Entrevista | Daniel Villanueva Jesuita ovetense de 51 años, coordinador internacional del movimiento educativo Fe y Alegría

"Estamos ante una crisis educativa gravísima: nadie quiere ser maestro y el 70% de los niños de países de ingresos medios y bajos no comprenden un texto simple"

"La educación debe ser un espacio sagrado por lo que nos estamos jugando en las aulas; hoy se construyen en las escuelas las posibilidades futuras de nuestras sociedades".

"Fe y Alegría es un movimiento educativo que está presente en 22 países, con casi un millón de alumnos, en nuestro ADN está que la manera más inteligente de contribuir al desarrollo del país es mejorar la calidad de la educación pública"

"Tenemos a un 16% de la población mundial sin escuela todavía, pero en la mayor parte del mundo hoy en día no basta con ir a la escuela: una mayoría de los que van no están aprendiendo y eso es gordísimo".

"Hay un abandono masivo de la profesión docente, muchísimos están jubilándose y no estamos logrando reemplazar. Hacen falta 44 millones de nuevos maestros para el 2030 y las facultades de Educación no están dando esos profesores"

Daniel Villanueva en una visita a las escuelas de Fe y Alegría en Bogotá, Colombia

Daniel Villanueva en una visita a las escuelas de Fe y Alegría en Bogotá, Colombia

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

El jesuita ovetense Daniel Villanueva, de 51 años, es el coordinador general internacional de Fe y Alegría, una organización educativa presente en 22 países, con más de 2.000 colegios y cerca de un millón de alumnos. Estas Navidades pasó unos días en Asturias visitando a su familia. Reside en Bogotá, pero viaja constantemente de un país a otro para estar en contacto con los distintos integrantes de este movimiento educativo orientando a los más desfavorecidos. Esa perspectiva global le permite asegurar que, sin duda alguna, la extraordinaria calidad de vida que tiene Asturias (todavía un clima benévolo, buen paisaje, servicios públicos y mucha seguridad ciudadana) la convierte en un territorio cada día más apetecido que atraerá a muchos nuevos residentes. Pero el análisis sobre el futuro de Asturias, aunque muy atinado, no es su especialidad. La educación, la cooperación internacional y la gestión multinacional son sus ámbitos de trabajo y conocimiento. Estudió en el San Ignacio de Oviedo, inició sus estudios universitarios en la Universidad de Oviedo y es ingeniero de sistemas por la Universidad de Valladolid, licenciado en Teología Moral Social en el Boston College y tiene un MBA por la universidad de Georgetown y ESADE.

-Con 23 años se hizo jesuita. En su época, una vocación relativamente tardía, ¿no?

-Bueno, ahora es joven para el tipo de vocaciones que está habiendo en este momento histórico. En 1989 estaba en primero de BUP y me impactó muchísimo que hubiera gente dando la vida por la justicia, ahora en nuestra época. Me descolocó muchísimo el asesinato de los mártires de la UCA en El Salvador (El 16 de noviembre de 1989, seis jesuitas y dos mujeres que eran sus ayudantes fueron asesinados en el Campus de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas por militares salvadoreños) Eso me abrió el abanico de lo que se puede hacer con la vida. Y para mí fue flipante comprender que la vida se puede dar. No había entendido que hay cosas más importantes que tu propia vida. Eso me descolocó mucho y empecé a investigar sobre qué puede ser eso tan importante que hacia Ellacuría (uno de los asesinados), al que entrevistaron días antes de irse. Le preguntaron: ¿usted sabe que corre peligro su vida? Y el tipo dijo: sí, sí no tendría sentido mi vida si yo no estoy ahora allí con el pueblo salvadoreño. Y ese descoloque, eso que escuché en 1989, fue por lo que años más tarde, en 1996 entré en la Compañía. Mi vocación tiene que ver con esa búsqueda de que hay algo más, que hay una vida plena que quise descubrir.

Daniel Villanueva con alumnas de uno de los colegios de Fe y Alegría

Daniel Villanueva con alumnas de la escuela de San Joseph the Worker, Kangemi, Nairobi, Kenya. / .

-Entiendo que usted ya era católico practicante.

-Sí, pero nunca había pensado en en ser cura, jamás. Pero descubrí una especie de pasión... La interioridad y la espiritualidad ignaciana fueron cogiendo cada vez más fuerza en mi vida. Descubrí que había toda una dimensión muy apasionante de vida espiritual y de dimensión personal que encajaba mi compromiso social y mi deseo de luchar por la justicia.

-¿Y optar por la Compañía de Jesús supongo que fue porque se educó en los jesuitas?

-Mi experiencia religiosa está muy vinculada a la espiritualidad ignaciana y a los jesuitas. Y con ellos entendí lo que significaba rezar, hacer ejercicios, lo que significaba la opción preferencial por los pobres, lo que significaba el Jesús pobre y humilde. Toda mi manera de entender el hecho religioso tiene que ver con la Compañía de Jesús desde el principio.

-¿Y qué aporta su orden en la iglesia actual?

-Somos una pieza más de un entramado muy grande, pero nuestra vocación a la frontera, en todos los sentidos de la palabra, es un aporte muy interesante. Estamos muy vinculados al Papa, vamos a ir allá donde él nos envíe y, segundo, estamos llamados a estar en las periferias. Y nuestro gran aporte es educativo. De forma integral. Siempre digo que estamos en el San Ignacio o la Inmaculada (los colegios jesuitas de Oviedo y Gijón respectivamente) por los mismos motivos que estamos en Kakuma, el campo de refugiados del noreste de Kenia, o en las afueras de Lima en pueblos jóvenes, con la población más vulnerable. Lo nuestro es una forma de estar cambiando el mundo a través de lo educativo. Posibilitar que las generaciones futuras entiendan su lugar en el mundo, su corresponsabilidad con la realidad, su vinculación con la humanidad. Son dimensiones de fondo que en muchos casos son religiosas o van a raíces más antropológicas o más humanistas, pero que funcionan. Hay un mito con que educamos a la élite y, en realidad, nuestro proyecto educativo es principalmente transformador. Más del 75% de nuestros proyectos educativos en el mundo son con población vulnerable.

Villanueva con el papa Francisco

Villanueva con el papa Francisco / .

-El diseño inicial de su orden los caracteriza como soldados en el Papa. ¿Están más cómodos con este, que es jesuita, que con los dos anteriores?

-El Vaticano siempre ha sido importante para la Compañía de Jesús. Independientemente de quién sea el Papa nuestro vínculo es claro y siempre consideramos prioritaria esa relación. Y sigo diciendo que nuestro aporte es que estamos llamados a estar en la frontera por así decir, en trabajar con las poblaciones y retos de frontera. Yo creo que es una orden religiosa audaz en el sentido de que dialoga mucho con lo distinto. Está trabajando en los lugares más híbridos. Eso tiene peligros pero, a la vez, es una manera preciosa de contribuir al avance y al crecimiento también del pensamiento y de los procesos de la iglesia.

 -¿Se podría decir, simplificando en términos laicos, que son el ala progresista de la Iglesia?

-Bueno, ahí hay mucho mito. Dentro de la propia Compañía a nivel ideológico tienes todo el espectro posible. Esa es la gracia. La Compañía de Jesús pese a que hay un mito con nosotros de que somos los grandes expertos en lo universal, nuestro ‘expertise’ siempre ha sido el enraizamiento local. La Compañía se involucra con las comunidades y con los pueblos donde está. Y eso hace que seamos igual de diversos, con lo bueno y lo malo, que las poblaciones y las sociedades en las que estamos. Ese es nuestro el aporte. Ser capaz de estar construyendo y dialogando con la diversidad. Y eso hace que la Compañía en su discurso y en su elaboración propia este ayudando a que la iglesia escuche o discierna los signos de los tiempos para entender a dónde estamos llamados en los próximos años. Eso es muy de Francisco. Francisco está trabajando mucho este concepto de sinodalidad. Esta idea quiere decir: hoy en día nadie puede decidir con inteligencia desde un centro, sino que la manera actual de comprender la realidad es escuchando a todas las periferias. Por eso hay que intentar hacer un diálogo y una síntesis que es dialógica y se construye en conjunto.

-¿Cómo empieza usted a trabajar en Fe y Alegría?

-Yo estuve 14 años trabajando desde Madrid en Entreculturas, la gran ONG de la Compañía de Jesús en España. Forma parte de una federación internacional que se llama Fe y Alegría. Hace un año y medio y me eligen como coordinador internacional de Fe y Alegría. Y entonces me tengo que ir de Madrid, que es donde pasé los 14 mi vida apostólica. Ahora llevo un año y medio viviendo en Bogotá como coordinador de la red. Fe y Alegría está en 22 países y en España se llama Entreculturas. Por dar un poco las dimensiones de la organización, Fe y Alegría tiene 2.000 centros por todo el mundo ( y cerca de un millón de alumnos).

-Que no es poco.

-Yo digo qye es un milagro organizativo que esto funcione. Empieza en el 1955, vamos a cumplir 70 años este año. Empieza de una intuición muy sencilla de un jesuita chileno (José María Vélaz) que está en Venezuela. Lo que dice es: la manera más inteligente de contribuir al desarrollo del país es mejorar la calidad de la educación pública. Y eso marca el ADN de nuestro trabajo. Hoy en día decir esto es un lugar común, pero entonces era bastante audaz pensar en la Iglesia trabajando así. Lo que hace Fe y Alegría, en aquellos lugares donde los gobiernos no están llegando con su cobertura educativa, es pactar con las comunidades que demandan proyectos educativos y coordinarse con el gobierno. Mientras que el gobierno cubra los costes operativos de los salarios de los profesores, nosotros nos coordinamos con la comunidad para crear un centro educativo propoio. Somos educación pública, pero de gestión privada.

-Pero son centros religiosos.

 -Hay de todo. Fe y Alegría realmente es un movimiento de Iglesia. Estamos cerca de 80 distintas congregaciones religiosas. La gran mayoría de los actores o actrices son religiosas. Somos los jesuitas quienes lideramos, pero es un movimiento basado en cantidad de congregaciones religiosas que en los años 70 y 80 decidieron mover sus redes educativas hacia los pobres. Y lo hicieron poniéndose bajo el paraguas de Fe y Alegría. Por eso el volumen es tan grande. Aquí en España es menos conocido, pero en Latinoamérica, el logo del corazón en rojo con los tres niños es muy popular. Yo voy por los aeropuertos y la gente me para. No te imaginas la cantidad de gente que me dice: yo estudié con Fe y Alegría. Pero no todos los centros son religiosos. Depende mucho de cada país y cómo conciba el país la educación. Trabajamos en Chad, en Camboya, en Nepal, donde la educación religiosa sería imposible. Pero estamos en otros países donde es parte de la red educativa. En Bolivia, el 14% de la red educativa está vinculada con la iglesia. Estamos hablando de lugares donde nuestra red educativa es un aliado estratégico de los gobiernos, también porque lo necesitan. Lugares como Guatemala en el que todavía la cobertura educativa está en el 60% necesita organizaciones como Fe y Alegría para continuar construyendo centros, llegando a las zonas de selva o trabajando con la población maya.

Villanueva con el logo de Fe y Alegría

Villanueva con el logo de Fe y Alegría / .

-¿Y cómo se articula toda esa organización?

-Es una organización muy curiosa. Nos abren las puertas muchas de las multilaterales y las grandes fundaciones que están interesadas en la educación porque la escala y, sobre todo, la penetración que tiene el movimiento es enorme. Realmente es un movimiento, no somos una institución. Cada Fe y Alegría es independiente en su país y trabajamos como federación internacional. Lo que hago es coordinar la dimensión internacional. Nuestro lugar más pertinente es aliándonos con los gobiernos para extender la red educativa y, una vez que se extienda la red, nuestro objetivo es mejorar la calidad

-¿Cuánto te ha cambiado a usted la perspectiva al trasladarse a vivir a América?

-En realidad yo me he pasado viajando los últimos 18 años de mi vida. He estado casi todo el tiempo subido a un avión. En nuestro trabajo es muy importante estar presente y visitar, es muy relacional. Aunque parezca técnico, en realidad las relaciones lo son todo. Sobre todo, en organizaciones como las nuestras en las que no hay una autoridad vertical que pueda alinear por mandato. Se trata más bien de ir visitando, ir persuadiendo en los diálogos. Entonces tienes que estar presente.

-¿Y cómo se siente en América?

 -Mi vida ha cambiado mucho. Primero, diría que ha sido una bendición moverme allá con 50 años. Lo recomiendo a todo el mundo. Es muy terapéutico recomenzar de cero en otro continente, en otro lugar. Siempre se había sido mi sueño vivir en Latinoamérica. Bogotá me encanta, es una ciudad muy bella. Colombia es un país con bastantes temas internos pero la población es súper amable y cercana. Me siento arropado y cuidado allá, aunque es verdad que solo estoy una semana al mes en mi casa. Estoy viajando el resto del tiempo.

- Supongo que visita muchos países, ¿cómo ve la situación del continente?

-El cambio a vivir allá me ha ayudado a entender mejor el diálogo con España y con Estados Unidos, que son nuestros principales focos del diálogo internacional a nivel de captación y a nivel de incidencia pública. Desde allá cuando uno ve las formas y los procesos de trabajo que estamos viviendo desde Latinoamérica entiendes mucho mejor algunas de las fricciones o complejidades del trabajo con España. Sí le puedo decir es que es muy distinto trabajar desde una ONG basada en España que liderar procesos internacionales desde una oficina basada en Bogotá.

- Y si tuviera que hacer una radiografía rápida. ¿Qué tres o puntos clave destacaría de lo que está pasando en Latinoamérica?

-Nosotros somos un movimiento internacional, en el fondo mi análisis es más macro. Pero, sí, nuestro gran peso está en Latinoamérica. Y le diría claramente que una de nuestras grandes preocupaciones tiene que ver con el deterioro democrático en las sociedades. En nuestro caso es muy importante porque trabajamos vinculados a los gobiernos. Afrontamos retos como la violencia de las maras o las tensiones con quien esté en ese momento en el gobierno, o con la crisis específica que se esté viendo en cada país. Estamos trabajando en cómo asegurar la educación, que es una de las bases fundamentales para garantizar la participación libre, crítica y plena de las sociedades en los sistemas democráticos. Y eso es un tema realmente bajo cuestión. Creo totalmente que la salud de la red educativa es una de las claves para el desarrollo político y social. Por eso en muchos casos somos objeto de tensión por aquellos que están queriendo ejercer algún tipo de control.

-Y abriendo el objetivo. ¿Qué tendencias comunes aprecian en los 22 países en que operan?

-El deterioro democrático es una base. Y yo le diría también que tenemos una enorme preocupación por lo que llamamos “pobreza de aprendizaje”. Es decir, el año pasado el Banco Mundial, tras el covid, planteó una cifra escandalosa: en los países de ingresos medios y bajos el 70% de los niños de 10 años no comprenden un texto simple cuando lo leen. Nunca habíamos estado en esas cifras. Eso es la pobreza de aprendizaje. En la mayor parte del mundo hoy en día no basta con ir a la escuela. Y además tenemos a un 16% de la población mundial sin escuela todavía. Pero una mayoría de los que van a la escuela no están aprendiendo o el aprendizaje no es significativo. Eso es gordísimo. Por eso decimos: hablemos no sólo del acceso a las escuelas, también de la calidad. Hoy en día ir a la escuela en la mayor parte del mundo no es suficiente porque no se dan las condiciones básicas en el entorno para la enseñanza y el aprendizaje. Bien porque no hay materiales o no se da el contexto social como para que el chaval esté centrado. O no está bien alimentado. O el profesor o la profesora no tienen la formación o el material necesario. Las variables son infinitas. Y está más que probado que la educación es la clave, es un derecho humano. Yo diría casi que es el derecho. La educación es el derecho puente, el derecho que facilita el acceso al resto de derechos. Por lo tanto defendemos que en situaciones de emergencias o en crisis es importante que el espacio educativo funcione y esté abierto. Es una de las claves fundamentales.

-¿Alguna más?

-Otra gran preocupación es la del profesorado, que es la base de los sistemas educativos. Y hay un abandono masivo de la profesión docente. Hay muchísima gente jubilándose por edad que no estamos logrando reemplazar. Las facultades de Educación no están dando esos profesores. Porque hoy en día la gente no quiere ser maestro y sin maestros no hay escuela. Una manera de medir la madurez de una sociedad es cómo trata a sus docentes. Hacen falta 44 millones de nuevos docentes para el 2030. Vamos a tener una crisis muy fuerte. En Venezuela hay un 20% del profesorado que se ha marchado el país o ha dejado la profesión para buscarse la vida de otra manera. O sea, las escuelas públicas tienen dos días a la semana de clase, el resto están buscándose la vida porque con el salario docente no da para la canasta básica del mes. Es muy gordo lo que está ocurriendo.

-Pero esa crisis de maestros y en la educación en general no está en el debate público.

 -Estamos preocupados con las guerras, con la crisis ecológica, pero hay una crisis silenciosa con mucho más impacto que es una crisis educativa. Y si me hace bajar a otro nivel más le añadiría que la financiación pública en educación está descendiendo. No estamos siendo suficientemente innovadores para adaptarnos al tipo actual de joven, los profesores no están recibiendo suficiente formación. Otro reto es que los sistemas públicos abran su cobertura a los primeros mil días, la atención a esa primera infancia, que es fundamental.

-Y ahora, con la acelerada revolución tecnológica el mundo se hace cada día más incomprensible, la educación se hace más importante. ¿Lo ve así?

-Me pasó el día dando talleres con profesores y me encantaba reavivar la vocación docente. En la escuela el niño y la niña aprenden a socializar. Aprenden el concepto de comunidad o el de amistad. Por eso la escuela es muy importante para la cohesión social posterior. Es un lugar importante de protección, es una de las estrategias de mayor impacto contra la violencia sexual, contra los grupos armados, contra el reclutamiento de niños soldados. Por ejemplo, cada año que permanece una niña en secundaria es una victoria de seis puntos porcentuales menos de probabilidad de matrimonio temprano. Eso está superestudiado. El espacio educativo es clave para el acceso a la salud o la nutrición. Estamos hablando que, en los comedores escolares, a nivel mundial, da de comer a cerca de 500 millones de niños al año. La escuela, además, es donde escuchan narrativas distintas, salen de tu entorno habitual. Es un lugar donde aprendes a valorar la diversidad, escuchas que hay otras realidades distintas. Y lo más importante, el acceso al conocimiento de calidad es la clave de la inclusión en la sociedad.

- ¿Por qué ser maestro se ha convertido en una profesión que nadie quiere?

 -No tengo respuesta a eso, pero la dificultad se ha disparado en los últimos años. O sea, la complejidad del ámbito educativo se ha multiplicado. El tipo de niño y niña que llega a las aulas demanda un enfoque distinto al que tradicionalmente veníamos teniendo y eso no está siendo fácil de adaptar. También le diría que muchas veces el ámbito educativo se politiza impiendo que nos centremos en los temas clave.

- La frontera entre educación y adoctrinamiento.

- La educación debe ser un espacio sagrado, digamos, por lo que nos estamos jugando en las aulas. Hoy se construyen en las escuelas las posibilidades futuras de nuestras sociedades. Tenemos que asegurar que la configuración de la red educativa tiene los contrapesos necesarios para que no sea susceptible de ser manipulada. Y siempre lo es. Por eso yo defiendo muchísimo la educación pública, que no es lo mismo que la educación estatal. Uno de los grandes riesgos que tenemos es la privatización de la educación en manos de actores cuyo proyecto educativo, en muchos casos, no necesariamente es la construcción del bien común. Otro riesgo es la estatalización de la educación, el otro extremo: que el único actor educativo sea el gobierno. Eso no ayuda en nada a la calidad educativa. Para que un ecosistema educativo sea sano, abierto y de calidad necesitas diversidad de actores y para eso necesitas introducir variables como la concertada, incluso la privada, dentro de un ecosistema en el que el actor clave, el gobierno,  sea el garante, pero no el único actor.

- Cuánto le preocupa el impacto de toda la revolución digital especialmente sobre los niños y los jóvenes. Ahí se está produciendo una transformación profunda: pérdida de atención, de comunicación interpersonal. problemas de salud mental…

-Estamos trabajando muchísimo lo digital, obviamente. En todas las organizaciones que trabajamos en la educación. No podemos estar fuera de la disrupción tecnológica que está llegando a la educación. Trabajamos muchísimo online, tenemos una escuela virtual de Fe y Alegría focalizada en formación de profesores y también en ‘microformaciones’ para todo nuestro alumnado. Uno de nuestros grandes proyectos es formación para el trabajo basada siempre en una plataforma tecnológica bien fuerte. Estamos introduciendo muchísimo las habilidades blandas que incluyen también la posibilidad de cómo dialogar y comprender lo digital. Hoy en día , estudies lo que estudies, desde buscar el trabajo a como diseñar tu proyecto de vida, tienes que entender cómo dialogar con la realidad, incluida la mediación digital que se da en todos los lugares. En nuestros proyecto estamos intentando dialogar mucho con las grandes tecnológicas para asegurar que estas disrupciones no dejan fuera a la población más vulnerable. Un reto muy grande es que se consideren cuanto antes los aspectos más éticos de justicia o de acceso a esas tecnologías.

- ¿Y cree que ahora mismo esas plataformas tecnológicas están respetando los jóvenes?

 -Creo que eso es parte del reto que tenemos como organizaciones educativas. La brecha que hay entre lo que ocurre y lo que vivimos los adultos hace que sea muy difícil entender cómo acompañar un crecimiento en este ecosistema. Nunca hemos tenido generaciones que hayan crecido en este tipo de entornos, así que eso es un reto: ir aprendiendo según avanzamos.

Tracking Pixel Contents