Carlota López, la "Terminator" de Mieres conquista América: "Quiero llegar a lo más alto"

"Quiero llegar a lo más alto", dice Carlota López tras obtener el anillo de MVP de la pretemporada de la universidad de Monroe

Carlota López, en su etapa en Putnam.

Carlota López, en su etapa en Putnam. / LNE

Javier Sámano Lucas

Javier Sámano Lucas

Oviedo

La llaman "la Terminator de Mieres". Y no es para menos. Carlota López ha conseguido lo que lograron Pau y Marc Gasol y Serge Ibaka en Estados Unidos: un anillo. En su caso no de campeón de la NBA, sino de MVP (mejor jugadora) de la pretemporada del equipo femenino de baloncesto de la neoyorkina Monroe University, que compite en la división 1 de la NJCAA, la liga americana de "junior colleges", institutuciones educativas posteriores a la secundaria con programas de dos años. "El momento en el que me lo dieron fue una pasada -cuenta la mierense-. Íbamos a empezar a entrenar y, de repente, delante de todas mis compañeras la entrenadora me dio el premio. Hicimos fiesta, fue maravilloso. Estaba tan emocionada que llamé corriendo a mi madre para contárselo". La pretemporada de las chicas de Monroe no tiene nada que envidiarle en exigencia a un campamento de los Navy Seals. "Todos los días teníamos que estar a las 5.30 de la mañana preparadas en la pista de entrenamiento -relata-. A las 7.30 acabábamos de entrenar y a las 9 ya estábamos en clase. Parábamos para comer a las dos menos diez y a las 2.10 ya estábamos en el gimnasio, donde trabajábamos una hora, hasta las tres y algo, que nos íbamos a entrenar otra vez hasta las siete".

La "Terminator" de Mieres conquista América

La "Terminator" de Mieres conquista América / LNE

Carlota demostró agallas para sobresalir en esa extenuante rutina de entrenamientos. "Y eso que soy freshman (jugadora de primer año)", apostilla con un deje de orgullo. López está empezando la carrera de Business Administration (administración de negocios) con una beca deportiva después de pasar un año en el Putnam Science Academy, un instituto perteneciente al estado de Connecticut. Cuando se presentó la oportunidad de marcharse a Estados Unidos, no le costó tomar la decisión de cruzar el charco: "No me lo pensé. Me quería ir". Más de un año pasado, está convencida de haber escogido el camino adecuado, hasta el punto de plantearse un futuro en América tras acabar su formación académica.

Las prestaciones deportivas de Carlota en Putnam fueron excelentes, llegando a hacer partidos de 25 puntos que llamaron la atención de varias universidades de renombre. Centros de Boston, Columbia o Providence le echaron el ojo, pero ella se decantó por Monroe porque le ofrecieron un rol "muy importante" en el equipo. "Y porque es Nueva York, claro, que siempre tira", confiesa la mierense, establecida en un enclave privilegiado de la Gran Manzana, en New Rochelle, a apenas cinco paradas en tren de Manhattan. "El año pasado, cuando estaba en Connecticut, vivía en el típico pueblo americano en el que no había absolutamente nada. El cambio es tremendo", asegura.

A pesar de su reducida estatura (1,67), Carlota es una jugadora valiente que tiene en la penetración a canasta uno de sus puntos fuertes. "Soy más de llegar al aro que de asistir", confiesa, aunque, ante la imponente condición física de sus rivales ("las americanas son enormes"), ha desarrollado un depurado lanzamiento de tres puntos. También, como buena asturiana, va sobrada de una garra que se traduce en una agresividad defensiva que le permite robar muchos balones. Todas estas condiciones permiten soñar con llegar "a lo más alto" en el baloncesto a la mierense que triunfa en la ciudad que nunca duerme.

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