Marchante subraya cómo la semilla de José Menéndez ha sabido diseminarse por destacados puestos de Argentina y Chile a lo largo de estos 106 años que han transcurrido desde la muerte del fundador de la saga familiar. “Las grandes fortunas son muy inteligentes y no solamente tienen escritores que les escriban la historia oficial sino que se van a ocupar también de colocar a sus hijos en los puestos relevantes. En Chile, por ejemplo, quien le escribía los discursos a Pinochet era un Menéndez (nieto de José Menéndez) Enrique Campos Menendez. Era hijo de Francisco Campos, español también, andaluz, que se casó con una hija de Menéndez”. José Luis traza esa línea de poder e influencia hasta la actualidad, cuando desemboca en los mencionados Braun que rodean a Milei y los que anteriormente acompañaron a Macri en el ejercicio del poder. Y cuenta un episodio histórico para ejemplificar hasta qué punto la influencia de los Braun-Menéndez ha sido siempre determinante para reconducir algunas voluntades políticas: “En 1973, un gobernador peronista en Argentina iba a hacer una reforma agraria e iba a confiscar parte de las tierras que tenían los Menendez en Santa Cruz, que es la provincia que hay justo antes de pasar a la Tierra del Fuego. Bueno, pues Enrique Campos Menéndez se cogió un avión, vino a Madrid, se juntó con el general Perón, estaba aquí en España y Perón levantó el teléfono y pararon esa reforma agraria”.