El pueblo asturiano construido en papel que ha sido estudiado en un congreso en Alcalá
La novela "Vrësno", de la asturiana Carolina Sarmiento, fue una de las obras analizadas en el primer congreso internacional sobre la nueva literatura "neorrural" en la Universidad de Alcalá de Henares
Los especialistas reflexionaron sobre la corriente literiaria en España que vuelve su mirada al pueblo como "una alternativa vital, existencial y económica a la crisis de la sociedad neoliberal e hipertecnologizada", indica la investigadora asturiana Celia Fernández Gorgonio, participante en el encuentro de especialistas
Hay un pueblo que nació el años pasado en Asturias y está hecho totalmente de papel. Una aldea llamada “Vrësno” que suscitó el interés de los investigadores que participaron en el reciente primer congreso internacional celebrado en la Universidad de Alcalá (Madrid), dedicado a explorar una nueva tendencia en la literatura española etiquetada como “Neorruralismo”. Esa corriente de novelas y ensayos donde el pueblo vuelve a impregnar las páginas de muchas novelas que se publicaron a partir de “Intemperie” (2013), la exitosa obra de Jesús Carrasco que podría considerarse el detonante de esa corriente.
¿Pero dónde está Vrësno? Vrësno estuvo primero en la imaginación y ahora en las páginas del libro del mismo título escrito en 2023 por la asturiana Carolina Sarmiento (Oviedo, 1981), que va por su segunda edición en la editorial Pez de Plata. En el encuentro celebrado en la universidad madrileña, esta novela fue objeto de dos comunicaciones. Una por parte de Rosa María Díaz Cobo, profesora de la Universidad de Burgos, y otra presentada por la investigadora independiente asturiana Celia Fernández Gorgonio, que llevaba por título «No es leyenda, por muy remoto que suene, yo viví́ allí́».
Fernández Gorgonio apunta que el pueblo ya está presente en algunos de los relatos que conforman “Animales urticantes” la colección de relatos con la que Sarmiento debutó en la narrativa. Su última novela, “Vrësno”, se presenta, indica esta investigadora, “como una confesión policial voluntaria que intenta dotar de un marco explicativo la desaparición de los padres de la protagonista, supuestas víctimas de una macabra leyenda local”. Este relato, añade, “reconstruye la historia familiar desde la huida de la ciudad (asediada por ataques terroristas) hacia áreas rurales en busca de una comunidad libre de odio”. La presencia de lo rural “se inscribe en la tradición de la literatura de montaña y la simbología del ascenso a la cumbre -y la consiguiente bajada a los infiernos- como un camino de renuncia hacia cierta iluminación y/o revelación en el que los peligros y los logros mantienen un equilibrio frágil”.
“Vrësno” tiene de fondo una idea que mueve a otras muchas novelas del “neorruralismo”, donde el regreso al pueblo adquiere un alto componente existencialista. A la hora de caracterizar esta literatura, Celia Fernández Gorgonio alude a varios artículos y autores que han tratado de definir esta corriente. Cita, por ejemplo, al escrito español Álvaro Colomer, que encuentra en el resurgir ecosistema aldeano en las páginas literarias una búsqueda del paraíso perdido. Tras el fracaso de la sociedad urbana el pueblo “deviene el nuevo escenario desde donde meditar sobre el fin de la sociedad del ladrillo”. Menciona también a dos autores que han estudiado desde la academia esta tendencia literaria. Rosa María Díaz Cobo, de la Universidad de Burgos, retrotrae el resurgir de la literatura rural a la obra de Julio Llamazares, una excepción en su época, los años ochenta y novena, marcada por la novela urbana. Mucho más crítica es la opinión de Vicente Luis Mora, escritor y profesor de la Universidad de Málaga, quien habla del “desconocimiento del entorno agro, motivado por la procedencia citadina” de los autores de estas obras, “lo que desemboca en una merma de la calidad estética de sus propuestas novelísticas”. Mora habla de esas obras como “retropías”, como “utopías que defienden que todo lo antiguo, especialmente lo premoderno, era lo mejor”. En esta polémica visión se pregunta también si, después del éxito de ventas que tuvo “Intemperie”, muchas de esas obras habrán ido naciendo al calor de una nueva tendencia comercial.
La investigadora asturiana Celia Fernández Gorgonio añade su propia visión de esta corriente literaria. “Frente a la novela rural de posguerra –Delibes, Cela, Benet- que testimoniaba un mundo en vías de desaparición, primero tras la lamentable situación en la se vio subsumido el mundo campesino tras la Guerra Civil y después debido al gran éxodo campo-ciudad en los años del desarrollismo franquista, la novela neorrural, supondría no tanto una vuelta al campo centrada en problemas genuinos del entorno agro, sino una alternativa vital, existencial y económica a la crisis de la sociedad neoliberal e hipertecnologizada y la creciente concienciación de los problemas medioambientales de la sociedad global, insertándose así en una corriente literaria más amplia, la denominada por la profesora Geneviève Champeau, “novela de la crisis””.
A su juicio “el componente desmitificador de gran parte de estas novelas ha sido señalado por la crítica especializada, ya que esta narrativa incidiría en la imposibilidad de recuperar la cultura tradicional vinculada a un mundo, el rural, y una vida, la campesina, en una época en la que las diferencias entre el campo y la ciudad son cada vez más débiles y la frontera que separa ambos mundos, dada las características económicas que imprime la globalización, más permeables y bidireccionales”.
Una guía de lecturas "neorrurales"
La investigadora asturiana Celia Fernández Gorgonio participó en el congreso «Representaciones de la ruralidad en las literaturas hispánicas contemporáneas» organizado por la Universidad de Alcalá, con la colaboración de la Universitat de València y la Université Bordeaux Montaigne. A petición de este periódico ha hecho una lista de libros (novela y ensayo) recomendados para quien quiera iniciarse en la literatura “neorrural”:
Novela:
“Belfondo” (2011), de Jenn Díaz,
“El niño que robó el caballo de Atila” (2013), Iván Repila.
“Intemperie” (2013), de Jesús Carrasco.
“El bosque es grande y profundo” (2013), de Manuel Darriba.
“Por si se va la luz”, (2013), de Lara Moreno.
"Es un decir" (2014), de Jenn Díaz.
"Alabanza" (2014), Alberto Olmos.
"Las inviernas" (2014), de Cristina Sánchez-Andrade.
"Las efímeras" (2015), de Pilar Adón.
"La tierra que pisamos" (2016), de Jesús Carrasco.
"Ventajas de la vida en el campo" (2018), de Pilar Fraile.
"Los asquerosos" (2018), de Santiago Lorenzo.
"Los comedores de tierra" (2018), Ángel Vallecillo.
"Los Caín" (2018), de Enrique Llamas.
"La forastera" (2020), de Olga Merino.
"Un amor" (2020), de Sara Mesa.
"Un cambio de verdad" (2020), de Gabi Martínez.
"Las herederas" (2022), de Aixa de la Cruz
"De bestias y aves" (2023), de Pilar Adón.
"Vrësno (2023)", de Carolina Sarmiento.
Ensayo:
"El viento derruido. La España rural que se desvanece" (2006), de Alejandro López Andrada.
"Vidas a la intemperie" (2014), de Marc Badal.
"Palabras mayores. Un viaje por la memoria rural" (2015), de Emilio Gancedo.
"La España vacía" (2016), de Sergio del Molino.
"Los últimos. Voces de la Laponia española" (2017), de Paco Cerdà.
"Quién te cerrará los ojos. Historias de arraigo y soledad en la España rural" (2017), de Virginia Mendoza.
"Tierra de Mujeres" (2019), de María Sánchez.
"Atlas sentimental de la España vacía" (2021), de Sergio del Molino y Ana Bustelo.
"Contra la España vacía" (2021), de Sergio del Molino.
"Geografías de la ingravidez" (2024), de Marc Badal.
¿De qué va “Vrësno”?
Carolina Sarmiento fue la autora invitada para cerrar el año por los “clubes” de lectura de la red de bibliotecas públicas de Oviedo. Todos los participantes en el encuentro la habían leído. Araceli Fernández Gorgonio resume su argumento: “La historia es la siguiente, un matrimonio de urbanitas, huye de una ciudad asediada por ataques terroristas hacia el campo motivados por la bondad de sus habitantes y la idea de escribir sobre ellos. La montaña es el imaginario que identifican con la idea de un nuevo comienzo vital y creativo. El aislamiento, la austeridad y el sacrificio serán las virtudes en torno a las cuales definan su proyecto de vida y en las que eduquen a su hija, una niña pequeña que crecerá en un casi total desapego afectivo y al margen de su condición infantil. En ese afán, llevaran a cabo un itinerario que los hará recalar en tres pueblos sucesivos, siempre guiados por la premisa a mayor grado de naturaleza, mejor y atraídos por el magnetismo de la montaña. Cuando la chica está cerca de cumplir los dieciocho años obtiene una beca artística para ir a estudiar a la capital que años atrás abandonaran. Ese viaje de retorno conlleva la ruptura de la comunicación entre padres e hija. Transcurrido el tiempo, la joven se convierte en una cantautora de éxito, de perfil atormentado, letras profundas, guitarra melódica y una fuerte impronta de lo salvaje asociado a la rebeldía, la autenticidad y ajena a los imperativos comerciales del mercado de la música”.
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