Abraham Menéndez, el gijonés que diseñó la imagen del Carnaval de Madrid: "Ver mis carteles en la Gran Vía me hace sentir como Carrie Bradshaw"
El ilustrador vive en la capital de España desde hace 24 años: "Echo bastante de menos Gijón, aunque tengo pensado volver"

Abraham Menéndez. | MANU TORO

Abraham Menéndez (Gijón, 1977) ha diseñado el cartel para el Carnaval de Madrid, con una menina "carnavalizada" y festiva que, según las autoridades, "capta la esencia del Carnaval en su faceta más vibrante y desenfadada". El ilustrador, que firma su trabajo como "Abe the Ape" y es fundador de su propia firma de vajilla ilustrada, ha trabajado a lo largo de su carrera para importantes marcas comerciales como Chanel, Aristocrazy, L’Oreal, Perrier, Heineken o Coordonné. La llamada de LA NUEVA ESPAÑA le pilla en un taxi, en Madrid, acompañado de una amiga para acudir a la Fashion Week.
-Lo primero de todo, enhorabuena.
-Muchas, muchas gracias.
-Imagino que es un orgullo.
-Sí, sí, esto es un "orgullazo". Aún no está puesto el cartel, pero salgo todos los días a ver si ya lo han colgado. Molará mucho ver la Gran Vía con el cartel colgado.
-¿Por qué zona de Madrid vive?
-En Malasaña.
-Gran Vía le queda al lado.
-A dos minutos. Vivo muy cerca de Callao.
-Buen sitio...
-Bueno, ahora está imposible de gente. No sé qué ha pasado en Madrid que se ha puesto hasta arriba.
-Puede ser agobiante, sí.
-Sí, sí. ¡Os podíais quedar todos en casa! (ríe).
-Volvamos al cartel. ¿Cómo se inspiró para hacerlo tan guapo?
-Me dijeron que si quería hacerlo y me explicaron que, por lo menos, tenía que salir un gato. Ya sabes que a los madrileños, los que son de pura cepa, los que no están corrompidos por la vida, se les llama "gatos". Luego, se me ocurrió una menina, pero muy carnavalera. Muy a modo todo. Esa fue la inspiración. Les pareció bien y para adelante.
-¿Le llevó mucho tiempo?
-Lo que lleva tiempo es dar con la idea. Los preliminares, vamos. La gente ve el dibujo y dice "ah, mira que bonito". Pero, detrás hay varias propuestas y otros dibujos. Hay trabajo detrás hasta que te dan el okey.
-Lleva más la idea.
-Eso es, sí. Es dar con la clave de lo que quiere el cliente.
-¿Usted es muy de pensar o le salen solas las cosas?
-Soy de pensar. Lo que más me gusta de mi trabajo es la documentación. Cuando me proponen algo, suelo echar yo un día mirando cosillas a ver qué puedo hacer. No soy de que las cosas me salgan solas. ¡Ojalá! Hay gente que sí es así, pero no es mi caso. Necesito un poco de apoyo (ríe).

Cartel de Carnaval de Madrid. / Abraham Menéndez
-¿Es carnavalero usted?
-No tengo una relación con el Carnaval muy estrecha. Sí que recuerdo de joven salir y tal. (Hace una pregunta a su acompañante en el taxi) "¿Cuál sería tu ilusión con el Carnaval, Carmen?". ¿La ilusión? Puff, yo qué sé. Ponle literatura.
-Dejémoslo en salir, beber el rollo de siempre.
-Sí, sí (ríe). La fiesta, el ambiente festivo. Que todo el mundo se suelta un poco más y se deja llevar.
-¿Se disfraza?
-Ya no. Me da un poco de pereza.
-Me ha llamado la atención lo de ver su cartel en la Gran Vía. Es usted un diseñador consagrado, pero ¿cómo le hacen sentir ese tipo de cosas?
- A mí eso me emociona mucho. Me vuelvo "supercatetín". Hice ya para todo Madrid un proyecto que se llamaba "Mira Madrid" y luego una cosa que se llamó "Navidades en Sol", en la Puerta del Sol. Eso me emocionó, pero, claro, lo otro no contaba con ello.
-¿Qué pasó?
-Las banderolas con los dibujos las ponen por las noches. Las vi un domingo por la mañana, cuando bajaba a sacar al perro al parque como todos los domingos. Como vivo al lado de Callao, me encuentro todo el edificio de "Schweppes" hacia abajo con las banderolas con mi dibujo. Y luego pasó un bus también luciendo el trabajo. La verdad, me sentí un poco como Carrie Bradshaw (ríe).
-¡Qué bueno!
-Sí, sí. Luego recuerdo que estuve como cuatro días paseando por Gran Vía, que creo que nunca he paseado tanto por esa zona en mi vida. Iba mirando todo y claro, como los carteles están arriba, pues la gente paseaba y yo iba diciendo "pero cabrones, mirad para arriba que esto lo he hecho yo" (ríe). Me apetecía ir cogiendo a la gente y crujiéndoles el cuello para que miraran. Es algo que emociona. No sé, es una zona tan monumental... ves el Círculo de Bellas Artes y tu "dibujín" ahí delante, La Cibeles y el edificio de Telefónica y tu "dibujín". Es raro y muy guay.
-¿Lleva mucho en Madrid?
-Más de lo que quisiera. Desde los 23 años y tengo 47... pues, mira, 24.
-¿Echa de menos Gijón?
-Bastante. Y con vistas a volver. Era un sitio del que renegaba cuando era joven. Bueno, no es exactamente que renegase, pero cuando eres joven como que tienes el nervio más activo y como que Gijón se me quedaba un poco tranquilo. Ahora que uno se va haciendo mayor, pues esa tranquilidad cada vez que voy me parece una maravilla. Y pienso qué bien se vive aquí, y qué bonito el mar y qué bonito todo.
-¿Viene cada poquitín?
-Sí, sí. En Navidad y en verano siempre y luego si puedo hacer alguna escapadina durante el año pues también. Dos veces al año, mínimo.
-¿En qué proyectos anda ahora metido? Si se busca su nombre en Google no paran de salir cosas.
-Ya lo sé, ya. Pues mira, en lo que ando ahora no lo puedo decir porque creo que no me dejan. Pero sí, tengo cosinas. Platos para un hotel, una cosa con Amazon... ah y voy a ser jurado en la escuela de cerámica de Manises...
-Tiene 47 años. ¿Cómo se ve a sí mismo?
-Soy inquieto y me gusta el sentido del humor y el color. Yo me veo una peli de Pixar o me veo "La Sirenita" y me vuelvo loco. Me gusta mucho la cerámica, darle un toque divertido y moderno. Me gusta que una taza, por ejemplo, tenga buen rollo sin que tengas que ponerle una frase de estas de "eres mi media naranja, tú me complementas". No quiero decir la marca tampoco (ríe) porque una vez lo hice y me escribió la dueña. La verdad que le dije que tenía razón, que vaya necesidad tenía yo de andar riéndome de ella.
-Eso significa que ya tiene cierta repercusión. Si dice algo malo de alguien, la gente se entera.
-Ahora ya me he vuelto muy blanquito, pero es que antes era una vaca burra. Pero, claro, es que ahora cada vez que dices algo pues te pillan. Entonces, me corto bastante.
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