Los veterinarios asturianos que triunfan en Madrid: "Hay un cambio social muy acentuado, cada vez la gente tiene menos niños y más animales"

Carlos Iglesias es director de los centros IVET tras una expansión desde el Oriente del Principado

Carlos Iglesias y Alejandra Urizio

Carlos Iglesias y Alejandra Urizio

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Su caso es algo así como el de la conquista asturiana en Madrid. Conquista animal, claro. “Vimos que había una oportunidad y nos lanzamos”. Lo dice Carlos Iglesias (Oviedo, 1995), que es el director de las clínicas veterinarias IVET Madrid, que este mes de febrero cumplen tres años de existencia a “a pleno rendimiento”, según dice su propio responsable. Esta expansión a la capital no es habitual. La historia es familiar, ya que el padre y el tío de Iglesias dirigen dos clínicas en Asturias, en Ribadesella y Posada de Llanes y atesoran ya más de cuatro décadas en el sector. “Mi primer objetivo era acabar trabajando con ellos”, recuerda Iglesias, que estudió en Madrid y también se formó en Valencia, Brasil, Oporto o Valencia. Al acabar estuvo trabajando en Madrid y ahí fue cuando vio la posibilidad: “Vi que podía haber espacio para que la marca familiar desembarcase en Madrid”.

 Un poco de contexto para entender el negocio de las clínicas veterinarias: en los últimos años se vive una auténtica oleada de compras de clínicas por parte de grandes fondos de inversión, que ven un sector al alza. Y tiene explicación y coherencia, según observa el propio Iglesias en su clínica: la gente tiene ahora menos hijos y más animales. Se nota mucho en Asturias, pero también en Madrid. “Nosotros lo vemos todos los días, es un cambio social muy acentuado”, explica este director.

El caso es que la historia de esta clínica va al revés de los tiempos, ya que se trata de una saga familiar veterinaria, de propiedad asturiana, que se lanza a la aventura de Madrid. Hace tres años tenían las dos clínicas del Principado y hoy atesoran otras tres en Madrid: dos en Las Rozas y otra en la calle Río Rosas. En cada una de ella trabajan dos veterinarios y un auxiliar, aunque luego hay más profesionales. Reciben en su mayoría perros (un 70 por ciento).  El año pasado, Iglesias y su equipo lograron salvar la vida a una perra de 8 meses tras una complicada operación de corazón. “Nuestro plan es seguir creciendo y poder expandirnos todavía más”, recalca Iglesias. 

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