Un día en El Prado con el timonel asturiano que guiará el museo: "Es un placer pasear por aquí con total libertad"
Alfonso Palacio, director del Bellas Artes de Asturias durante 12 años, se incorpora a una de las grandes instituciones culturales del mundo
LA NUEVA ESPAÑA lo acompaña en uno de sus primeros días como director adjunto del museo, en el que le aguardan retos tan ambiciosos como la inauguración del Salón de Reinos y el recambio generacional del departamento de Conservación

Alfonso Palacio, en la gran galería del Museo del Prado / José Luis Roca

Alfonso Palacio llega caminando hasta el Museo del Prado, su recién estrenado destino profesional. Los visitantes empezarán a acceder a las salas a partir de las 10 de la mañana; mucho antes, hacia las ocho menos cuarto, el nuevo director adjunto de Conservación e Investigación de la pinacoteca nacional, el asturiano que más alto ha llegado en una institución que es historia del arte e historia de España, está ya instalado y trabajando en su despacho del Casón del Buen Retiro. El historiador del Arte gijonés, bregado en la gestión museística en sus 12 años al frente del Bellas Artes de Asturias, es el timonel que debe guiar al Prado en algunos de sus grandes retos de futuro y asegurarse de que lleguen a buen puerto.
Alfonso Palacio se ha incorporado a la directiva del Prado con tres grandes cometidos. Es el encargado de planificar y supervisar la futura inauguración del Salón de Reinos, prevista ahora, tras varios retrasos, para finales de 2027. Se trata de mucho más que una ampliación, explica. Es una transformación sustancial en la estructura del gran complejo que es El Prado, "un campus" que se dispersa por el centro de la capital madrileña, con sus en varias sedes. Con el Salón de Reinos se sumarán a la plantilla del Prado, ahora con algo más de 500 empleados, otro centenar largo de trabajadores. "Si el Museo ya es atractivo ahora, cuando se inaugure el Salón de Reinos va a ser algo estelar", promete.
La otra gran tarea que tiene entre manos es gestionar el relevo generacional en el departamento de Conservación del Prado, "el más importante del mundo", subraya, una tarea que ha de hacerse a lo largo de varios años y con cuidado, para evitar "colapsos" en el funcionamiento de la institución. La mayor parte de los jefes de ese departamento superan actualmente los 60 años de edad y hay que ir preparando su reemplazo paulatinamente y con profesionales jóvenes, de la propia cantera y con "algún fichaje internacional".

Alfonso Palacio, ayer, durante el directo en instagram con el que se presentó como nuevo director adjunto del Prado. / José Luis Roca
Además, el nuevo director adjunto se ocupará de normalizar la presencia en las colecciones del Prado del arte contemporáneo, precisamente su especialidad como historiador e investigador.
Alfonso Palacio no da muestras de sentirse abrumado por tantas responsabilidades. Sus primeras sensaciones en su nuevo destino son "inmejorables". "Desde el minuto uno me he sentido muy arropado, especialmente por el director, Miguel Falomir, y por la otra directora adjunta, María Chinchilla", comenta. Estos primeros días ambos le están acompañando en las presentaciones a los jefes de departamentos. A partir de la próxima semana esos encuentros adquirirán un carácter más formal. El nuevo director adjunto ha preparado una intensa agenda de reuniones con todos ellos, unas citas bien planificadas por adelantado, con los cuestionarios que les ha ido enviando para conocer sus intereses y preocupaciones. "Llego con ganas de escuchar mucho", asegura.
Alfonso Palacio también está dedicando una parte de su tiempo a conocer bien todos los edificios que conforman El Prado, recorriendo los espacios que están vedados al público. El personal del museo empieza a familiarizarse con su presencia, algunos le saludan ya por su nombre.

Preparándose para la visita de obra al Salón de Reinos, al fondo. / José Luis Roca
"Me he encontrado con un grupo de profesionales maravilloso, de un gran nivel; eso ya lo sabía, a muchos los conocía, sobre todo los conservadores, he aprendido mucho de ellos y los respeto muchísimo", afirma, y añade: "En la dirección he encontrado a un guía claro y transparente, como es Miguel Falomir".
Las primeras jornadas de Alfonso Palacio en El Prado están siendo largas, y lo seguirán siendo. La primera hora, antes de que lleguen su secretaria y su asistente, la dedica a repasar los compromisos de ese día. Luego comienzan las reuniones, una tras otra y en distintos edificios: en el Casón, en Villanueva, en Jerónimos y por supuesto en Ruiz de Alarcón, donde tienen su sede la dirección y la otra dirección adjunta. Son reuniones de trabajo en las que no hay distracciones, "se va al grano" y asisten "las personas justas", cuenta Palacio.
Pese a lo apretado del programa diario, cada tarde se reserva un rato para bajar a las salas y dar un repaso a las obras. Suele escaparse hacia las seis, durante una hora u hora y media. Va avanzando por orden cronológico y, aunque las conoce bien, admite que se sigue "maravillando" con ellas. Habla de las obras maestras de Rubens, Velazquez, Veronés, Goya… "Es un auténtico placer pasearse por esas salas con total libertad", dice. Aprovecha, de paso, para observar a los visitantes: dónde se demoran más, por dónde pasan de largo. Y así, entre una cosa y otra, va consumiendo las horas de una jornada que nunca acaba antes de las ocho y media de la tarde.

Atendiendo una llamada, con el edificio Villanueva, la sede principal del museo nacional, al fondo. / José Luis Roca
Ayer mismo, en su cuarto día de rutina laboral, tras atender las primeras obligaciones matutinas, hizo un directo para Instagram, su presentación a través de las redes sociales del Prado, en la sala en la que se exponen las obras más antiguas, varias pinturas murales del siglo XII y XIII. La eligió por aquello de los comienzos, el suyo y el de las colecciones del Prado. Luego atendió a LA NUEVA ESPAÑA y a continuación realizó una visita de obra, con los técnicos, al Salón de Reinos. Así transcurrió su mañana.
Ahora, su prioridad inmediata es cumplir a rajatabla con el calendario de reuniones con los responsables de Conservación, Restauración, de la biblioteca, el departamento de Educación y el resto del equipo del Prado que está bajo su supervisión. A medio y largo plazo, como a él le gusta hablar del futuro, su atención está puesta en la apertura del Salón de Reinos, un hito "sin precedentes" en el devenir del museo.
Alfonso Palacio también sale del Prado: "Aquí hay una milla dorada de los museos y todos convivimos en paz y armonía". Miguel Falomir le ha acompañado estos días a visitar algunas de las instituciones vecinas.

Caminando por las salas del museo junto a una de sus trabajadoras. / José Luis Roca
A nivel internacional, Alfonso Palacio cuenta con un buen ramillete de "partners", museos "hermanos" los llama, con los que El Prado mantiene abiertas vías de comunicación directas: el Metropolitan o el Art Institute of Chicago, en Estados Unidos; la National Gallery y el British Museum, en Inglaterra; el Louvre y el Musée des Beaux-Arts de Lyon, en Francia; Degli Uffizi, en Italia; el Rijksmuseum, en Amsterdam, y otros de similar nivel.
Aunque ahora navega en un trasatlántico, Alfonso Palacio no rompe amarras con el Bellas Artes de Asturias. Ni mucho menos. El Prado tiene comprometidos cuatro depósitos de obra con el museo asturiano, el primero llegará este mismo mes de febrero e incluye un Esquivel y un Rosales, muy esperados. Además, el flamante director adjunto del Prado está deseando que los profesionales de su antiguo equipo aprovechen las estancias formativas y de investigación que ofrece el Prado, que ahora, con su llegada, está más cerca que nunca de Asturias.
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