Humberto Álvarez contribuye en Hainan (China) al nacimiento del mayor puerto de comercio libre del mundo
Este economista asturiano con raíces en Carballo (Cangas del Narcea) dio un giro radical a su vida en la treintena: dejó la cafetería que regentó en Oviedo durante 14 años y se fue a China, donde sacó la carrera de Economía y después montó con su pareja, Nube Li, una consultoría para las empresas que llegan a instalarse en esta pujante zona franca ubicada en una isla del sur de China

Humberto Álvarez y su pareja Nube Li, en Hainan
En China, los años de la serpiente, como este nuevo que entró a finales de enero pasado, son de transformación en lo personal. También fue año de la serpiente el 2013, cuando la vida de Humberto Álvarez Madrera cambió por completo. Este asturiano de 1976 tiene sus raíces en Carballo (Cangas del Narcea) pero su presente y su futuro profesional en Hainan, la provincial más meridional de China, compuesta por un grupo de islas. Humberto estudió en el colegio de los Dominicos de Oviedo, donde su padre fue un paciente y muy apreciado maestro. Tiene ahora su propia empresa de asesoramiento empresarial (Hainan Relo Business Consulting Services) junto a su pareja, Nube Li. Con ella ayudan a distintas compañías a establecerse en una isla se está desarrollando el mayor puerto de libre comercio de China. También es miembro de la junta directiva de la Cámara de Comercio de España, división sur de China. Pero su vida, en principio, no parecía que iba a tomar ese rumbo tan oriental.
Humberto cambió de piel un año de la serpiente. “Yo me dediqué muchos años a la hostelería en Oviedo. Había empezado a trabajar con 16 años en ‘La Maniega’, en la calle del Rosal, que era de mi tío. Luego tuve desde 1999 la cafetería Santo Domingo. Pero en 2013 di un giro bastante grande. Además, tuve un problema de salud relacionado con el estrés, un aneurisma en la arteria oftálmica, con 33 años. Y ahí fue cuando mis padres me dijeron: estás enamorado de China, has ido unas cuantas veces, vende el bar, vete para allá y prueba suerte. Desde entonces creo que se han arrepentido un poco de haberme animado (risas). Soy hijo único. Hablamos frecuentemente por WeChat, además intento ir a Asturias una vez al año, aunque sea a comprar chorizos y morcillas”, dice en una conversación a través de videoconferencia con LA NUEVA ESPAÑA. Y concluye el relato de aquel golpe de timón vital: “Así que me vine a probar un semestre a estudiar chino. Luego fue otro semestre y luego me ofrecieron una beca para estudiar Economía y acabé sacando la carrera aquí, en chino. En Oviedo había empezado Relaciones Laborales, pero nada”, detalla.

Humberto Álvarez, primero por la derecha, con el resto de la junta directiva de la Cámara de Comercio de España división sur de China. / .
Aquel enamoramiento por China surgió de manera natural por su afición viajera. “Cuando tenía la cafetería, todos los años me cogía un mes al año para ir a un sitio distinto. He estado en 46 países diferentes. En 2007, sencillamente porque había una oferta, me vine a China por primera vez con un billete de avión a Hong Kong ida y vuelta. Hice toda China por la costa y por el interior, en tren. Seis semanas estuve. Me enamoré de cómo me trató la gente. Sin hablar una palabra del idioma, sin conocer nada. La gente te invitaba a su casa, conocías a gente en el tren que luego te llevaba a hacer turismo… Esa experiencia me marcó”. A partir de este momento, cada año, Humberto regresó a China de vacaciones.
-¿Y cómo acabó instalándose en Hainan?
-Estuve mirando qué universidad me ofrecía un dormitorio individual, porque ya estaba en mis treintas y no quería compartir. Al final estaba entre dos universidades, una en Chengdú, que es donde están los pandas, y otra en Hainan. Al final la decisión estaba entre terremotos o tifones. Y elegí tifones. Y una habitación en un piso alto.
-Ya que lo menciona, ¿qué tal los tifones?
-Pasé unos cuantos. De hecho, hace cuatro meses tuvimos el más grande de los últimos cien años. Ya había vivido varios tifones, pero éste de octubre pasado, hablando en plata, me acojonó. El bamboleo de los edificios era… No podías caminar por casa. Vivo en la última planta del edificio, en un piso 34, y para caminar por casa, para ir al baño, iba apoyándome de pared a pared. Ahora lo contamos en plan de broma, pero mi pareja envió mensajes a su familia despidiéndose. En el medio de la noche nos cogimos a los perros y nos bajamos al garaje.
-Tienen varios perros…
-Dos perros y cinco gatos. Mi mujer colabora con la protectora de animales local y casi casi tenemos un refugio en casa.
Eligió tifones, pero también una isla de clima tropical donde no se vive nada mal. “Aquí el nivel de vida es muy bueno. No tenemos contaminación, no tenemos el ajetreo del ‘Mainland’, de las grandes metrópolis de la china continental. Aquí es todo más caribeño, más tropical, para que nos entendamos. Por el clima aquí la siesta es obligatoria. En las oficinas del Gobierno tienen camas plegables para que la gente eche la siesta. En agosto, de doce a dos de la tarde, estamos a 40 grados y con 95 por ciento de humedad. Olvídate de no hacer nada más que ponerte el aire acondicionado e irte a dormir”.

Humberto Álvarez Madrera / .
Hainan, con 10 millones de habitantes y una capital de 3,5 millones, es todavía una de las provincias china más rurales y menos desarrolladas. Una de las principales actividades es el turismo de playa y tranquilidad. Y el golf. “Hay campos de golf cada kilómetro”. Pero Hainán va a ser mucho más que eso: “En esta isla de 300 kilómetros por casi 200 kilómetros se está construyendo en los últimos cinco o seis años lo que ya es el puerto de comercio libre más grande del mundo. Toda la isla es un puerto franco. Han ido copiando todas las políticas de impuestos de Hong Kong, Dubai y Singapur y están aplicándolas aquí”.
Humberto Álvarez se graduó en Economía en la Universidad de Hainan gracias a una beca. Las clases y los exámenes, todo, en chino. “Tienen una política bastante buena de becas para extranjeros. Me pagaron la matrícula, el alojamiento en el dormitorio de la universidad y un dinerillo, que al cambio eran 200 euros al mes. Te daba para comer y justito. A partir del segundo año ya te permiten trabajar en algo relacionado con la carrera, veinte horas a la semana. Empecé a trabajar en una cámara de comercio internacional, llevando servicios para empresas que quisieran establecerse aquí. Durante el covid, esa cámara cerró y después ya monté con mi pareja nuestra propia consultoría para ofrecer esos mismos servicios”, explica Álvarez. Así nació si su empresa, Hainan Relo Business Consulting Services. “Han construido una zona fiscal donde se paga la mitad de impuestos que en el resto de China, así que muchas empresas ponen aquí su oficina fiscal. Nosotros les encontramos empleados, les llevamos la contabilidad, les facilitamos los trámites con el Gobierno…”.
Aunque Humberto, y también su pareja Nube, tienen claro que al llegar la edad de jubilación se irán a vivir a Carballo (Cangas del Narcea), por el momento las expectativas en China son más que buenas. “Siempre lo cuento, para que la gente se dé cuenta: hay más concesionarios de Ferrari solo en Shanghái que en toda España. Aquí hay mucho dinero. En los doce años que llevo aquí la clase media ha pegado una gran subida, sobre todo en el medio rural. Es algo que, en la prensa occidental, sin ánimo de ofender, normalmente no se refleja, pero aquí han hecho una campaña muy importante para erradicar la pobreza. No voy a decir que todo se haga perfecto, pero al César lo que es del César, cuando hacen algo bien hay que reconocérselo”. Humberto Álvarez incide en el alto porcentaje de planificación estatal que tiene la economía china: “Aquí cuando el gobierno dice ‘Esto va a pasar’, es que va a pasar. Está claro. No sabes si va a ser ahora o en cincuenta años, porque la economía se plantifica, todo se planifica. Cuando me preguntan si el puerto libre de Hainan va a llegar al nivel de Hong Kong o de Singapur, yo digo: estoy completamente seguro. No sé si será el año que viene o dentro de treinta años, pero se han propuesto que esto salga adelante y saldrá adelante”, sentencia.
China es el país del crecimiento económico. Pero también el de la vigilancia ciudadana por parte del Estado y la limitación de libertades. “En el día a día no lo notas en nada. Lo único en que lo puedes notar es en la seguridad. Es el país más seguro de todos en los que he estado y he estado en cuarenta y tantos. Cuando me volvía España después de un viaje de mochilero me preguntaban si no tenía miedo de andar por ahí solo. Y yo decía: sí, cuando entro en la Estación Sur de Madrid para coger el autobús a Oviedo me entra un miedo… Aquí en China la delincuencia violenta prácticamente no existe. ¿Por qué ocurre eso? Porque hay un control de dónde está todo el mundo a todas horas. Pero qué quieres que te diga… En España o en Europa también Google sabe dónde estamos todos a todas horas y sin embargo no nos sirve para nada. Es una privación de libertades que no me cuesta nada, no lo considero un sacrificio”.
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