Entrevista | Alfonso Fernández Iglesias Director de Marketing y Ventas Digitales de Samsung España
“La tecnología nos tiene que ayudar a ser más productivos y a democratizar el acceso a la cultura, pero sobre todo a ser más libres”
“Con la inteligencia artificial, la potencialidad para hacer el bien y el mal ha crecido exponencialmente, pero a mí me gusta mucho hablar de la IA con fines humanos, de humanizarla; nosotros la usamos para mejorar la calidad de vida de personas con autismo, con trastornos del habla, con ELA…”
"Hoy en día, sólo con una conexión a internet cualquier niño con curiosidad, ganas y talento puede volar"

Alfonso Fernández Iglesias. / Fernando Rodríguez
Una aplicación generada con inteligencia artificial aísla del ruido incapacitante a personas con trastorno autista, otra ayuda a mejorar la oratoria de pacientes con trastornos del habla y una más consigue hacer que enfermos de ELA puedan “hablar con la mirada”… El economista asturiano Alfonso Fernández Iglesias (Gijón, 1978), director de Marketing y Ventas Digitales de Samsung España, ha venido a decir que el proyecto “Tecnología con propósito”, que él tutela y puso en marcha hace trece años, que da paraguas a estas y otras treinta iniciativas de accesibilidad, cultura, educación y empleabilidad, es la forma que ha encontrado la compañía de hacer “devoluciones” responsables a la sociedad que la acoge. Graduado en Economía por la Universidad de Oviedo, experto en marketing y entornos digitales con carrera en grandes corporaciones –Mondelez, Keloggs, Coca-Cola–, este miércoles ha participado en Oviedo en la puesta de largo de la transformación del Centro de Profesorado y Recursos de la ciudad en un “Aula del futuro”, un entorno equipado y “customizado” de acuerdo con un proyecto del Ministerio de Educación con la colaboración de Samsung para formar y familiarizar docentes en el uso de la tecnología en clase.
–¿Qué lleva a una multinacional que vende tecnología a invertir más 25 millones de euros en desarrollar proyectos para ayudar, dicen, a “mejorar vidas”, a “romper barreras”…?
–“Tecnología con propósito” surge hace trece años como una necesidad de ir más allá de la mera publicidad, o incluso de la comunicación, de buscar una conexión con la ciudadanía y materializar la razón de ser de la compañía. Yo creo que los que tenemos la suerte de trabajar en multinacionales, que cuentan con grandes recursos, también tenemos una gran responsabilidad, y para hacerla efectiva lo que decidimos fue unificar y crear determinadas iniciativas que estaban deslavazadas bajo este paraguas que denominamos “Tecnología con propósito”. El propósito es mejorar la vida de las personas. Y aquí hablamos de personas, no de consumidores, porque nuestro objetivo es democratizar la tecnología y romper barreras en cuatro ámbitos: la educación, la formación para el empleo y la integración de jóvenes y mujeres, la cultura y la calidad de vida, en concreto la de determinados colectivos como los afectados por dislexia, las personas con autismo o problemas del habla…
–El binomio de los niños y jóvenes con las pantallas y la tecnología tiene muy mala prensa y muchos riesgos. Dele la vuelta.
–Hay que entender que la tecnología aquí se concibe como un medio, no como un fin, y que es muy importante el buen uso, que en el caso de gente joven sería un uso tutelado por adultos, por padres, tutores, profesionales o profesores. Hay que considerar además que en el entorno educativo el empleo de estas herramientas tiene la virtualidad de hacer crecer a muchas disciplinas, no sólo las tecnológicas, y de esto nosotros tenemos un ejemplo muy claro que pone en conexión la educación y la cultura. Hemos digitalizado las obras del Museo Arqueológico Nacional para vincularlas con las materias de estudio de los estudiantes de Primaria y Secundaria, de forma que el profesor, esté donde esté, pueda utilizar todos estos vestigios para hablar a sus alumnos no sólo de la historia de España, para enseñarles también cuestiones matemáticas, lingüísticas, de música… Es un caso práctico de cómo se puede poner la cultura al servicio de los profesores para que puedan adaptar esos contenidos a las necesidades de sus alumnos.
–Sus proyectos educativos inciden en la formación del profesorado para el uso de la herramienta tecnológica. ¿No debería ocuparse de eso la Administración?
–Aquí la palabra clave es colaboración. Yo soy un experto en tecnología, ellos en educación y trabajamos de forma conjunta para adaptar esta tecnología y estos contenidos a las necesidades del profesorado. Nosotros aportamos el conocimiento más tecnológico y ellos las necesidades y el conocimiento en el ámbito educativo. Nuestro foco no es ceder el hardware, los aparatos, lo importante es crear una comunidad de profesionales que intercambien ideas y formas de aprovechar las herramientas. No es tan decisivo el hardware, ni siquiera el software, como el uso, el conocimiento que el profesorado puede tener para adaptarse a las nuevas tecnologías. Dentro del proyecto “Aulas del futuro”, desde 2021 hemos formado a 14.000 profesionales. También tenemos otro tipo de iniciativas de formación para el empleo, focalizadas en chicos o chicas de una determinada edad que se incorporen a su primer empleo o quieran hacer un reciclaje profesional para cambiar de profesión o tener un enfoque diferente.
–¿Cuánto margen de mejora hay en el despliegue tecnológico en las aulas?
–Hay mucho margen de maniobra porque esto es una ciencia, una disciplina que está creciendo de forma exponencial y uno de los distintivos del mundo de hoy es la velocidad a la que surgen los cambios, incluso para gente que vive como yo en un entorno digital y tecnológico. Muchas veces me abruma la velocidad y la falta de tiempo para adaptarme. Esa oportunidad de mejora siempre va a existir. Lo importante es la velocidad del progreso para que el hueco sea el menor de los posibles.
–Sueñe en grande: ¿a qué enseñanza nos puede llevar el futuro?
–Lo que se me ocurre es que con una conexión a internet, hoy en día un niño con curiosidad y ganas puede volar. Ya no hay limitación física. Si hay talento, y mimo por parte de los profesores, y cuidado del lado de los padres, se dan unas condiciones idóneas para que el chico o la chica pueda estudiar. Las oportunidades son infinitamente superiores a cuando yo era joven y esa universalidad, esa democratización, es fundamental. Cualquier niño de cualquier pueblo puede terminar estudiando en Harvard y eso hace unas décadas sería implanteable.
–La inteligencia artificial genera mucha expectativa y da mucho miedo. Convénzame de que es más práctica que peligrosa.
–Todo depende de la responsabilidad, de cómo se use. Obviamente, aquí la potencialidad para hacer el bien y el mal ha crecido exponencialmente y depende de las manos en las que esté, pero a mí me gusta mucho hablar de la inteligencia artificial con fines humanos, de humanizar la inteligencia artificial. Nosotros la hemos utilizado, por ejemplo, para ayudar a personas con autismo que sufrían de hiperacusia, una sensibilidad mayor de lo normal a ciertos ruidos que obligaba a algunos niños a llevar una especie de cascos de obra para aislarse… Gracias a la IA hemos conseguido incorporar a nuestros auriculares una cancelación inteligente del ruido, de forma que estos niños puedan estar integrados en un entorno normal de un restaurante o un colegio sin tener esas crisis de pánico.
–¿Cómo la usan para ayudar a personas con trastornos en el habla, o incluso con ELA…?
–El proyecto para las personas con trastornos en el habla está vinculado con la tartamudez y con una terapia del ritmo, utilizando relojes inteligentes, que permite que estas personas puedan practicar y mejorar su audición y oratoria. En el caso de los pacientes de ELA, que en fases avanzadas de la enfermedad solamente pueden mover los ojos, se ha desarrollado una tecnología de seguimiento ocular para que puedan escribir con su mirada en un teclado virtual. Lo que hemos tratado de hacer es democratizar esa tecnología, que a través de la cámara de una tableta de 200 euros el enfermo pueda escribir y que lo escrito se transforme en voz. Si esto se incorpora en un hogar inteligente, de “Smart things”, puedes desde bajar las persianas a controlar la temperatura.
–¿Qué espera de la tecnología?
–Nos tiene que servir para ser más productivos, para dotar de oportunidades a las personas, para democratizar el acceso a la cultura y a la información, pero sobre todo debe ayudarnos a ser más libres. La tecnología tiene que humanizar y ser útil para las personas.
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