Tú a Ohio y yo a Illinois: el sueño americano simultáneo de dos mellizas ovetenses en el baloncesto universitario
Lucía y Carmen Martínez, de dieciocho años, inician a la vez la temporada en la exigente NCAA, por primera vez separadas después de toda su vida jugando en los mismos equipos
Lucía y Carmen Martínez López (Oviedo, 2006) habían estado juntas “desde la barriga”, pero ahora las separa el estado de Indiana. Son mellizas, las dos miden 1,86, han estudiado en los mismos colegios y jugado al baloncesto en la misma posición de alero-pívot siempre en los mismos equipos y este curso las dos debutan a la vez en la NCAA, la prestigiosa liga universitaria estadounidense, pero Lucía en la Universidad Xavier (Cincinnati, Ohio) y Carmen en la del sur de Illinois (SIUE), en Edwardsville, a veinte minutos de San Luis (Misuri). “Mentiría si dijera que es fácil, porque obviamente no”, resume Carmen, pero la persecución de los sueños marca rumbos caprichosos aunque se sueñen cosas parecidas y los suyos están por primera vez a más de quinientos kilómetros, que no son demasiados para las distancias de un país enorme, pero a veces parecen muchos después de dieciocho años de vida compartida. Carmen estudia Psicología en Illinois y, esto tampoco coincide, Lucía ha empezado Ingeniería Informática en Ohio. Las dos, esto sí encaja, recomiendan sin vacilar esta que está siendo “una experiencia increíble”, avanza Carmen, o un cambio “duro de los que valen la pena” en la versiónde Lucía.
Se llaman a diario y desde finales de agosto se han visto una sola vez, cuando Carmen pudo viajar a ver a Lucía por Acción de Gracias, pero todo va bien. Están donde quieren estar, en el ecosistema muy exigente del deporte universitario norteamericano y en las vísperas del comienzo, este diciembre, de los partidos de competición seria en la NCAA1, el gran zaguán de entrada a la NBA femenina o al baloncesto profesional europeo. Pero eso es el futuro. Paso a paso, las mellizas Martínez López han llegado hasta aquí porque con cuatro años “una amiga de mis padres empezó a entrenar en el colegio en el que estábamos (el Juan Rodríguez Muñiz del barrio ovetense de Las Campas)” y se apuntaron. Crecieron en la cantera del Oviedo Baloncesto y, siempre juntas, jugaron allí y a los catorce un año en el Terralfás de Alicante, después dos en Logroño y de regreso a Asturias la temporada pasada, en la ADBA de Avilés, en la Liga Femenina 2.
El baloncesto las ha ido llevando de la mano, siempre juntas hasta esta leve separación actual en la que cada una juega en una conferencia distinta de las 32 que estructuran la NCAA 1. Las “mosqueteras” de Xavier, donde Lucía juega con el número 24, compiten en la “Big east”; las “pumas” de SIUE, que le han dado a Carmen el dorsal 32, están encuadradas en la Ohio Valley Conference (OVC), así que las hermanas Martínez López están en la misma liga, pero no van a tener que enfrentarse… De momento, porque los mejores de cada conferencia se van a cruzar en primavera en el “March madness”, la “locura de marzo” con más de sesenta equipos en la que se deciden los cuatro puestos de la “final four”. No va a ser fácil, pero ahí al fondo hay una posibilidad, y eso de verse de adversarias sí que sería algo realmente nuevo para ambas. “No sé yo si me gustaría”, apunta Lucía. “Sería muy raro”.
Lo que ya habría resultado más difícil, asumen, es juntarlas en el mismo equipo. “Las universidades buscan jugadoras por posiciones”, explica Carmen, “y Lucía y yo somos prácticamente la misma jugadora. La misma altura, la misma posición…” Así es como han terminado las dos afrontando a la vez su año de “Freshman” (novatas) con una beca deportiva, pero en sitios distintos, con más de quinientos kilómetros de una separación muy salvable. “Desde pequeña”, Lucía siempre ha tenido Estados Unidos “en mente”. “Era como un sueño” que se está cumpliendo en Cincinnati. Ella entró en el radar de las agencias de cazatalentos en los dos campeonatos de Europa que disputó con la selección española, el sub-16 en Matosinhos (Portugal) y el sub-17 en Heraklion (Grecia).
Entre las varias opciones que le presentaron escogió Xavier después de sopesar cuidadosamente algo más que la oferta deportiva, porque “buscaba una universidad que fuera potente también en el aspecto académico” y no se arrepiente. “Diría que ya le he cogido el ritmo” al baloncesto “muy exigente” de la liga universitaria y coincide con su hermana en la sensación de que el sistema universitario estadounidense tiene muy bien engrasada la compatibilidad entre el deporte y los estudios. “Los profesores tienen un horario con todos nuestros viajes; si hace falta mover exámenes, se mueven sin problemas” y el esquema de trabajo, que mezcla mejor las horas de clase y entrenamiento, hace el día “mucho más llevadero”, señala. “En España, yo entrenaba a las ocho o las nueve de la noche, porque tenía clases por la mañana. Aquí lo van combinando más, con entrenamientos al mediodía, y la dinámica cambia bastante…”
A punto de cerrar el primer semestre en los estudios, y de empezar la fase de grupos de su conferencia en el baloncesto, ya “notas que vas mejorando” y que el entorno arropa y ayuda. “Tenemos una estructura que sería la de un equipo profesional en España, más o menos”.
“Ella eligió universidad primero”, dice Carmen de su hermana, “y yo tenía claro que quería estar cerca, o al menos no irme a la otra punta del país, y más o menos lo he conseguido”. Unos meses después de su aterrizaje en Illinois ha superado ya la impresión inicial de las primeras semanas y va dejando atrás la nostalgia y el impacto de cuando todo es nuevo y te quieres volver a casa. También el pequeño hándicap de ser la única extranjera de su equipo –Lucía tiene cuatro españolas en el suyo– y hasta una rotura de fibras en el cuádriceps que frenó su arranque de temporada. Ya puede decir con satisfacción que “me han acogido con los brazos abiertos” en Edwardsville, una pequeña ciudad de cerca de 27.000 habitantes casi a orillas del Misisipi, y que se va sintiendo aclimatada. “Estudiar algo que te gusta te da motivación”, subraya, y la intensidad del sueño del baloncesto hace el resto… Las dos contestan lo mismo sobre el futuro, que ahora sobran los motivos para perseverar en la persecución del deporte sin descuidar la carrera. También que Carmen quiere enfocarla hacia la psicología deportiva y no despegarse nunca de este mundo.
Las dos son muy del Madrid –Lucía escoge como referente a Felipe Reyes, Carmen nombra a Rudy Fernández–, pero seguramente podrían llegar a firmar lo que Pau Gasol decía en un anuncio de cerveza de hace algo más de diez años. “Si te digo la verdad, no puedo recordar la cantidad de veces que he visto mi nombre escrito, pero del que más orgulloso me siento es del que aparece en la camiseta de mi hermano”.
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