Madrid deja de ser el gran imán para la emigración asturiana: tras la pandemia, viene más gente de la que marcha a la capital

El resultado de los flujos migratorios entre las dos regiones había sido ininterrumpidamente negativo para el Principado durante toda la década anterior, desde la crisis de 2008 y hasta 2019

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En una foto fija tomada al cierre del año 2023, el emigrante asturiano tipo sería una persona de unos treinta años que en general elige Europa más que Sudamérica como destino extranjero y que dentro de España se va preferentemente a Madrid, pero cada vez menos. El inmigrante medio, de su lado, tendría más o menos la misma edad, vendría de Sudamérica en un caso de cada dos y, dentro de España, cada vez más desde Madrid. Cruzando datos de entradas y salidas, y escarbando en los recuentos migratorios que acaba de poner al día el Instituto Nacional de Estadística (INE), se puede llegar a intuir que la capital de España ha dejado de ser aquel agujero por el que se le escapaba la población al Principado. El saldo de los intercambios migratorios entre Asturias y Madrid, que había sido persistentemente negativo para el Principado durante once años consecutivos a partir del estallido de la crisis económica (2009), viene de vivir un llamativo cambio de tendencia.

En 2020, el año del gran parón de la pandemia, las llegadas de habitantes procedentes de Madrid empezaron a superar a las salidas y esa corriente aún no ha cesado. Sin ser una curva claramente ascendente, y a pesar de sus altibajos, el resultado ha sido favorable a Asturias en el cierre de todos los ejercicios desde 2020 y viene de tocar techo en 2023, con el registro de 1.958 salidas, 2.816 entradas y una ganancia hasta ahora insólita de 858 habitantes. Este salto estadístico es significativo por las fechas en las que se produce, por el evidente peso que tiene Madrid como destino recurrente de las mudanzas desde Asturias y por su condición de lugar de residencia más elegido por los que viven fuera de la región. También porque en la segunda década de este siglo ese mismo saldo llegó a ser negativo en cerca de setecientos habitantes…

¿Es esto un cambio de sentido? ¿Es el efecto del empujón que la pandemia les ha dado a los que quieren huir de las grandes ciudades buscando entornos más seguros y amables? ¿Es la consecuencia de las facilidades que da la generalización del teletrabajo y la mejora de las comunicaciones en Asturias? Puede que todo eso haya influido en parte, pero también que no haya datos suficientes para sacar conclusiones categóricas. Una foto fija de tres años y unos números que dicen cuántos han llegado y se han ido, pero no quiénes, ni en qué circunstancias, son material escaso para el análisis de los expertos. También es cierto que el INE modificó el método de cómputo de los datos migratorios a partir de 2021, pero tanto con el sistema anterior como con el actual, el saldo del Principado con Madrid empieza a ser positivo en 2020.

Según los últimos datos publicados, Asturias cerró el año 2023 como la segunda autonomía que atrajo más población nacional en los intercambios migratorios interautonómicos y tiene en cuanto a los saldos de estos flujos un comportamiento que siempre ha sido muy similar al del conjunto del país: el resultado de los últimos tiempos ha sido casi siempre positivo –salvo en el periodo de crisis de la primera mitad de la pasada década– y desde hace unos pocos años lo es en cantidad suficiente para paliar los déficits de la natalidad y hacer crecer la población total. Pero eso son solo números. Números brutos que informan de cuántos se mueven, “pero no de quiénes se han movido”, advierte Ana Viñuela, economista especialista en economía regional e investigadora del Regiolab de la Universidad de Oviedo. No hay asiento documental suficiente, señala, para saber qué porción de ese fujo “corresponde a gente que puede haber venido a teletrabajar a Asturias a raíz del covid, por ejemplo, y qué parte son jubilados que regresan después de una vida trabajando en Madrid… Todos conocemos casos de los dos tipos y no sabemos lo que ocurre por dentro de las cifras”, resalta. Falta información para pasar de las intuiciones a las certezas y quizá sería útil, añade, vencer algunas de las reticencias que a veces por cuestiones vinculadas a la privacidad impiden saber “qué tipo de emigración recibimos o qué gente se nos está yendo”. La posibilidad de trazar con precisión esos perfiles podría ayudar, concluye, a orientar las políticas de atracción de determinados tipos de profesionales.

Con los datos brutos que sí están disponibles, mientras tanto, se ve ese cambio de tendencia de la ruta migratoria a Madrid y además se dibujan los contornos de unos movimientos en los que Asturias tuvo en 2023 los segundos emigrantes al extranjero más jóvenes de España –con 31,31 años de media sólo tienen por delante a los de Castilla y León– y percibió el protagonismo de un tipo de viajero muy concreto. Puede que en el flujo de salida contabilizado el año pasado dominen los retornos de los extranjeros a sus países de origen, toda vez que del total de las personas que se fueron (5.231) apenas una de cada cinco era española de nacimiento (1.118). Abunda en esta tesis la constancia de que la nacionalidad dominante es la colombiana y Colombia el país de destino más repetido en la estadística migratoria del Principado en 2023.

Las cifras arrojan sobre todo, una vez más, un alza de la ganancia de población atribuible a las migraciones que hace crecer la población del Principado, pero cunde entre los especialistas cierta sensación de que el análisis de lo que está sucediendo todavía requiere tiempo y más información. Los de las migraciones, a la vista están las cifras, han sido tradicionalmente unos datos “muy sujetos a cuestiones económicas”, avanza el geógrafo Daniel Herrera, investigador del Observatorio del Territorio de la Universidad de Oviedo. Los crecimientos vinculados al fenómeno migratorio suelen darse en épocas de bonanza, “son los primeros que caen en periodos de crisis” y en este caso tal vez haya que observar el comportamiento a más largo plazo para establecer una pauta de lo que está pasando.

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