La saga de empresarios que construyó una industria y un pueblo y otros "lazos" de Asturias con Bélgica

La escritora belga Caroline Lamarche, descendiente de los fundadores de la Real Compañía Asturiana de Minas, presenta en Madrid su libro sobre la empresa en un acto que diagnosticó las conexiones del pasado y el presente entre la región y el país

"Los belgas nos enseñaban y ahora es justo al contrario: los asturianos enseñamos al mundo cómo es el proceso del zinc", asegura el presidente de Azsa, Carlos Navalpotro

De izquierda a derecha, Máxime Couvreur, delegado general de la Delegación Valonia-Bruselas en España; Didier Nagant de Deuxchaisnes, embajador de Bélgica en España, y Caroline Lamarche, este lunes en la embajada de Bélgica en Madrid.

De izquierda a derecha, Máxime Couvreur, delegado general de la Delegación Valonia-Bruselas en España; Didier Nagant de Deuxchaisnes, embajador de Bélgica en España, y Caroline Lamarche, este lunes en la embajada de Bélgica en Madrid. / M. B.

El pasado, el presente y el futuro industrial de Asturias fue examinado con lupa este lunes en Madrid, en la sede de la Fundación Carlos Amberes, en un gran acto organizado por la Delegación General Valonia-Bruselas en España que bajo el título "Los lazos entre Asturias y Bélgica" reunió a rostros conocidos de la región en la céntrica calle Claudio Coelllo. La cita, que contó con un centenar de asistentes, conjugó a partes iguales un repaso a la historia, un diagnóstico de situación y una mirada hacia lo que puede venir en el futuro.

Caroline Lamarche, descendiente de los fundadores de Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM), lo que hoy es Asturiana de Zinc, presentó su libro “La Asturiana” (KRK ediciones), que acaba de ser traducido al castellano y en el que hace un repaso familiar del origen y el desarrollo de una compañía clave de la región. Lamarche se documentó durante ocho años para escribir el libro después de descubrir los archivos familiares a la muerte de su padre, en el año 2001. "Me apasionaba la saga industrial y familiar y me atreví a escribirlo", explicó Lamarche, que guarda "mucho cariño a Asturias" y además de pequeña vivió cerca de la región, en Torrelavega (Cantabria). La escritora, ganadora del prestigioso premio “Goncourt” en 2019, es hija, nieta, bisnieta y tataranieta de los fundadores de la RCAM. Se zambulló en los archivos de su familia y descubrió un tesoro que transformó, haciendo lo que sabe hacer, en un libro que tiene forma de monografía histórica y se lee como una novela con personajes reales. Lamarche (Lieja, 1955), novelista y poeta, se sumerge con una mirada nada edulcorada en el camino que a mediados del siglo XIX llevó a aquellos belgas de su familia a elegir Arnao, en la costa de Castrillón, para hacer dinero extrayendo carbón primero y después fabricando cinc. De paso, edificaron literalmente un pueblo en el que sigue plenamente visible la huella que dejaron los belgas y su industria, no sólo en la mina vecina del mar que sobrevive convertida en museo, sino en toda la arquitectura obrera que sigue plenamente visible en la localidad castrillonense.

En la presentación de este lunes, la autora hizo un breve repaso de su libro y de algunos de los detalles que en él se revelan. Como sus relaciones no del todo amistosas con el régimen franquista, al que desde la empresa no contestaron cuando quiso entablar relaciones por la filiación monárquica de sus promotores. "Me llamó mucho la atención la relación de la empresa con los trabajadores y es lo que intenté plasmar", recalcó Lamarche, que no pasa por alto en su narración ni las huelgas, ni los accidentes ni los vínculos a veces tirantes entre la plantilla y una firma que era el prototipo del paternalismo empresarial de la época en la que nació y se desarrolló.

Luis Colunga, Íñigo Bertrand,  Rubén Hidalgo y Daniel de la Busturia, moderador, diputado secretario de la Fundación Carlos de Amberes

Luis Colunga, Íñigo Bertrand, Rubén Hidalgo y Daniel de la Busturia, moderador, diputado secretario de la Fundación Carlos de Amberes / LNE

Jorge Muñiz, profesor de la Universidad de Oviedo, intervino en el acto y aseguró que el libro de Lamarche es "una obra fundamental para entender la relación entre Bélgica y Asturias". Para traer la historia hasta el presente y el futuro, también se sentó en la mesa Carlos Navalpotro, presidente de Asturiana de Zinc, que se mostró optimista con el futuro de la compañía, el mayor consumidor de energía eléctrica en Asturias, que en 2023 tuvo una producción de 502.000 toneladas de zinc, su máximo histórico. "Los belgas nos enseñaban y ahora es justo al contrario: los asturianos enseñamos al mundo cómo es el proceso del zinc", indicó.

Tras la presentación del libro tomó la palabra David González, director de Sekuens (Agencia de Ciencia, Competitividad Empresarial e Innovación Asturiana), que aseguró que "se está construyendo una nueva Asturias, con oportunidades industriales" y habló de áreas como la defensa y la salud. González introdujo una mesa de debate en la que participó el asturiano Luis Colunga, que recientemente dejó su puesto de Comisionado del Perte para la Descarbonización del Ministerio de Industria. "El problema en Asturias de cara a las inversiones es la excesiva burocracia", aseguró, mostrándose en cualquier caso optimista respecto al futuro industrial. Rubén Hidalgo, director de Innovación en Central Lechera Asturiana, e Íñigo Bertrand, de Edison Next, compartieron su diagnóstico. "Para poner un parque eólico, desde que pides el permiso hasta que lo dan pueden pasar seis años", aseveró Colunga, que no hizo mención directa a la situación de Arcelor y a la paralización de los proyectos DRI en Europa.

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