Historia de Asturias en Chile: los ferreteros de Peñamellera, el varbéu y los españoles que más votan

La colectividad asturchilena se sobrepone al envejecimiento y a la merma de asturianos nativos con un notable nivel de movilización y una búsqueda de “incentivos” para implicar a los jóvenes de las segundas y terceras generaciones

Los asturianos de Valparaíso piden que las ayudas y la participación en actividades de asturianía pueda abrirse a personas que no tengan vínculos “sanguíneos” con la región

Olaya Gómez Romano y María Antonia Fernández Felgueroso, durante su encuentro con miembros de la colectividad asturiana en Santiago de Chile.

Olaya Gómez Romano y María Antonia Fernández Felgueroso, durante su encuentro con miembros de la colectividad asturiana en Santiago de Chile.

A Nayda Fernández Pávez, una chilena hija de asturiano, una asturiana de segunda generación que vive con un pie en los Andes y otro en los Picos de Europa, le cantaron el “Asturias, patria querida” antes que las canciones de cuna. “Tengo eso muy fuerte en las venas”, afirma. Con su anclaje simultáneo en dos hemisferios y dos continentes, con el amarre de su ascendencia paterna en Robriguero (Peñamellera Baja) y el empeño entusiasta por no desprenderse de las raíces, la vicepresidenta y expresidenta del Centro Asturiano de Santiago de Chile condensa en su perfil, de algún modo, el de la colectividad a la que representa. El municipio natal de su padre tiene una peculiar ligazón histórica con Chile, un país que la gran emigración asturiana del tránsito entre el siglo XIX y el XX llenó de ferreteros de Peñamellera en una muy singular cadena de conexión transatlántica gremial guiada por la fuerza de arrastre del éxito empresarial y el “boca a oreja” entre familiares y vecinos.

Andando el tiempo, y diluido en parte aquel efecto por el correr de las generaciones, los asturchilenos han dado a luz a una comunidad “bastante exitosa”, con sus excepciones “viva y fuerte”, apunta Nayda, como casi todas las del mundo muy envejecida y necesitada del aliento de los descendientes, pero activa y movilizada. “No sé si soy muy fanática, pero yo siento que está muy bien, que tenemos un centro muy organizado, muy fuerte”, remarca.

La ocasión para diagnosticarse se la dio la semana pasada la visita que llevó a Santiago y Valparaíso y Viña del Mar a una delegación asturiana que encabezaron la directora general de Emigración y Políticas de Retorno del Principado, Olaya Gómez Romano, y la presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas, María Antonia Fernández Felgueroso. El cónsul general de España en Santiago, Miguel Mahiques, confirmó en su encuentro con ellas esa impresión de dinamismo que la colonia tiene sobre sí misma: los asturianos son los españoles de Chile que acuden en mayor porcentaje a votar cada vez que se abren las urnas para los residentes en el extranjero. El Centro Asturiano de Santiago son 1.200 familias y oficialmente en Chile hay casi 5.000 personas inscritas como asturianas que convierten a la chilena, después de la argentina, en la segunda comunidad asturiana mejor nutrida de Sudamérica.

La directora general de Emigración y la presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas, en un encuentro con empresarios asturianos en Santiago de Chile.

La directora general de Emigración y la presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas, en un encuentro con empresarios asturianos en Santiago de Chile. / .

El Estadio Español, donde la colectividad del Principado comparte sede con las de Galicia, Castilla y León o La Rioja, lo fundaron asturianos hace 75 años, destaca Nayda, y además de hórreo y bolera tiene “por estatutos” a la Santina en el altar mayor de una capilla que se llama, cómo si no, Nuestra Señora de Covadonga… “Hay un vestigio asturiano muy fuerte” en este país, en los restos de aquellas ferreterías que ya casi no quedan, en muchos negocios de hostelería y el poso cultural de una corriente migratoria muy particular. Porque “en Chile pasaron cosas muy curiosas”, cuenta la presidenta del Centro Asturiano recordando que incluso hay una manera de hablar que nació en Asturias y murió en Chile. Muchos de los que emigraron desde Peñamellera y fundaron ferreterías en el país andino, explica, habían sido cesteros en Panes. Con ellos cruzó el Atlántico su jerga gremial, el "varbéu" o "cascón", que al llegar a ultramar siguieron utilizando a ratos. En sus comercios, cuando querían que nadie más los entendiese, “varbeaban”: “‘Mira qué guapa la muchacha que entra’, o ‘cuidado con éste, que quiere robarnos…' Las ferreterías de Chile fueron el último lugar del mundo donde se habló ese dialecto”, señala Nayda.

El folclore y los “incentivos”

Ya no se parece quizá la pujanza de la colonia a la que tuvo en algunos momentos del siglo pasado, pero mantiene una vitalidad distinta. Los asturianos de nacimiento también son aquí pocos y mayores, “y cuantas más generaciones pasen, más difícil es atraer a los hijos y los nietos, pero en eso estamos”, confirma la vicepresidenta del Centro. Al hablar de estrechar los lazos, les agrada que les vayan a ver y en general “que nos vinculen a Asturias, que nos hagan presentes y nos consideren”. Importa mucho algo que quizá al otro lado del océano puede parecer menor, pero que allí cohesiona: el folclore, la música, el baile tradicional y la gaita y la Escuela de Asturianía, que enseña cultura asturiana a los más jóvenes y que “motiva mucho a los chicos cada vez que sale una nueva convocatoria”, confirma Nayda.

El resto de las peticiones que escuchan quienes les visitan desde Asturias tiene mucho que ver, nada nuevo, con “la juventud” y con sus “incentivos. Ojalá hubiera becas en la Universidad, trabajo, intercambios… Todo eso para nosotros es importante”. También las ayudas del Principado para los emigrantes en situación de vulnerabilidad, aunque en general, precisa, “a los asturianos que llegaron a Chile les fue en general bastante bien, son casi todos bastante exitosos, aunque por supuesto hay excepciones”.

Más allá del éxito empresarial de la familia Cueto, la de los colungueses que levantaron lo que hoy es la mayor aerolínea de América Latina –antes Lan Chile y ahora Latam–, los asturchilenos fueron además de ferreteros hosteleros, cuenta Nayda Fernández, hija de un emigrante que se casó con una chilena, después tuvo un restaurante y con un socio asturiano “compró un hotel y luego otro hasta que poco a poco fueron creciendo” sin olvidar nunca Asturias, Peñamellera y Robriguero, un pueblo “donde todos tienen algún pariente en Chile”. Ella misma vivió de los nueve a los diez años en estas orillas del Cares a las que vuelve con toda la frecuencia posible, que es mucha. Tiene “el corazón partido. Totalmente. Aunque tenga este acento”, dice con inconfundible deje chileno, “me siento igual de asturiana”.

Las banderas de los coches y la "consanguinidad"

El periplo sudamericano de la delegación del Principado hizo su última escala en Valparaíso y Viña del Mar, en la costa del Pacífico, en el principal puerto del país y una de las referencias de su industria turística. La directora general de Emigración y la presidenta del Consejo de Comunidades Asturianas estrecharon lazos con la directiva de un Centro Asturiano de aproximadamente medio millar ce componentes que comparte con su vecino de Santiago y con todos los de Sudamérica los esfuerzos por evitar que el sentimiento se diluya con el paso del tiempo.

Los asturianos nativos de su colectividad también son muy mayores y a “los que somos hijos nos cuesta implicar a los nietos. Ni te cuento a los bisnietos…” Esperanza Menéndez, presidenta de casi treinta años del Centro Asturiano de Valparaíso-Viña del Mar, es la hija asturchilena de un emigrante de Lugo de Llanera al que sus familiares “reclamaron” a Chile en los años cincuenta para trabajar en sus negocios de zapaterías. Ella es digna representante de esta colonia en la que las segundas generaciones ya han cumplido los sesenta pero mantienen vivo el espíritu que se le despierta a Esperanza “cuando veo un coche con la bandera asturiana y hago lo imposible por saber si el dueño es asturiano, de dónde es y si puedo captarlo para el centro”.

Gómez Romano y Fernández Felgueroso, con parte de la colectividad asturiana en Valparaíso y Viña del Mar.

Gómez Romano y Fernández Felgueroso, con parte de la colectividad asturiana en Valparaíso y Viña del Mar. / .

Le sucedió, sin ir más lejos, la semana pasada, durante la visita de Olaya Gómez Romano y María Antonia Fernández Felgueroso, con las que compartieron las esperanzas y las dificultades del centro. Les hablaron de las ayudas oficiales al retorno, de los apoyos del Principado para emigrantes vulnerables o del programa “Añoranza” para que expatriados sin recursos puedan reencontrarse durante unos días con su tierra. Desde el otro lado, a los representantes de la colectividad asturiana en Valparaíso se los escuchó pedir una cierta flexibilización en la concesión de ayudas o en la organización de actividades para que puedan acoger también a personas sin ligazón “sanguínea” con la región.

“Como nos falta recambio”, argumenta Esperanza Menéndez, “nosotros hemos logrado atraer a mucha gente que sin ese lazo directo con Asturias sí tiene interés y forma parte del centro. Una entiende la postura del Principado, que no tiene por qué ayudar a quienes carezcan de ese vínculo, pero éste no deja de ser un problema para nuestros centros”, y se explica: “A la Escuela de Asturianía”, esa iniciativa magnífica que enseña música tradicional por el mundo y consigue que todos los centros asturianos del planeta puedan cantar, bailar y tocar igual, “sólo pueden acudir los jóvenes que tengan ese lazo de sangre con Asturias”.

Hija de un asturiano de Llanera y de una palentina criada en Santander, Esperanza conecta su mensaje con el de los responsables de los centros asturianos del mundo entero. Ella también creció con Asturias dentro, criándose con los paisanos del padre en un centro en el que se le asentó la idea de que “los asturianos éramos como un clan, como una tribu rara cuyos miembros estábamos siempre juntos”. Ahora, con todo ese bagaje emocional encajado sin remedio en la memoria, a alguien que como ella se considera “muy de allí” todavía le chirría a veces que en sus frecuentes visitas a Asturias le pregunten “de dónde eres, o de dónde vienes”.

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