Los asturianos "invisibles" en EE UU reaparecen en Tampa: cuando un país hecho de emigrantes todavía acogía al emigrante
La exposición "Emigrantes invisibles", fruto de una década de investigación del periodista y cineasta asturiano Luis Argeo y del catedrático James Fernández, inicia su periplo americano y se expone en el Centro de Historia de la Bahía de Tampa.
La muestra rescata del olvido la memoria colectiva de los españoles que se asentaron en Estados Unidos entre 1848 y 1945 gracias numerosa documentación, objetos y a una selección de 300 fotografias del total de 15.000 que recopilaron estos dos investigadores de distintos álbumes familiares

LNE
Con el tiempo se convirtieron en hombres y mujeres invisibles. Los asturianos a los que el destino llevó a Estados Unidos, en la gran ola migratoria que inundó América desde finales del XIX hasta la primera mitad del XX, acabaron diluyéndose junto con sus compatriotas españoles en la enorme mezcla que acabaría componiendo el Estados Unidos actual. A partir del próximo 1 de marzo y hasta el 3 de agosto, estos españoles y asturianos que se asentaron en Florida, en Virginia Occidental o en Nueva York volverán a hacerse visibles gracias a la gran exposición que acogerá el Centro de Historia de la Bahía de Tampa, una ciudad especialmente marcada por la presencia asturiana en la industria tabaquera. “Emigrantes invisibles. Españoles en Estados Unidos (1868-1945)”, impulsada por la Fundación Consejo España-Estados Unidos, reúne unas 300 fotografías, documentos, objetos y grabaciones audiovisuales de las distintas colectividades españolas en Estados Unidos. Es el fruto de una década de investigación de sus comisarios: el periodista y cineasta de Piedras Blancas Luis Argeo Fernández Álava y James D. Fernández, catedrático de la Universidad de Nueva York, descendiente de asturianos.
“Emigrantes invisibles” se mostró por vez primera en Madrid en enero de 2020, luego en Gijón entre 2021 y 2022, y terminó su periplo español en Almería en 2023. Ahora salta al otro lado del charco. Es una selección de las más de 15.000 fotografías que Argeo y Fernández lograron reunir y digitalizar, la mayoría de ellas procedentes de archivos familiares, a través de un viaje plagado de encuentros con descendientes de aquellos emigrantes españoles, obreros y campesinos, repartidos por 16 estados de EE UU; desde Nueva York a California, desde Vermont y Maine a Hawaii.

Luis Argeo Fernández Álava y James Fernández, comisarios de la exposición / L.A.
La exposición que en unos días se inaugura en Tampa es la primera dedicada a los españoles emigrantes en EE UU, de ahí que hable de sus protagonistas como “invisibles”. “En la Fundación Consejo España-EE UU llevamos muchos años trabajando en el ámbito cultural, pero éste era un episodio que, a nosotros, como a tantas instituciones, se los había pasado; de ahí la importancia de tener entre las manos la posibilidad de rescatar algo que había permanecido olvidado a ambos lados del Atlántico”, apunta María Luque, responsable de asuntos culturales y educativos de la Fundación Consejo España-EE UU, entidad promotora del proyecto. Luque considera que, tras una primera etapa expositiva en España, lo coherente ahora es “poder contar esta historia en los lugares a donde estos emigrantes fueron arribando”, como es el caso de Tampa.
Luis Argeo, como muestra de esa “invisibilidad” de los españoles emigrantes en Estados Unidos, cuenta que la televisión pública de Virginia Occidental decidió producir el documental “AsturianUS”, que Argeo presentó en 2006, precisamente por la “sorpresa” que les causó la historia que el cineasta asturiano les estaba proponiendo: recuperar la memoria de la emigración de mano de obra asturiana desde la mina que la Real Compañía de Minas tenía en Arnao (Castrillón) a la que la empresa tenía en Virginia Occidental. “Esa invisibilidad, más allá del ámbito familiar, no se producía solo en España. En Estados Unidos, también. En parte por la oleada mucho más potente que se produjo de emigrantes de otras nacionalidades, que estaban mucho más presentes, como irlandeses o italianos. Más presentes en número, pero también en el imaginario gracias a todas las películas, a toda la literatura que se ha ido construyendo”, explica el comisario de “Emigrantes invisibles”.
Los españoles habían diluido en el olvido y en el gran caudal de lo latino que impregna EE UU. Pero ellos no olvidaban sus orígenes. Argeo rescata la figura de Ron González, un hijo de emigrantes que le sirvió de conductor del documental “AsturianUS” y que falleció recientemente. “Jamás había salido de su pueblo, había trabajado en una fábrica como su padre, toda su vida. Pero él adoraba Asturias de una manera impensable. ¿Cómo alguien puede tener esa admiración por Asturias? Su Asturias, en realidad, era su infancia. Su Asturias era haber crecido en un entorno lleno de asturianos, escuchando hablar asturiano, con las recetas de la comida de su abuela, con las canciones y los juegos tradicionales…”, detalla Argeo. Ese apego nostálgico de Ron González a la tierra de sus antepasados como un paraíso perdido es algo que se repite, aún hoy, en cientos de miles de descendientes de emigrantes asturianos por el mundo.
Porque las historias que se muestran en “Emigrantes invisibles”, aunque cada una tiene sus particularidades, “todas están estrechamente conectadas y conforman un discurso sorprendentemente homogéneo”, apunta María Luque. Luis Argeo incide en esa línea, subrayando que el fenómeno de emigración es “algo colectivo”; donde la colectividad se organiza como una entidad protectora y proveedora de auxilios, a modo de microestados del bienestar. Tal fue el caso de los asturianos en Cuba, en México o en Argentina. También en Tampa. En Estados Unidos, apunta Argeo, esa constante presencia de compatriotas en todas las fotos familiares que iban recopilando chocaba, sin embargo, con el relato que hacían sus descendientes de las vidas de aquellos emigrantes. Incidían en el “ensalzamiento del individualismo y en esa manera de ver la vida: el hombre que se hizo a sí mismo”. Es el peso de uno de los dogmas/mitos que sustentan el llamado “sueño americano”. Argeo, además, añade que ese borrado de la importancia que tuvo el auxilio comunitario se acentuó tras la II Guerra Mundial cuando, “ya con el macartismo, todo lo que sea colectivo, sindical, eso había que eliminarlo”.

El cartel de la exposición "Emigrantes invisibles" / .
Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres
En el pedestal de la Estatua de la Libertad, un soneto de Emma Lazarus le hace decir: "Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres,/ Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad,/ El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas./Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades,/ ¡Yo elevo mi faro al costado de la puerta dorada!". Hoy “Emigrantes invisibles” llega a Estados Unidos precisamente en un momento en que la palabra “emigrante” se convierte en sinónimo de “delincuente” en el discurso del presidente Trump. María Luque: “Este es un proyecto que se inicia hace más de cinco años cuando no era un tema que estaba tan absolutamente primera línea como ahora. Pero seguimos creyendo en el proyecto como lo hacíamos hace cinco años. Seguimos creyendo que esa historia sigue sin contar. El propio contenido de la exposición habla por sí solo: los españoles formamos parte de una gran migración y lo único que queremos es acompañar a que se conozca más eso. A lo mejor suena a topicazo, pero creemos que ese conocimiento sigue ayudando a entender mejor dónde estamos hoy”.
Luis Argeo incide el que lo que les movió en su investigación fue “enfrentarnos a la desmemoria de esas familias y a la desmemoria colectiva”. De otra manera, nada nuevo bajo el sol: hablan de una historia de va con el ser humano. “Abordamos esa epopeya de siglos y siglos. O sea, de gente de todos los tiempos y de todos los lugares que se mueve en busca del bienestar, de la decencia y de la dignidad que no encuentran donde nacieron. Todo eso ocurrió mucho antes de que nosotros empezáramos a investigar y seguirá ocurriendo. Simplemente estamos poniendo un poco de luz sobre algo que protagonizaron los españoles y que siguen protagonizando”.
Una gran epopeya -la del hombres y mujeres en busca una vida digna, como dice Argeo- que tiene millones de caras pero que, en el cartel de esta exposición, se presenta con la tierna imagen de un niño con bombachos, chaqueta cruzada, gorra y bandera de Estados Unidos al hombro. Se llama Prudencio García. Acaba de llegar a San Luis (Misuri) junto a su madre y su hermana. Se han reencontrado con su padre, un obrero siderúrgico, y otros hermanos. Vienen de Salinas (Castrillón, Asturias, España). Prudencio tiene siete años cuando un fotógrafo lo retrata en 1907. Le gusta el fútbol, un deporte minoritario en Estados Unidos. Pese a ello se convertirá en el primer árbitro estadounidense en pitar un Mundial. Y le tocó precisamente, en el de Brasil de 1950, actuar como juez de línea en el España-Suecia donde la selección española se jugaba el tercer puesto. La Roja, que entonces se apodaba la Furia Española, encajó 3 goles frente a uno de Zarra. Más de diez miembros de su familia asistirán a la inauguración de la exposición en Tampa.
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